|47: "Inquietud"|

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Iana Bennett.

La tarde y la noche anterior pasó rápido e incluso muy bien. Estaba feliz de encontrarme en mi casa junto a mi precioso hijo. Sin embargo esa felicidad se esfumó en el momento en que supe que Max no habia regresado a casa en toda la noche.

No dormí nada durante la noche debido a que apreciaba la preocupación por todo mi interior. Estuve deambulando por todo las instalaciones de la casa con una taza de café en mi mano y mi móvil en la otra llamándolo. Nadia habia querido decirme nada al respecto, e incluso la seguridad habia aumentado más de lo que debería de ser. Me encontraba nerviosa e inquieta al igual que cansada.

El tema de mi madre, era algo que todavía seguía meditando  a cada momento. A pesar de todo extrañaba a esa mujer más de lo que yo pensaba, pero no era fácil para mi aceptar el hecho de que me hubiera mentido e fingido sobre conocerme. No podía tomar una decisión contrata sobre que hacer, y aunque Max me habia ayudado a reflexionar un poco seguía sin obtener una respuesta concreta.

Hace varios minutos que estaba disfrutando de la mañana junto a Mase en el jardín, estábamos tendidos sobre una suave sabana de seda sobre la grama, Mase jugaba con su juguetes lo cual me hizo sonreír con alegría. Mase habia crecido mucho durante todo este tiempo. Estaba próximo a cumplir años y eso me dio a entender que debía de hacer lo posible por esto él.

— Ma… Má.

Balbuceo estirando sus pequeños brazos hacia mí. Le encantaba estar sobre mí, jugando con mis pendientes y mi cabello. Le sonreí cuando tomó mi collar e intentó llevarlo a su boca, pero justo cuando iba a decirle que no lo hiciera. El acceso principal de la casa se abrió en silencio, fijé mi vista sobre las dos camionetas Ranger negras entrar a una velocidad bastante rápida. Mase, al igual que yo notó los autos estacionarse cerca del garaje. Por alguna extraña razón aprecié una presión inefable en mi pecho, e intuía que algo no estaba saliendo bien.

Me levanté del suelo agitada con Mase en mi brazos. De pie sobre la grama proseguí a observar a los autos, del cual alrededor de diez grandulones armados bajaron con rostros cansados, algunos golpes y cortadas llamativas. Comencé a inquietarme esperando a que Max bajara del auto. Sin embargo eso no sucedió
Los hombres de Max bajaban de las camionetas hablando entre ellos mismos con tranquilidad. Fruncí mi ceño sintiéndome incómoda, solo ellos pueden saberlo, y aunque sé que no dirán nada al respecto al menos debería de hacer el intento.
Con Mase en mis brazos me levanté de la grama con cuidado y me dirigí hacia el grupo de hombres que se encontraban conversando al lado de las camionetas estacionadas. Aprecié los nervios subir por cada extremidad de mi cuerpo con rapidez, considere que algo podía estar pasando y yo no era enterada de nada. Por eso una vez que llegue a los hombres de Max, estos clavaron su mirada en mí.

— ¿Está todo bien señora?

Asentí con el ceño fruncido

— Necesito hablar con jefe a cargo.

Un hombre canoso y severo, de cabello marrón con destellos blancos, alto y fuerte me observó en silencio. Éste le dio una órdenes a sus hombres los cuales se retiraron del lugar dejándonos solos.

— ¿En qué puedo ayudarla señora?

Preguntó entrelazando sus manos para dejarlas reposar sobre su estómago.

— ¿Dónde está mi esposo?

El hombre canoso se removió carraspeando.

— Bueno señora, el señor se fue a Washington DC durante la noche, se le presentó un problema. Sin embargo ahora tiene otro más importante que no podrá resolverse.

Más Que Amor ✔3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora