|41: "Desconfianza"|

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Maratón 2/3.

Max Davis.

Abrí mis ojos abrumado de lo que acaba de escuchar.

Mi esposa amenazando a unos hijos de puta para meterse en el negocio. Aunque ella no se diera cuenta sus palabras eran tan firmes, que sonaba como una amenaza directa, sin embargo mi seriedad hacia que los hombres enfrente de mí se mantuvieran rígidos al escucharla.

Suspire viendo como todos se levantaban y se despedían de nosotros, inclusive Anxo estaba alegre por su explicación, pero yo no lo estaba. Se suponía que la había traído para que me acompañara, para que me diera una opinión sobre esto. Llegue a considerar la idea de que se negara rotundamente en que hiciera este tipo de negocio, sin embargo no lo hizo y eso me enojaba.

Todos salieron de la sala de juntas, vi a Iana levantarse al ver que fuera de la sala no había nadie a excepción de los guardias que se encontraban por los ascensores. Iana se levantó contenta de su silla y se sentó sobre mi regazo, verla me provocaba miles de cosas pero entre todas mucha molestia.

- Eso fue intenso.

Respondió soltando un suspiro. Paso su mano por mi cabello mientras mi mano jalaba la corbata de mi cuello, la mire en silencio recostado en la silla observando sus mejillas sonrojadas.

- ¿No ibas a ir a la casa para estar con Mase?

No podía tenerla cerca, necesitaba asimilar el hecho de lo que menos quería estuviera sucediendo. Por eso le fingí una sonrisa la cual como costumbre ella nota rápidamente.

- Me iré en un rato. Deberíamos celebrar que cerramos el negocio ¿no?

Comento pasando sus manos por mis hombros.

- No hay nada que celebrar Iana. Solo fue un negocio, y te agradezco que te mantuvieras alejada de esto.

Ella frunció sus labios mientras percibía mis palabras.

- ¿Y ahora porque estás enojado Max? Esto es lo que siempre has querido desde un principio, que entre a este mundo y lo estoy haciendo.

Exclamo molesta levantándose de mi regazo para cruzarse de brazos sentada sobre la mesa. Me levante soltando un suspiro con molestia, me acerque a ella percibiendo ese delicioso aroma que la acompañaba en todo momento, mis manos apretaron con fuerza la madera de la mesa y me incline para verle de cerca.

- Te equivocas Iana, el hecho de que otras personas quisieran que esto sucediera no significa que yo también. Hay una diferencia muy grande dentro de todo esto linda.

Espete viendo la furia en sus ojos, sonreí de lado dejando un beso en su mejilla, la cual esquivo con mucha molestia.

- Si estoy aquí es porque lo decidí yo misma. Así que te tocara aceptar la realidad. Quieras o no voy a traficar con armas al igual que tú.

Se levantó furiosa de la mesa dirigiéndose hasta la puerta.

- ¡Vas a salir perjudicada Maldición!

Grite cuando azoto la puerta con fuerza dejándome solo. Esto no se va a quedar así.

~~~

Abrí la puerta del auto observando la casa iluminada. El asunto de nuestra discusión en la mañana todavía no salía de mi mente, y buscaba soluciones para hacer que se olvidara de todo, sin embargo no lo conseguía sacar de mi mente, de la parte trasera de auto saque dos cajas de regalo y se las extendí a un guardaespaldas para que la dejara en nuestra habitación.

Camine a pasos rápidos hacia la entrada sintiendo el ambiente cálido de la casa, retire mi saco caminando hacia mi despacho para dejar las nuevas inversiones. Eran altas horas de la noche, por lo deduje que mi mujer y su madre estarían durmiendo, por Mariano no me preocupaba, e incluso no habíamos hablado bien y lo agradecía por completo, no quería escuchar sus sermones cuando sabía perfectamente lo que iba hacer.

Más Que Amor ✔3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora