Ep. 10

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   La mañana siguiente, Peverell bostezaba mucho durante clases, aparentemente no había dormido bien.
   Draco se aguantaba las ganas de reír, nadie se explicaba el tan buen humor de Malfoy. Incluso todos se habían alejado de él por el mal augurio que significaba ser su amigo, pero ahora parecía que la vida le sonreía.
   —¿Quiere decirnos que es tan gracioso, Señor Malfoy?—Preguntó la profesora McGonagall, frente a su butaca.
   —No es nada—Respondió enderezándose en su asiento, con la cabeza en alto y el gesto serio. Pegándose a su libro.
   —¿No es nada? A mí me parecía que usted se reía.
   —No es nada, profesora McGonagall—Respondió, de muy mala gana.
   —Concéntrese en la clase, Draco. Todos, concentrados con la segunda fase de Animago.
   Crabbe y Goyle fueron los únicos que se animaron a ver a Draco, quien miraba a la chica Gryffindor.
   —Esto me huele a problemas—Dijo Crabbe.
   —Muchos problemas.
   —Problemas tendrán los dos si no se concentran en sus clases—Respondió McGonagall, desde el otro extremo de la sala de Transformaciones.

     El resto de la clase __________ luchaba para no quedarse dormida, tomando apuntes y manteniendo sus ojos bien abiertos. Estaba quedándose dormida.
   Hasta cuando por fin las campanas habían sonado.
   —Recuerden muy bien lo que tienen que hacer para que funcione la transformación Animago. Es todos por hoy chicos, ya pueden salir.
   Malfoy y Peverell tomaron sus cosas al mismo tiempo y se pararon al mismo tiempo y llegaron a la puerta casi al mismo tiempo.
   —¿Cuánto tiempo leíste, fea? ¿Encontraste lo que buscabas?
   —Nop—Negó con la cabeza y los ojos entrecerrados—No había ni un solo libro que hablara sobre lo que yo buscaba. Ni un solo libro.
   —Puedo investigar por ti, soy bueno obteniendo información.
   —¿Ah, si?—_________ lo miró, diciéndose mentalmente, que Draco podría ser parte de su respuesta. Pero no le podía preguntar, eso lo podría alertar. Tomó suavemente la mano de Draco y se recargó sobre su hombro—No te preocupes, solo buscaba un libro estimulante, algo que me hiciera sentir mielo, pero no hallé nada.
   —Fingiré que te creo solo porque sé que no quieres contarme—Rió y se fueron, tomados dulcemente de la mano.
   Toda la clase, tanto Gryffindor como Slytherin, quedaron estupefactos.
   Entre ellos, estaban Hermione, Harry y Ron, quienes veían a su amiga, irse tomada de la mano del chico que más han detestado todos sus años.
   —Me siento totalmente ofendido—Comentó Ron.
   —Ni que lo digas—Replicó Granger—¿Recuerdan del paquete que llegó a la sala de Gryffindor? _________ está segura que había sido Draco quién se lo envió, parecía feliz más que cualquier otra cosa.
   —Me dan escalofríos—Ron agitó su cuerpo exageradamente—Mejor vámonos.

    —Debes dormir mucho en el próximo receso—Le dijo Malfoy, apuntándole con un bolígrafo—Por tu culpa las inscripciones están saturadas y el juego de esta noche será muy pesado, debes pasar al frente a dar unas palabras y participar, no estarás por ahí durmiéndote.
   —¿Desde cuando te volviste tan amable y considerado?
   —Amable y considerado mi trasero—Refunfuñó, bajando su mirada a su libreto—Batallé mucho para conseguir un lugar en las inscripciones, no dejaré que te duermas y me dejes solo.
   —Awww, ¿No jugarás si no estoy?
   —Es porque solo quiero derrotarte, fea. No te hagas ilusiones.
   Peverell borró su sonrisa, haciéndole un puchero, mientras leía su libro de adivinaciones que había dejado pendiente el otro día.
   Así que, aprovechando que tenia a Draco despistado, tomó una papa frita que había en la mesa en la que estaban sentados uno frente al otro.
   —Que flojera, ya he investigado mucho…—Habló Peverell actuando con toda naturalidad. Vio que el pelirrubio tomó un vaso de agua de frutas sin dejar de escribir en su libreta algunos apuntes de su libreta—… Pero aún no logro entender del todo quien es el señor tenebroso.
   La punta de la pluma de Malfoy se dobló y se le cayó el vaso de la mano.
   Había reaccionado. Pero nada demostraba naturalidad.
   —¿Q-Que?—Farfulló, volteando a ver a la chica—¿Has estado investigando sobre el señor tenebroso?
   —Pues… Si, eso dije—Todo el jugo se había derramado en toda la mesa y las manos de Draco temblaba tanto como si tuviera frío—¿Estas bien?
   El chico dio un golpe a la mesa, se había puesto paranoico, que, sin decir ni una palabra, tomó sus útiles y se fue corriendo del Gran Comedor.
   Ni siquiera la había mirado a los ojos, ni siquiera un poco de tristeza.
   Solo había miedo, miedo y horror en su mirada.
   —¿Qué hice?—Se reprendió a sí misma, golpeándose suavemente la cabeza, tomó sus cosas y salió corriendo detrás de Malfoy—¡Draco! ¡Espérame!
   Pero al abrir las puertas del Gran Comedor, ni siquiera observó huellas, nada. Por su puro instinto, se dirigió a la Gran Escalera.
   —Disculpen, ¿Han visto a Draco Malfoy por aquí?—Preguntó a los primeros chicos que encontró.
   —Si, subió las escaleras, creo que se dirige al piso más alto, se veía rojo de la furia.
   —¡La torre de astronomía! ¡Gracias chicos!
   Siguió subiendo las escaleras pesadamente, era agotador. Pero no iba a dejar a su amigo así, sentía que podía perder una amistad en cualquier momento por cualquier tontería.
   ¡Draco!
   Cuando por fin pudo llegar al último piso, se apresuró a correr a la torre más alta, donde vio a Draco alejarse enfadado.
   —¡Draco!
   Lo tomó de sus manos, provocando que tirara sus materiales, pero el pelirrubio la soltó con brutalidad.
   —¿Por qué estas así?
   —No te importa, de paso déjame solo y vete al diablo.
   El corazón de _________ se estrujo terrible, aunque sabía que Draco podía insultarla peor.
   ¡Pero es que no lo entendía!
   —¿Por qué me dices eso? ¿Qué… Tienes?
   —Solo déjame solo.
   —¿Es el señor tenebroso? ¿No? Tienes algo que ver—Malfoy le lanzó un mirada que la calló y la heló—Y-Ya veo…
   —No se te ocurrirá contarle a alguien—La amenazó apretándola de la muñeca—No entiendes nada.
   —¡Entendería si me dijeras!
   —No tengo nada que decirte, no te incumbe. Ahora mete tu nariz en otros asuntos—La soltó.
   —No hace falta—Se alejó, molesta—Ya estoy ocupada investigando sobre Voldemort-
   —No digas su nombre.
   —A ti no te importa. Detesto cuando eres tan impredecible... Ya he tenido esta situación contigo, así que me ahorrare las molestias. Eres mi amigo, Draco, pero yo también necesito respuestas y un poco de apoyo.
   El pelirrubio bajó la cabeza. Sentía su mundo girar y girar descontroladamente.
   —No puedo decirte nada…—Murmuró, sin fuerzas.
   —Ya lo veía venir… Si quieres disculparte, ya sabes como encontrarme—Se dio la vuelta, dispuesta a irse.
   —Quédate…—La chica se detuvo y giró lentamente—Quédate
   —Ahí vas con tu modo chico débil.
   —Eso no significa que no lo sea—Draco se acercó y tomó su mano dulcemente, llevándosela dentro de la torre.
   Se pusieron entre cajas gigantescas que los tapaban, llegando a una cercanía desconocida.
   —Tengo miedo… __________, tengo tanto miedo que no se que pasará… Si fallo—Dijo con la voz baja, con sus caras tan pegadas no había la necesidad de hablar normal.
   —Tienes miedo porque… Voldem-
   Draco se estrujó e inmediatamente calló a Peverell, poniendo sus manos sobre los laterales de sus mejillas, rozando sus labios con la yema de su pulgar.
   —Su nombre esta maldito, no debes mencionarlo—_________ apreció el frío dedo sobre sus calientes labios y cerró los ojos.
   —¿Por qué?
   —Porque… Los mortífagos… Podrían encontrarte, cualquiera que mencione su nombre corre la muerte. Y tal vez… uno de ellos, te localizó ahora—Apartó sus manos, decepcionado de sí mismo.
   —Draco… ¿Hay algo que estés tratando de decirme?
   —Si… Pero… No quiero.
   —¿Por qué no quieres?
   —Porque realmente… Podría perderte.
   —Eres mi amigo Draco y los amigos no se abandonan, y yo…—Negó con la cabeza, agitándose—No lo haré.
   —¿De verdad?
      _________ tomó la mejilla del pelirrubio, haciendo que este la mirara a los ojos. Estaba temblando, estaba sudoroso y se sentía un calor terrible por todo su cuerpo, pero había un brillo en sus ojos, que prometía nunca apagar.
   Le sonrió.
   —De verdad.
   Draco agachó la cabeza y retrocedió, pasó por pasó, mientras dejaba caer la bata y se quitaba su suéter, dejándose ver solo en su camisa blanca.
   —Yo…—Se arremangó la camisa, dejando ver la siniestra marca de Voldemort sobre la superficie posterior de su antebrazo izquierdo—Soy uno de ellos—Y apartó su mirada, esperando la peor de todas las reacciones, pero algo en el fondo de su corazón, le aseguraba que no había riesgo en demostrarse quien era realmente.
   Peverell se quedó inmóvil, viendo la marca. Era muy oscura, era terrible.
   —Yo… No quería esto, mi… Mi padre me… Obligó y ahora estoy bajo órdenes, que me condenan a vida o muerte… Ya no puedo tener amigos, ya no puedo… No puedo hacer nada—Se tapó inmediatamente y cubrió su cara, rompiendo a llorar.
   Se volteó para que _________ no lo viese. Se sentía peor que una mierda.
   —Eres… Un mortifago—Murmuró—Eso quiere decir… Que sirves al Señor Tenebroso.
   Draco se alejaba por cada palabra mencionada.
   Peverell lo miró.
   Sufría, Malfoy realmente no quería ser uno de ellos, pero Voldemort lo mataría si se negaba y por eso es que estaba tan perturbado y herido.
   Se acercó, decisivamente, sabía que su corazón era inocente aunque su carácter y personalidad demostraban lo contrario. El miedo de Draco, revelaba la verdad.
   —Pero… Tu no eres un asesino… ¿Verdad?
   Acorralado en una esquina, el chico se obligó a mirarla a los ojos.
   Maldita sea.
   Sus ojos marrones, tan bonitos como el día en que la conoció. La bella maldición de su corazón.
   —Tu no eres malo, Draco, solo… Estás confundido, sabes que estas equivocado en lo que crees que es correcto que debes hacer y… Lo que realmente sabes que debes hacer—La chica se acercó a él y lentamente puso las manos alrededor de la cintura del pelirrubio y lo abrazó con toda la delicadeza—Esta bien. Vas a estar bien, un día serás libre… Y podrás vivir en paz, sin presiones, podrás enamorarte, tener un familia—Se despegó, mirándolo a los ojos—Serás feliz… Y me aseguraré de que lo seas.
   Se acercó a él y puso un pequeño beso en su mejilla.
   —Pero… Dime… ¿Estas metido en problemas? No estas haciendo nada malo, ¿verdad?
   Draco se quedó mirando hacia abajo, con los ojos cerrados aún después de sentir el beso, como si todo su mundo se hubiese detenido y lo hubiera sentido en cámara lenta.
   Y sólo negó con la cabeza.
   —¿Podrías darme otro beso?
   —¿Otro beso?
   —Nunca he tenido uno como este…—Sonrió, avergonzado con la mejillas rosadas—Se siente bien.
   Peverell soltó una risita, y nuevamente se acercó para besar la mejilla de Draco. Una y otra y otra vez, hasta que ella se cansó, dejando a Malfoy repleto de risas.
   —¿Y como te sientes? ¿Qué piensas?—Preguntó el chico mientras iba por su suéter y su bata. Una vez más se sentía motivado y feliz. Se sentía más liberado.
   Peverell se quedó pensativa, mirando el cielo desde un arco al aire libre.
   —Creo que… No es tu culpa, igual tienes tus planes y secretos en cuanto a tu… Comunidad malévola, de lo que realmente no quiero saber nada.
   —¿No te preocupa? ¿El hecho de que haya un mortifago en Hogwarts? ¿Algún “malévolo” plan?
   —Vine aquí a una misión, Draco, si no me dijeron que vendría a derrotar al Señor Tenebroso, es porque alguien más lo hará, independientemente de quien sea y… Por esa misma razón, yo tampoco podré contarte sobre mis heroicos planes, ¿Estamos a mano?
   —Tch, lo haces ver tan fácil, ni siquiera te parece asustar—Se colocó el suéter y la bata.
   —Por supuesto que no me asusta ni me asustas, eres mi amigo—Sonrió, pasando por detrás de él—Y soy la bruja más grande de todas… Toma nota, chico malo.
   —Otro apodo no.

Hechizo ~ Draco Malfoy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora