|46: "Razón"|

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Reproducir canción en todo el capítulo, gracias ❤️

Max Davis.

Entré a la habitación abriendo la puerta con mi pies mientras mis manos sostenían una bandeja de hamburguesa sin mucha grasa para mi esposa. Estaba sentada en cama recostada sobre la las almohadas viéndome con una sonrisa que mostraba la perfección de sus dientes y esas rojas mejillas que dejaban claro la belleza de su rostro.

— No son como las que deseas comer debido a que puede afectarte tu salud, aún así te traje una baja en grasas para complacerte.

Ella mordió su labio inferior y cada músculo de mi cuerpo se tensó. Esa acción provocaba tantas cosas en mí y lo sabía porque siempre era intencional con eso. Cerré la puerta del mismo modo con mi pie, y luego me encaminé hacia mi mujer, no podía dejar de verla y la verdad es que lo hacia solo por admirarla. Noté que se habia dejado su cabello suelto, pocas veces cuando estábamos solos lo hacia, le gustaba más mantenerlo en un moño desordenado alegando que así se sentía más cómoda, aun así a mí no me gustaba.

— Te has soltado el cabello…

Comenté dejando la bandeja sobre sus piernas, observé su cabello lacio y brillante y fue inevitable no acariciarlo. Ella cerró sus ojos al contacto de mi mano con su melena y aquella sonrisa me dejaba en claro que le gustaba mi tacto.

— Es que me dolía un poco la cabeza por la presión del moño.

Comenzó a comer sin dejar de verme. Me ofreció de su hamburguesa pero no tenía apetito porque algo se ocupada de mi mente y emociones, y era ella. No encontrar respuesta de porque mierda me sentía de ésta forma tan atento, entonces cuando sus ojos brillaron lo entendí.

Entendí que está forma de tratarla se debía al hecho de que estuve apunto de perderla de nuevo; el miedo, los nervios, la desesperación, y el no encontrarla me hicieron vivir los peores minutos de mi vida. La descuidé y pensé que la perdería, porque eso está complaciéndola en todo. Porque en el fondo tengo una deuda con la mujer a mi lado.

— Max ¿Por qué me ves así?

Su voz me sacó de mi trance. Sin dejar de mirarla le di una pequeña sonrisa al ver comida en la comisura derecha de su labio, pasé mi pulgar sintiendo su labio suave y retiré la comida para dejarla sobre el plato.

— Estaba pensando algunas cosas linda…

Frunció su ceño llevando la hamburguesa a sus labios.

— Tengo una reunión en Washington mañana en la noche. Y varias en Cleveland para pasado mañana… Quisiera llevarte conmigo pero debido a tu salud y a que ocurrió ésta mañana no quiero exponerte.
Dejó la hamburguesa sobre el plato y me miró analizado mis palabras.

— Max, sabes muy bien que me siento mil veces más segura contigo, que estando sin ti.

Sus palabras preocupadas me hicieron reir como un completo idiota. Tomé sus mejillas y besé sus labios sintiendo el sabor de la comida en mi boca, pero la verdad no me importaba.

— Maldición mujer, en serio que cada día me encantas aún más. Sin embargo solo serán dos días linda, puedes quedarte junto a tu madre aquí.

Noté como se tensaba ante mi comentario. Iana se removió incómoda sobre la cama evitando mi mirada a toda costa, ¿Qué sucedía? Observé como relamía sus labios para después morderlos inquieta, comencé a preocuparme y me acerqué aún más hacia ella tomando sus manos e llamándola suavemente.

— Iana… Iana…

Murmure retirando la bandeja de sus piernas dejándola sobre la mesita de noche, necesitaba un mejor acceso a ella, poder tenerla cerca y saber lo que le estaba ocurriendo.

— ¿Qué sucedió ésta mañana?
Bajó su mirada hasta mis manos, sus ojos tristes eran la perfecta demostración de que le había pasado algo, y aunque no quisiera decirme ella lo iba hacer.

— Igor me saco del tiroteo, y me confesó que mi madre sabía lo que yo estaba viviendo. Max ella me mintió, sabía que mi padre iba a venderme y mando a Igor a cuidarme de una manera bastante confusa alegando que sería “negativa con él”. Esa mujer no me conocía, nunca sabía mis comportamientos…

Su respiración comenzó a inquietarse, no dejaba de verme triste y sentí que tocaba un punto que para ella era muy importante. Entendí que todo lo de su salud se debía a varias cosas.

— Yo confíe en ella Max, y solo me mintió respecto a todo lo sucedería con mi padre. Estaba al tanto que dentro de la cárcel ya sabia quien era y solo actuó pero ¿A fin de qué? ¿Por qué no solo me comentó del grado de la situación? ¿Por qué tuvo que mentirme sabiendo mis experiencias con ello? No quiero verla, ni escuchar ninguna de sus explicaciones.

La miré pensativa hasta que se acercaba más a mí. Ella paso sus brazos por mi espalda y se sentó en mi regazo para abrazarme. Sin embargo solo pude quedarme en silencio. Entonces entendí que le afectaba más de lo que yo creía el hecho de que las personas le volvieran a mentir, y me sentí culpable y un completo imbécil.

— No puedes decir eso Iana. Es tu madre, sea cual sean sus errores no puedes desear no verla.

Ella se separó de mí y me miró en silencio.

— La defiendes porque es igual que tú ¿No?

Recriminó y pude notar cierta molestia en su voz que me hizo tensar. No podía enojarme de que comentara eso, porque le había mentido más de lo que una pareja normal hubiera hecho.

— Yo… L-lo siento, no quería.

Tartamudeo preocupada de mi reacción.

— No hay problema Iana. Entiendo tu respuesta.

Ella me miró esperando que dijera algo que la hiciera molestar. Pero jamás llegaría. Después de todo esa parte de mí en la que actuaba por mis impulsos habia desaparecido hace tiempo.

— No puedes dejar que esto te afecte, no puedes dejar de hablarle. Ambos hemos pasado por eso linda.

Acaricié su mejilla atrayéndola hacia mi rostro.

— Y hemos afrontado la situación que muchas veces he causado. Me diste oportunidad de remendar cada una de mis idioteces… Mírame, soy un imbécil sin escrúpulos, y sigues aquí, te he mentido más de lo que esa mujer ha hecho. Sabes muy bien qué debes hacer.

Iana me miró pensativa y luego solo ladeó su cabeza encogiéndose de hombros.

— Supongo que tienes razón.

Le dediqué una sonrisa de lado mientras mi mano vagaba por la curva de su espalda de una forma etérea y sutil.

— Me encanta cuando me dices eso linda. Me hace sentir dominante.

Susurré bromista esperando una sonrisa de su parte para anivelar la tensión que debía tenrr acumulada. Tenía la necesidad de hacer que Iana se sintiera bien, que mi esposa no tuviera éste tipo de problemas. Porque todo se debía a la base de nuestra vida “las mentiras”.

— Que idiota eres por Dios.
Comentó separándose de mí para rodar sus ojos. Extrañamente comencé a observarla en silencio, esperando una respuesta de su parte pero la verdad no la obtenía.

— ¿Hay algo más que debo saber?

Pregunté con el ceño fruncido al ver lo ensimismada que se encontraba. Podía leer muy bien a Iana, sabía cuando le ocurría algo, la conocía a ña perfección que se me era bastante predecible poder saber que algo le ocurría. Esa mirada perdida seguido de sus labios fruncidos y la forma en que me evitaba la mirada. Estaba seguro de que habia algo más que no quería decirme.

— Está todo bien Max.

Comentó a lo que solo me incliné hacía ella, retiré el cabello que yacía en su mejilla y acerqué mi rostro lentamente hasta la comisura de sus labios. Sus carnosos y deliciosos labios me recibieron con gusto haciéndome sentir paz. Iana en mis peores momentos es mi escape de la realidad, por eso mismo yo también quiero serlo para ella, quiero darle mi apoyo cada que lo necesite, la amo con toda mi vida. Mis labios jugaron con los suyos despacio y preciso, mordí placentero su labio inferior escuchando un jadeo gutural sobre mis labios.

— Si vas a ser así cada vez que me enferme, tendré que fingir para tenerte a mi lado Max.

Susurró una vez que se separó de mí. Sonreí sobre sus labios sintiendo su respiración agitada, miré una sonrisa en sus labios y pasé mi mano derecha por su coronilla.

— Me tienes a tu lado cada día y cada noche linda. Sabés que eso no es un problema para ti.
Sonrió juguetona.

— Pero no el tiempo que me gusta tenerte.

Relamió sus labios con deseo sin despegar su mirada de la mía.

— Hasta enferma eres increíble linda.

Sonrió con sus mejillas coloradas y preciosas.

— Me provocas con tus trajes de hombre poderoso, me incitas con tu rostro intimidante. Así que no me pidas ser una mujer calmada Max.

Achine mis ojos apoyando mis codos sobre el suave colchón de la cama. Mi rostros de acunó en su cuello absorbiendo ese delicioso y apetecible aroma que emanaba su piel. Demonios que pasaría toda la vida haciendo esto, pensé.

— Max…

Jadeó pasando sus manos por mi ancha espalda. Uno de sus puntos débiles era su cuello, por lo que habia decidido usarlo a su favor. Complacería a ésta mujer hasta el capricho más extraño de éste mundo, sin importar lo que costara lo haría.
Mi mano derecha viajo por encima de la tela de ese ajustado vestido que llevaba puesto hasta llegar a su seno, dónde su pezón se alzaba erecto por encima de la tela.

— Quien iba a pensar que me tendrías así de loco por ti con el pasar del tiempo.

Susurré sobre su oído mientras mi mano bajaba por su plano abdomen hasta llegar al final de su vestido.

— Lo eres todo para mí Max…

Murmuró colocando sus manos sobre mis hombros, retiré mi rostro de su cuello y noté el brillo en sus ojos.

— No volvería a faltarte de ninguna forma linda.

Sonrió y sentí como sus piernas se apretaban incómodas por la excitación que sentía. Sabía que sus deseos de tenerme entre sus piernas se debían a las pastillas que ha estado bebiendo después del nacimiento de nuestro hijo. Aunque ella no habia querido decirme nada al respecto yo ya sabía parte del porque lo hacía, sin embargo adoraba estar junto a ella y sentir su humedad y ganas mayoritarias. Por eso cuando sin previo aviso abrió sus piernas lentamente supe lo que anhelaba.

— Por favor.

Me suplicó mordiendo sus labio y con un brillo deseable en sus ojos. Deslicé mi mano por el interior de sus piernas hasta tocar esa miniatura de braga que llevaba puesta; el encaje de la tela esa suave pero se encontraba humedecido a lo que sin perder de vista sus ojos hice a un lado la braga y metí dos dedos dentro de ella con facilidad. Se retorció sobre la cama ahogando un gemido, y deslicé mi otra mano por sus labios.

Mis dedos entraron fuerte y rápido en ella, era un vaiven de embestidas rudas excitantes para ambos. La estaba complaciendo poco a lo que estaba acostumbrado, pero la amo, y si me lo pedía lo haría.

Seguí jugando con su feminidad durante varios minutos, escuchando sus jadeos y gemidos alterados por mi mano dentro de ella, hasta que su cuerpo se tensó diciéndome que su orgasmo habia llegado. Mi miembro dolía bajo la tela de mis pantalones, y aunque quería tomarla, me importaba más que se recuperara y descansara de todo lo que habia estado sucediendo en lo que iba de dia.

— Gracias…

Murmuró con una sonrisa débil. En ese momento, unos golpes en la puerta resonaron dentro de nuestra habitación.

— ¿Señor?

Uno de mis hombres habló del otro lado de la puerta haciendo que frunciera mi ceño e Iana me observaba preocupada.

— ¿Qué sucede?

Pregunté confundido acariciando la feminidad de mi esposa con suavidad.

— El señor Anxo lo espera en el despacho, es de carácter urgente.

— Voy para allá.

Iana me miraba preocupada ante lo que hombre que trabajaba para mí había dicho, sin embargo mis caricias en su preciosa feminidad evitaban que se enfocara en ello.

— Vendré a verte más tarde linda.

Retiré mi mano de ella viendo que hacía una mueca triste a lo que sonreí dejando un beso sobre sus labios.

— Descansa un rato.

Asintió cerrando sus ojos y abrazando una almohada, la observé durante unos minutos respirar tranquila con sus mejillas rojas y su cabello cayendo por su mejilla.

— Cuídate mucho cariño. Te amo.

Susurró somnolienta, mientras retiraba su cabello hacía su espaldas y volvía a besar su frente.

— Yo te amo a ti Iana.

Me levanté de la cama sintiéndome tranquilo y feliz. Me encanta poder hablarle de ésta forma, poder decirle cuanto la amo. Caminé en silencio hacia la puerta adentrándome al pasillo con una sensación de paz en mi interior.

Unos cuantos pasos más y me encontraba delante de mi despacho observando a un Anxo dentro de la instalación donde trabajaba de vez en cuando. Su mirada transmitía inquietud, desespero y enfado total lo cual sin dudarlo me llevó a entrar sl despacho cerrando la puerta tras mi espalda.

Anxo estaba perdido en sí mismo, tenía una mirada suplicante que lograba pensar miles de cosas terribles en éste momento.

— Necesito ayuda Max.

Su voz temblaba, y ahora se encontraba enojado.

— ¿Qué ocurrió?

De pronto sonrió irónico mientras sus ojos se volvían rojos del enojo, sus manos estaban vueltas puño y entonces dijo algo que al igual que él hicieron que mi felicidad se fuera a la mismísima mierda.

— Secuestraron a Lily Max.

***
¡Feliz Inicio de Diciembre!🎉❤️

Espero que esté mes les traiga muchas bendiciones a todos ❤️

Me extendí mucho con éste capítulo porque amo Max. Son las cinco de la mañana en mi país y hace tres horas que se fue la luz, y los gatos no me dejaban dormir así que decidí escribir éste capítulo que me encantó, y el cuál escribí con mucho amor y cariño.

Espero que les haya gustado tanto como a mí, gracias por todo su apoyo.

¡ESTE MES SERA INCREÍBLE PARA ÉSTA TERCERA PARTE!😻😻

Más Que Amor ✔3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora