Liberen a Scaldy

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/Narra Astrid/

  Pasaron algunos días desde lo del Skrill y todavía debíamos lidiar con las consecuencias de aquellos sucesos. Sin embargo, Dagur no es la única amenaza que tiene mi pueblo. Hoy los chicos y yo decidimos buscar al Grito Mortal y prevenir cualquier ataque que estuviera planeando. Nos dividimos en dos grupos y buscamos al dragón pero no paso nada. Mientras lo haciamos, tuve que lidiar con las payasadas de los gemelos pero prefería eso a lo otro.

Patapez: ¿Por qué lidiamos con ellos?

Astrid: Eran ellos o Patán.

Patapez: Buena elección.

  Hipo y Patán de seguro ahora mismo están explorando las isla dragón y sus alrededores.

  Nos aproximamos a la isla de los Alacambiantes y lo primero que escuché fue sugerencia de los gemelos para hacer una locura. Traté de ignorarlos hasta que Chimuelo escuchó algo y nos guío hacia un dragón que estaba lastimado. Era un Escaldaron y tenía un par de rocas sobre una de sus alas. El dragón no pudo levantarse, los gemelos jugaban con su suerte y Patapez me estaba explicando sobre el dragón, todo ocurrió al mismo tiempo. Tenía que ser muy paciente para aguantarlo todo sola. Luego de que Patapez me llenara la cabeza de información, sabía que debíamos llevar al dragón al agua o sino moriría.

  Mientras los gemelos hacían sus tonterias, yo intenté acercarme al dragón para intentar interactuar con él. Hice lo que pude para ayudarlo pero él me rechazó e intentó rociarme viva. No tuve más opción que escapar y esconderme junto con los demás.

  Patapez y yo discutimos opciones para liberar al Escaldaron antes de que muera. Tratamos de pensar en varios planes posibles pero ninguno me convencía. Encima, los gemelos aportaban ideas tontas y sin sentido. Al final nos decidimos por bañarlo, pero las cosas no funcionaron como lo planeamos y terminamos en apuros. Al final pudimos estar a salvos pero por poco no lo logramos. Hablé con los chicos y al final Patapez dijo una cruda verdad.

Patapez: Astrid, sabes muy bien lo que pienso de los dragones. Pero si no quiere que lo ayudemos, entonces no podremos hacer nada. Tal vez es uno de esos momentos en donde la naturaleza toma su curso.

Brutacio: ¿O sea como?

Astrid: *Triste* O sea si no se deja ayudar, no hay nada que podamos hacer sin ponernos a nosotros o a los dragones en riesgo.

  Me sentía triste al imaginar a aquel dragón muriendo bajo los rayos del sol. Si bien dije ciertas cosas, en realidad sentía un aprecio por los dragones. No quería ver morir a ese Escaldaron, quería salvarlo y demostrarle a Hipo que podía volver a confiar en mi. Realmente quería hacer algo, pero no podíamos hacer nada.

  Los chicos y yo nos subimos a nuestros dragones y tratamos de irnos, pero ellos tampoco querian irse. Querían quedarse con él hasta el final.

  Los gemelos intentaron hacer volar a su dragón pero este los lanzó a ambos en distintas direcciones. Brutilda terminó cayendo cerca del Escaldaron y este acercó su cabeza hacia ella y la olió. Todos nos quedamos quitos para que no la lastimara, pero parecía muy manso con ella. Al final resultó que era por el olor a pescado que tenía su cabello.

Astrid: En el nombre de Odín ¿Por qué tienes olor a pescado en el cabello?

Brutilda: Porque uso grasa de pescado.

Astrid: ¿Por qué?

Brutilda: Así tengo el pelo grasoso.

Patapez: Lo tengo. Podemos usar eso. El Escaldaron viene del mar y el olor de pescado de seguro lo hace recordar su hogar.

Astrid: Entonces lo usaremos.

  Tardamos un rato en convencer a Brutilda. Ella debía usar su ventaja para acercarse al dragón y ayudarnos a acercarnos a el y liberar su ala.

Astrid: Recuerda lo aque aprendiste en las clases.

Brutilda: ¿Qué clases?

Astrid: Solo entrena al dragón

Brutilda: ¿Cómo?

  Estaba empezando a desesperarme. Tratar con los gemelos era practicamente imposible, y para colmo las escamas del dragon comenzaban a secarse más rápido.

Astrid: Paso uno, dale un nombre.

  Entre varios nombres de los gemelos y sus insistencias, por fin hubo uno adecuado.

Brutilda: Hola Scaldy

  La cosa comenzó a mejorar y gracias a ello pudimos mantener al dragón calmado por un tiempo. Ella le habló un poco hasta que por fin llegó el momento de hacer el segundo paso. Tuve que enseñarle como hacerlo y ella lo intentó. Cerró sus ojos y con miedo extendió su mano. Al final, Scaldy la aceptó y ambos crearon un lazo. Vimos la oportunidad y quisimos aprovecharla pero de repente todo cambió. Resultó ser que los Alacambiantes fueron atraídos por los rugidos del Escaldaron y eso complicó mucho las cosas para nosotros. Intentamos esquivarlos pero eran demasiados. Ibamos a rendirnos pero justo llegaron Hipo y Patán para ayudarnos.

Astrid: ¡Hipo! ¡Patán! ¡Que alegría verlos chicos!

Hipo: ¿Qué pasó aquí?

Astrid: Un Escaldaron quedó atrapado. Necesitamos ayuda.

Patapez: Esos Alacambiantes de seguro volveran con amigos.

Astrid: No podemos perder más tiempo ¡Andando!

  El dragón estaba muy asustado y no parecía calmarse con nada. Brutilda lo acariciaba y le hablaba, pero no se calmaba. En eso, su hermano comenzó a darle un par de ideas hasta que por fin una de ellas funcionó. Ella comenzó a cantarle mientras que nosotros lentamente retirabamos las piedras una por una. Cuando por fin terminamos, vimos como el dragón intentó mover su ala pero parecía dolerle. Bajamos para verlo más de cerca y al parecer tenía el ala rota.

Hipo: Esto es malo. Con el ala rota no podra volar o nadar.

Brutilda: ¿Entonces todo fue para nada?

Hipo: No. Debemos pensar en algo.

Patan: *Burlon* ¿Y que harán? ¿Una tablilla para dragón?

Hipo: Puede funcionar. Solo necesitamos troncos y muchas cuerdas. Pero alguien debe fijarse que no se acerquen los Alacambiantes.

Patan: Yo voy y pido a Astrid.

Hipo: Ok. Necesitaré revisar al dragón.

  La conversación fue tan rápida que no tuve tiempo a reaccionar. Lo único que supe era que tenia que vigilar con Patán.

  Los dos vigilabamos para que no viniera ningun Alacambiante de repente. En eso Patán intenta hablarme de manera coqueta. Estuvo un largo rato así y no lo podía soportar, hasta que se me ocurrió una idea. Comencé a hablarle de manera cariñosa y coqueta, lo cual me dio asco, y eso lo puso incómodo. Quería claramente alejarse de mi y eso lo vi como un acierto. En eso vemos unos Alacambiantes acercandose, y parecían ser todo el rebaño. Fuimos a avisarle a los demás y ellos parecían casi listos, pero una de las cuerdas se rompió. El tiempo se acababa y ya no había con que atar la ultima parte de la tablilla. Los Alacambiantes estaban cada vez más cerca y nosotros solamente estabamos parados discutiendo que hacer.

  Al final, Brutilda se cortó el cabello y con eso logró terminar la tablilla. El dragón pudo volver al mar y nosotros escapamos de la isla. Ella le dio un ultimo adiós y todos volvimos a Berk.

CEATD (Otra Realidad) SerieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora