|63: "Encerrados"|

907 85 4
                                    

Max Davis.

Uno de mis mejores momentos eran estos.

Tenerla para mi a altas horas de noche como toda una perfección en trajes de lencería que yo mismo le compraba. Era tan divino y excitante verla de esa forma. Llevaba un traje lencería algo común, sujetador sin tirantes que amoldeaba la redondez de sus exorbitantes y preciosos senos, los alzaba dándole una vista increíble y tentadora. Unas braguitas de encaje muy cortas lograban que la piel de su trasero se viera como un postre, los ligeros que se sujetaban a las medias negras en sus piernas hacían mi mente volar en cuestión de segundos. La tengo a mi merced, a la mujer con una belleza digna de admirar a cada segundo.

— Mierda — gruñi sintiendo el bulto en mi pantalón que inquietaba y enojaba.

Me deshice de la corbata con mi mano libre mientras que la otra sostenía un vaso de Ginebra. Un amenazante calor me envolvió mi cuerpo y mis músculos se tensaron cuando Iana llegó hacia mi con esa tenue luz de fondo, estire mis brazos en el espaldar del sillón y abrir mis piernas sintiendo con furia ajustado el pantalón.

— Acercate hacia mí — murmure con voz gutural tomando sus mejillas con fuerza y metiendo mi dedo en su boca. Cerré los ojos agitado sintiendo la humedad de sus labios aumentar mis ganas de tenerla poseerla con fuerza. Era un completa experta con esa boca y labios que no pude resistirme.

— Déjame quitarte esto — retiré mi mano de su rostro y dejé que se colocara de rodillas en el sillón.  Todo su curvilíneo cuerpo quedó a escasos centímetros de mi rostro, sus senos se inclinaron hacia mi rostro y mordía mi labio con fuerza sintiendo sus mano recorrer los botones de mi camisa hasta dejar mi torso descubierto.

Sus manos acariciaron mi piel calurosa mientra inconsistente solo pensaba en meter mi rostro entre ese sujetador de encajes. Maldición, me hace perder la cabeza está mujer. Tome la copa de Ginebra sintiendo mi boca seca y lentamente mientras sus manos se apartaba la camisa blanca seguido de las mangas solo pude hacer un juego, o mejor dicho, jugar a mi favor.

Incliné la copa sobre su cuello dejando que el líquido se esparciera con delicadeza.  Su boca se entrando y su piel se eriza ante el contacto frío.

— Que idiota, déjame limpiarme — me acerque llegando a mi objetivo. Sus senos. Lleve mi lengua hasta el principio donde el liquido comenzó a descender y la deslice perdiendo que más delicioso sabe el Ginebra de esta forma que solo bebiendo de una copas.

— Max — jadeo pasando sus manos mi cabello cerrando sus ojos con anhelo. Jalo mi cabello hundiendo mi rostro entre esa pequeña curva que separa sus senos y accedí. Aunque me encantará hacerla disfrutar el bulto en mi pantalón lo impedía, lo cual solo me hizo bajar de golpe el sujetador sin tirantes y encontrarme con dos erectos y delicados pezones.

Inevitablemente ya me estaba hartando la lentitud, ya no la soportaba, no podía seguir que la atracción entre ambos se alargara más.  Desbroche mi pantalón rápido sintiendo como echaba su cuerpo hacia atrás entre jadeos incontrolables. Me levanté un poco bajando el bóxer y mi pantalón haciendo que se levantara un poco restregandome sus redondos senos en el rostro mientras mi mano se dirigía hacia su entrepiso hacia a un lado la pequeña braguita y sentía el alivio recorrer cada músculo de mi cuerpo.

Iana se sentó lento y con incitación colocando sus manos en mis hombros y simplemente percini6el placer junto con la codicia inundar mi cuerpo. Cerré los ojos llevando mi mano hacia su melena suelta y cogiéndole de un puño en mi mano hice que echara su cabeza hacia atrás dándome acceso a su piel mientras la tomaba en mis piernas. Me deleite besandola, acariciando la, escuchando sus gemidos en mi oído y de la humedad que yacía de su entrepierna. El mejor manera de unir el sexo y el amor era esta,  con deseo ganas y mucha atracción y amor de por medio. 

Más Que Amor ✔3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora