El día estaba brillante y hermoso. ¡Estaba bien soleado y despejado!
—Hoy me amaneció la boca con olor jengibre, ni siquiera quiero participar en clases.
—Puedes ponerte pepino, reduce los olores.
—Ah, eres una sabelotodo, ¿Por qué no me sorprende?
Peverell sonrió y ajustó su bolso.
Desde aquella mañana evitó a toda costa a los chicos de Hufflepuff, o cualquier cosa que tuviera que ver con el amarillo, y eso era muy agotador.
Temía por su suerte.
—Hey, ¿Estas bien? Estas nerviosa desde la mañana.
—Lo siento, pero estoy bien, de verdad.
Emily no estaba segura del todo. Su amiga de verdad parecía muy nerviosa y cuando veía pasar a un Hufflepuff se encogía o apresuraba el paso.
Aún así sonrió, confiando en qué estaría bien.
—El día está muy soleando, ¿No crees? Hoy si que hará calor.
—Si… Parece que hoy hará calor—Repitió la castaña. De repente su rostro se iluminó.
¡Era la noche perfecta para ir al lago!
No sólo no tenían clases por la noche, si no que el lago estaría tibio por la acumulación del agua caliente por el día.
—¡Buenos días, chicas!
—¿Qué hay, Félix?—Saludó la morena.
Éste parecía agitado e incluso algo muy divertido. No tenía la bata ni el suéter, sólo la pura camisa y la corbata azul.
—Estamos buscando un sapo, le pertenece a uno de nuestros estudiantes, le dieron algo de tomar y ahora se ha vuelto tan rápido que parece invisible.
—¿Ya probaron hacer una trampa?—Preguntó la castaña, con una sonrisa muy divertida.
—Una trampa… Brillante idea. Nos vemos luego, chicas—Se acercó para depositar un besito delicado en la mano de Peverell y se fue corriendo cuando escuchó a otro de Ravenclaw gritar que había visto al maldito sapo correr por el pasillo del piso inferior.
—Dios, mira esos glúteos redondos.
—¡Mily!
Ésta se empezó a reír.
—No puedes negar que tiene un cuerpo sexy.
—Pero no se supone que lo digas en voz alta.
—¡Lo estás admitiendo!
—¡Yo no dije nada!
Ambas se fueron riendo al salón de ciencias muggles, tomadas del brazo y dando saltitos.—Los muggles sí que a veces resultan muy impulsivos–Opinó la china, leyendo su libro—También son astutos.
—Creo que antes eran más astutos, llegaban a quemar y asesinar a magos y brujas, ahora sólo dejan que pasemos de largo.
—¿En tu época lo hacían?
Peverell asintió.
—Llegaron a cortarle las extremidades a la amiga de una tía, desde entonces ella se quedó en casa evitando el contacto máximo con muggles.
—Es horrible.
—¿Tienen alguna duda?—Interrumpió la profesora, poniéndose detrás de ambas chicas.
—No, profesora. Es solo que estábamos comentando sobre… El interés de antes y después de los muggles.
—Oh, eso es interesante, señorita Peverell.
—Realmente me gusta mas el tiempo ahora, hay más libertad y privacidad para la magia. Los muggles ya no toman en cuenta nada paranormal.
—Es un comentario muy cierto, pero no deben subestimarlos, así como se han vuelto ignorantes a la anormal para ellos, se han vueltos generaciones más y más inteligentes, su tecnología podría de alguna forma, superar nuestras capas de… Anonimato. Pero no se distraigan y sigan estudiando, luego preguntaré para ver si entendieron.
—Si profesora.
Emily y _________ se miraron a la cara con una sonrisa y luego la bajaron, tomando notas clave que le ayudarán a entender el tema.Sus ojos se perdieron en la nada, repentinamente su mente se detuvo como un botón y sintió un pico ardiente en su pecho. Una impotencia de rabia.
—Hey, chica, iré a la biblioteca a repasar unos temas, ¿Qué harás tu?
—Quiero estar sola—Respondió, mirando el suelo.
—¿Estas bien?
—Estoy bien.
Peverell ajustó su bolso e ignoró cualquier otro movimiento que hiciera su amiga y se largó sin el más mínimo fulgor en su rostro.
¿Eh?
¿Qué sucedía con ella?
—¡Hey! ¿A dónde iras?
Pero no hubo ni una respuesta, solo vio a su amiga irse con los pasos bien rectos en el pasillo. Parecía enfadada y totalmente sacada de mundo.
Sus pensamientos estaban desiertos. Su cuerpo fluía de sangre ardiente y sentía un odio impertinente.
—¡Hey! ¡Peverell! ¡Iremos a entrenar Quidditch! ¿Quieres-¿
—Calla tu maldita boca—Refunfuñó, empujando a sus compañeros del equipo y abriendo paso entre ellos.
Todos quedaron perplejos por la inexplicable conducta de la chica. Siempre fue muy dulce y bondadosa, ¿Qué había sido aquella ofensa?
Pero la castaña siguió caminando.
Sus pensamientos estaban nulos y su cuerpo caminaba sólo y a ciegas. Controlado por la ira.
Maldito.
Debía deshacerse de aquello que le molestaba tanto. Que odiaba en el fondo de su subconsciente.
La Sala de Menesteres, ¿Eh? Allá vamos.
Bajó el eco de sus pisoteadas que retumbaban por todo el pasillo, se empezaron a escuchar otro par de pies, justamente en dirección contraria.
Sonrió, mostrando en su rostro, la viva imagen… Del peligro de la magia.
Era él.
Perfecto.
Aceleró el paso… Y un poco más, y más, y más, cruzando la esquina… Topó con los grisáceos ojos estrellados.
—¿________?—Pudo apenas decir. Cuando una fuerza le arrancó de su mente la conciencia en el segundo y su espalda quebró contra la pared.
Peverell se acercó a él y le apuntó su varita contra el cuello.
—El Armario Evanescente—Farfulló. Iracunda se veía en sus ojos.
—¡¡_________!! ¡¿Qué te pasa?!—Gritó, e inmediatamente recibió un puñetazo que lastimó su cachete interior, abriendo una herida punzante y dolorosa.
—¡¡El Armario Evanescente!! ¡¿Dónde esta?!
Draco cerró los ojos. Estaba aterrado.
—N-No se de que ha-hablas—Contestó, con la voz temblorosa mientras sacaba su varita para poder defenderse.
Pero la chica piso su pie con tanta fuerza que terminó por romperle un par de dedos y alejó la varita.
—Será mejor que me digas donde está…—Amenazó, encajando la punta contra su cuello, provocando que este poco a poco se asfixiara
—_________, por favor—Musitó, ardiendo del dolor que sentía en su cuerpo.
Su espalda dolía como si se hubiese quebrado, su mejilla empezaba a hincharse mientras que de su boca goteaba un hilo de sangre y no podía sentir ni un poco de fuerza sobre su mano.
Lloriqueo, ¡¡¡Dolía cómo la muerte!!!
—Por favor…
Tenía miedo de morir.
No.
Peor aún.
Ella… Se había vuelto el terror mismo. Sintió el verdadero miedo al ver sus ojos llenos de ira y repugnancia.
Un peligro evidente.
Ni siquiera podía ver sus ojos.
Dos tibias gotas cayeron sobre sus mejillas… Tan puras y cristalinas.
Suficiente para corromper al odio.
Perfecto para vencer al mal.
—¿D-Draco?—Jadeó.
El sonido de su varita caer fue lo que impulso al chico a abrir sus ojos.
Al voltear, la vio a ella, contra la pared de enfrente, tapándose la boca mientras miraba aterrada… Lo que ella… Había provocado.
—________.
—¡¡Draco!! ¡¿Yo… Yo hice esto?!—Gritó entre lágrimas, acercándose a él y mirando su cuerpo tirando contra el suelo y la pared.
—Tran-Tranquila—Contestó, cerrando los ojos para poder soportar conscientemente el dolor.
—¡¡Dios mío!! ¡¡Lo siento!! ¡¡Lo siento tanto!!—Se arrodilló frente a sus piernas—¡¡Perdóname, por favor!! ¡¡No sabia lo que estaba haciendo!! ¡¡Perdóname!!
—_________, escúchame, ponme atención.
—¡¡Voy a curarte!! ¡¡Por favor!! ¡¡Resiste!!
—¡Escúchame!—Se encogió del dolor al intentar gritar. Pero obtuvo el silencio de ella y su atención—Llama… Llama a Snape. Sea.. Lo que sea que hagas, es crucial… Que llames a Snape.
—P-Pero…
—Estaré bien. Ve.
Peverell asintió y se levantó. Sus lágrimas seguían cayendo, una tras otra, formando una perfecta hilera de arrepentimiento.
Salió corriendo lo más rápido que pudo, lo más rápido que sus piernas podían dar.
Sus lágrimas eran tantas que nublaban su vista y entorpecía su rumbo, las limpiaba y limpiaba. Pero por accidente mientras se hallaba con los ojos cerrados tropezó contra su propio pie y cayó al suelo de rodillas, raspándose estas junto con sus manos.
—¡Ay, no! ¡Pobrecita! ¿Has visto cómo ha caído? ¡Debió doler demasiado!—Murmuraron por ahí.
Peverell se tragó la vergüenza y se levantó sin siquiera limpiarse. No lo valía.
Debía llegar hasta donde estaba el profesor Snape.
Su desesperación era notoria.
Hirió a Draco…
De repente solo abrió los ojos y lo miró sollozar del dolor, tirado en el suelo mientras ella mantenía su varita en la garganta de él.
Una vez más… Verlo llorar.
Verlo aterrorizado, mientras se desangraba por dentro.
Y todo… Por su culpa.
Corrió hasta el salón de defensas contra las artes oscuras. Agitada y el miedo en la garganta.
Abrió las puertas de un movimiento de varita y entró dando una curva peligrosa, con la esperanza de encontrar al profesor allí.
Un pequeño suspiro de alivio salió de su boca.
—¡¡Profesor Snape!! ¡¡Profesor!!—Gritó, corriendo a él.
Él no dijo nada, pero algo le puso en alerta al verla llorar tan desesperadamente.
—¿Qué sucede?
—¡¡¡Draco!!! ¡¡¡Draco!!! ¡¡¡Sálvelo por favor!!!—Se derrumbó contra el suelo.
Severus sintió una cubeta de hielos caerle encima. No necesito más de una palabra: el chico corría peligro.
Lanzó el libro que llevaba en la mano. Fue contra ________ y la tomó de los brazos.
—¿Dónde está?
—Séptimo piso—Jadeó—Por favor, sálvelo.
Snape la soltó con cuidado y corrió hacia donde la chica mencionó.
Y ella se quedó en el suelo.
—Draco…—Tapó su rostro, rompiendo a llorar una vez más.
¿¿Cómo había sido capaz de hacerle eso?? ¡¡A él!! Debía sobrevivir… Debía hacerlo. Draco era fuerte y le pidió firmemente que buscara al profesor.
Tenía que llegar a tiempo y sanar las heridas que ella provocó.
Si…
Lo sabía…
No debía seguir allí.
No podía seguir cerca de él.
Ella juró proteger y devolverle la felicidad a él. Como a una persona que esperaba amar… Una sonrisa que siempre cuido… Unos hermosos ojos que siempre espero verlos brillar, ahora solo vio temor hacia ella, del peligro que ella significaba.
Y aún así… En su voz, se notaba la profunda tranquilidad que él llevaba dentro aún si tenía los huesos rotos.
Debía odiarla.
Y ella merecía que la odiara.
No tuvo control de sí misma para la maldición. Porque lo sabía, sabía que todo había sido producto del augurio de la mala suerte.
No era una bruja decente de su profesionalismo.
No era buena.
No merecía ser llamada heroína.
Debía ser odiada.
Debía ser aislada.
Draco…
No merecía ser… Querida por él, ahora después de lo que le hizo.

ESTÁS LEYENDO
Hechizo ~ Draco Malfoy
FanficUna linda y divertida historia en la gran y sorprendente escuela de magia y hechicería, Hogwarts. Había una vez un desafío para el mundo de la magia que cayó desde el cielo. Literalmente. La era de la magia se enfrentará al descubrimiento de h...