Cosas de vuelo

111 10 7
                                    

/Narra el autor/

  Era un día normal en Berk. Los chicos todavía no habían llegado a la academia de dragones. Este estaba completamente vació.

  Era muy temprano ese día. Un joven con ansias por aprender a montar en dragones entró a la academia montando una oveja con alas de cartón y... un lanzallamas. Al principio la cosa iba bien pero luego el chico provocó un pequeño incendio. El chico intentó ocultar su desastre pero justo llegaron los jinetes para arreglarlo.

Astrid: Gustav, ya te dije que este lugar esta restringido para los nos.

Gustav: Pero jefa...

Astrid: Nada de peros. Este lugar es serio para nosotros. Es un lugar en donde podemos entrenar a los dragones. Ya no es una arena en donde los matamos por diversión o un lugar para hacer travesuras.

Gustav: Es que yo quiero ser un jinete de dragones.

Patán: Pobre. Desde que entró en mi círculo quiere ser como su heroe, yo.

Gustav: Por favor.

Astrid: Entiende. No puedes montar a un dragón como si fuera una mascota más. Son seres vivos.

Hipo: Hmp.

Patán: Escuhca niño. Todos los cupos estan llenos. No podrás ser un jinete de dragones a menos de que uno de nosotros renuncie o este por estirar la pata.

  Unos días despues

Patán: ¡¡¡Voy a estirar la pata!!!

Todos: Lo sabemos

Patán: ¿Lo saben? ¿Y aún asi no van a hacer nada? Uno de sus mejores hombres se va ¿Y no diran nada?

Hipo: Estamos tratando cosas más serias, Patán.

Astrid: Además, si te vas no afectará mucho en nuestro desempeño.

Patán: Eso fue cruel.

Hipo: Tenemos que vigilar a los Marginados y a los Bersekers. Ahora que Dagur los controla a ambos, debemos tener cuidado o sino podriamos perder en el siguiente enfrentamiento.

Patán: Dejen de lado a Dagur. Como se que me extrañaran, traje a un nuevo recluta para que tome mi lugar, y ese es Gustav.

  Gustav apareció de la nada y se presentó. Patán, mientras, comenzaba a divagar diciendo que era un legendario guerrero y que vio las señales del Valhalla.

Patán: Vi el pez volador, la piedra que llora y los arboles que cantan.

Patapez: De seguro fueron un pez que saltó justo en ese momento, rocas mojadas en la playa y escuchaste el viento.

Astrid: Además, las señales solo se le presentan a los grandes guerreros.

Patán: Pues obvio ¿Y?

Hipo: Eso no te da derecho a elegir un nuevo recluta sin nuestro permiso. Y no, no vamos a enterrar a Colmillo vivo contigo.

Patán: Bueno joven Gustav, hay mucho que enseñarte.

Hipo: Supongamos por el bien del argumeno que tienes razón. Solo viste tres señales, faltan dos.

  En ese preciso instante cayó una gallina muerte frente a ellos. Hipo intentó calmarlo, pero los gemelos no eran de mucha ayuda. Al final los chicos tuvieron que irse.

  Los demás ignoraron los delirios de su amigo y se pusieron en marcha hacia la isla de los Marginados. En el camino, Hipo seguía sin hablar con Astrid y esto generó una atmosfera tensa. Los gemelos no quisieron decir nada debido a lo difícil que era tratar con esta situación.

CEATD (Otra Realidad) SerieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora