Hechizo ~ Draco Malfoy

Ep. 7

     Peverell se recostaba sobre su pecho desnudo, con una mirada atenuada, mientras le acaricia la mejilla suavemente.
   —Buenos días, Draco~—Saludó, depositando un beso en la mejilla del pelirrubio—¿Amaneciste bien?
   —Amanecí increíble, gracias a ti.
   —Ay tontito, despiértate, es hora de clase—Se paró encima de Draco.
   —¿Qué?
   —Despiértate, llegaremos tarde—Abrió lentamente su bata, dejando ver su intimidad.
   —¡¿Qué haces?!
   —Despierta…

   —¡Draco! ¡Despierta!—Gritaba el pequeño regordete.
   Malfoy se despertó dando un enorme grito que resonó hasta la sala común de Slytherin.
   —Ah, sigue vivo—Resopló Zabini, agarrando su pecho con alivio—Solo tenía el sueño pesado.
   —¿Estas bien Draco?—Le preguntó Crabbe, quien estaba a la orilla de su cama—No despertabas y nos preocupamos.
   —No—Respondió inmediatamente el chico, mirando el techo, recordando su sueño—Soñé algo que no debía soñar—Levantó la sabana—Demonios, ahí está.
   Empujó a Crabbe para que saliera de su cama y se fue disparado al baño a lavar su cara. No podía sacar de su mente aquella obscena escena de su sueño.
   —¿Cómo pude soñar algo así?—Se preguntó así mismo, con la cara hacia el lavabo—Y aparte… ¿Con Peverell?
   Tocaron la puerta llamando su atención.
   —¿Estas bien?
   —Estoy bien idiotas, lárguense de aquí—Respondió molesto, volviendo a mojar su cara.
   Estaba tan molesto y aparte despertó gritando. Completo idiota.
   Volteó a ver su pantalón.
   —Tu cállate.
   Agarró su gel y recogió su cabello hacia atrás, como normalmente lo hacía. Tomó una toalla para secar sus manos mojadas y salió del baño. La habitación ya estaba vacía, entonces se dirigió a su armario y sacó su uniforme.
   —Y hoy, otra vez a intentar arreglar ese estúpido Armario—Se dijo a sí mismo, mientras abotonaba su camisa—A la mierda.
   Se colocó la corbata y el suéter. Pensaba en lo aburrido que sería su vida, y es que era la verdad. ¿Qué cosas podrían suceder? Voldemort trastornó su mundo y pinto de gris.
   ¿Pero que otra cosa tenía que hacer?
   Después cerrar su pantalón, le dio una boleada a sus zapatos.
   Sinceramente, tenía miedo de llenarse de esperanzas, tenía miedo de que un rayito de sol se cruzara por su corazón y un señor siniestro lo borrara de su vida.
   Se ajustó la bata, se miró unos instantes al espejo y luego se dispuso a bajar las escaleras hacia la sala común.
   No quería enfocarse en nada más que en terminar la misión y matar a Dumbledore. Pero ni siquiera tenía fuerzas para pensar en hacer todo eso.
   Era débil y lo sabía, pero no había camino que seguir.
   Pero a la vez, deseaba ese rayito de sol, ¿verdad? Una fuerza que lo protegiera, que le hiciera pensar que todo estaría bien.
   Unas palabras, una caricia, un risa, una familia, unos amigos. Algo… Solo… Solamente…
   —¡Buenos días, Draco!
   … Un rayito de sol.
   —No molestes, fea. No estoy de humor—Dijo el pelirrubio subiendo unas escaleras, evitando ver a toda costa a la chica que apareció en sus sueños.
   —¿Eh? ¿Por qué?—Siguió insistiendo, esperando que el pelirrubio la mirara a los ojos. Luego se dio cuenta que éste estaba de color rojo—Oh, te sonrojaste.
   —¿Y tienes que decirlo?—Malfoy puso su mano sobre su cara para que nadie notara su vergüenza—¿Qué quieres? Habla ya.
   —Nada—Respondió la chica, poniéndose frente a él con una enorme sonrisa, en un escalón más arriba que él—Solo quería dedicarte los buenos días y agradecerte por no delatarme anoche.
   Unos alumnos de primer año que pasaban a su lado se les quedaron mirando de una forma pícara.
   —¡N-No es lo que piensan! Pequeños monstruos—Gritó Draco, luego se giró a la chica y le jaló del uniforme—¿Qué crees que estas haciendo? Me avergüenzas.
   —No es nada, Draquito—Soltó una risita mientras tapaba su boca y le soltaba un golpecito suave al pecho—Que te vaya bien en tus clases—Y salió corriendo escaleras abajo.
   —¡¿“Draq-Draquito”?!—Gritó irritado mirándola bajar las escaleras a toda velocidad y todos en las escaleras lo escucharon—¡Esa niña fea esta loca!
   Se volteó y se cubrió con un libro para que nadie lo viera.