Ep. 12

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     Terminada la clase antes del receso, los estudiantes llenaron los pasillos de ruido y risas.
   Peverell se encaminó a la biblioteca, en busca algún documento donde pudiera encontrar referencias a familias de sangre pura y adineradas, buscando una casa con la cual empezar a buscar.
   Silenciosamente entró al lugar y fue al fichero para encontrar algún libro sobre familias mágicas.
   Pero cual fue su sorpresa al ver que éste cajón mágicamente hablaba, y se tomó el pecho con fuerza, le dio una gran impresión, pues justamente la unión de todos los cajones de fichas, formaban un rostro que parpadeaba y parecía tener una boca.
   —Soy el fichero bibliotecario, yo te ayudo a buscar la ficha sobre temas que estés buscando.
   —Hola, fichero bibliotecario—Saludó, con una tierna sonrisa.
   —Hola, ¿En qué te puedo ayudar?
   —Estoy buscando un libro que hable sobre familias, adineradas, sangre pura, cosas por el estilo.
   —Mmm… Déjame pensar…—Dijo el fichero, mientras se agitaba todo el mueble—¡Aja! Tengo lo que buscas.
   Uno de sus cajoncitos se abrió y se alzó una ficha frente a Peverell, la tomó y le agradeció cortésmente.
   En la hoja estaba escrito la ubicación de unos cuantos libros y fue en su búsqueda.
   El primero era un libro con la pasta muy gruesa y color azul rey, el segundo era muy gordo y sus hojas parecían manchadas de café y la tercera era un libro tan pequeño que cabía en la palma de su mano.
   Se sentó a leer el segundo libro primero, donde venían todos los nombres de todas las familias mágicas que existían, tanto de sangre pura, muggle y mestizos.
   Se fue a la sección de familias de sangre pura, donde los apellidos parecían no acabar nunca.
   Algunas familias ya habían fallecido por completo y no había ningún heredero, otros eran pobres, e incluso la familia Peverell era nombrada en ese libro.
   Se detuvo a ver la imagen representativa debajo del título, donde sólo era un pintura, pero tenía tanto parecido a su padre, a su madre y a su hermano, donde ya se le veía mayor de edad. Acarició la imagen, sintiendo la melancolía subir hasta sus ojos.
   —Tiene un parecido a papá—Susurró y limpió las lágrimas que colgaban de sus ojos.
   Pero no encontraría las respuestas en una familia que ella ya conocía, así que siguió dándole vueltas a las hojas del libro.
   Hasta que se detuvo en una curiosa página.
   —¿Malfoy?—Sonrió y se animó a leer un poco.
   Una familia privilegios, importante, adinerada, prestigiosa, casi tan perfecta como su la línea de sangre. Explicaba cómo era que los Malfoy consideraban la importancia y la creencia de mantener siempre la sangre pura en cualquier generación, aunque su reputación afectiva, no era del todo buena. ¿Por qué? Siguió leyendo. La primera guerra mágica, los reclutas, los mortífagos, Voldemort, la derrota, el nombre manchado de los Black, Lucius, Narcissa, Draco…
   —¿Qué lees?
   El aliento se le salió como el alma al escuchar su voz justamente al lado de ella, dio un salto del susto y se apartó enseguida.
   —¡Oh por Dios! ¡Draco!—Susurró, con las piernas temblorosas.
   Apartó su libro para que éste no pudiera verlo y lo volteó a mirar.
   —¿Qué quieres? ¿Qué haces aquí?
   —Tch, ¿No puedo estar aquí?—Tomó una silla y se sentó al lado de la chica—¿Qué lees?
   —N-Nada.
   —_________...
   —Nada, solo… Una novela de romance.
   —¿Mi historia familiar te parece romántica?—Murmuró, evitando que más miradas molestas los clavaran.
   —¿Q-Qué?—Se dio cuenta que Draco tenía justamente la mirada en el título del libro—Ah, no eso es aparte, estoy buscando familias de sangre pura adineradas, donde podría empezar a buscar.
   —Oh, que bien, ¿Y mi casa es uno de los candidatos a tu visita?
   —Probablemente.
   —¿Qué más familias tenemos?—Preguntó estirándose para alcanzar el libro.
   El corazón de Peverell se alteró como motor al sentir el pecho del pelirrubio pegado a ella y también sus fuertes latidos.
   —Tenemos a los Longberth, Rootglees—Leyó—Todas estas familias, que asco, ¿Los visitaremos?
   —Si no quieres, no—Contestó, mirándolo fijamente. Se veía tan lindo y calmado cuando sus ojos se fijaban en las letras—Puedo ir yo.
   Draco la atrapó mirándolo y no se pudo resistir a sus ojos redondos.
   —No, vamos juntos—Sonrió.
   —Draco…—Musitó, llamando su atención—¿Somos… Mejores amigos?
   Él miró el libro, pensativo. ¿Eran mejores amigos? Si, tal vez si lo eran, tal vez sí había confundido sus sentimientos.
   Se mordió el labio mientras asentía.
   —Somos mejores amigos.
   —Entonces… ¿Puedo preguntar si te gusta… Alguien?
   —¿Si me gusta alguien?—Suspiró, nuevamente pensativo, mientras pasaba y pasaba las hojas—Lo dudo mucho, tú sabes—Sonrió—Tengo estándares muy altos, merezco una chica perfecta.
   —Tus… Padres, ellos… ¿Crees que te criaron bien?
   —No tengo respuesta para eso—Sonrió—Me tengo que ir.
   —¿A dónde?
   —No sé—Se levantó, dejando la silla en la que se había sentado en su lugar.
   —Prométeme que no estas haciendo nada malo.
   —Me voy.
   —Draco—También se levantó y lo tomó del brazo con resistencia. Tensando el cuerpo de éste—Quiero… Quiero que estés bien, prométeme que no estas haciend-
   —Suéltame.
   —Draco…
   —Que me sueltes, _________—Repitió, con énfasis.
   —Eso no me da mucha confianza—Respondió con toda calma.
   —Pues es tu problema.
   Se zafó de su agarre y se largó, con la más extraña y malvada indiferencia.
   Peverell tan solo estaba tratando de unirse más a él, de conocerlo más, de tener algo más personal, pero todo había salido mal.
   Lo había hostigado, quizá se sobrepasó.
   Tal vez… no son del todo mejores amigos.
   Derrotada, regreso a su silla y siguió leyendo, dejando en paz al pelirrubio, después de todo, no valía la pena molestarlo más.
   Buscando más familias que investigar.

Hechizo ~ Draco Malfoy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora