|57: "Poema"|

877 83 14
                                    

Max Davis.

Observo en silencio el cuerpo de mujer tendido sobre la cama con una sonrisa ladeada.

Seguía dormida, se notaba serena y cómoda acostada boca abajo con solo esas braguitas de encaje que solo me han producido dolor en mi miembro. Jamás me había sentido tan excitado y ansioso de querer tenerla como lo he estado éstos días pero al llegar a Miami y recibir el mensaje de su doctora fué inevitable no sentir gracia y enojo de lo que estaba haciendo.

Iba a descubrirlo sin importar lo que costara, era obvio que le preguntaría a su doctora y que averiguaría la verdad de esa consulta. Sin dudarlo me adentré al baño y me dí una ducha rápida sin borrar la sonrisa de mi rostro al recordar su juego, y el cual no podía negar, había caído. Tomé una toalla y la envolví alrededor de mi cintura para luego arreglar mi cabello y mi barba para irme junto a Iana a dar un paseo por las instalaciones del inmenso hotel.

Al salir de la ducha noté a Iana sentada sobre la cama con una cara bonita y somnolienta.

— ¿Qué hora es?— preguntó retirando su cabello de su rostro.

— Son las dos de la tarde, ve a darte una ducha para que vayamos a comer algo— tomé su mano y la ayudé a levantarse. Iana no se habia dado cuenta de su desnudez a causa del calor que amenazaba la tarde de Miami.

— Estás muy mandon Max — la miré serio mientras dejaba un beso en su mejilla y la guiaba hasta la puerta del baño.

Era muy claro que no podía fingir mi enojo hacia ella, por mucho que lo intentara no iba hacerlo por el simple hecho de que me mintió y me hizo aguantas mis ganas de poseer su cuerpo con locura. Sin embargo, no había podido hacerlo, pero sin duda ésta noche iba a ser mía. Me coloqué un pantalón playero seguido de una camiseta blanca un poco transparente, seguido de mis zapatillas. Tomé mi móvil viendo el correo de Anxo relevante sobre mi pantalla, no habia querido abrirlo, no quería que nada arruinara estos días con Iana.

Pero tuve que hacerlo. Respiré aliviado al ver las fotos que Anxo me habia enviado, habia averiguado todi lo que le había pedido y no estaba para nada mal. Era agradable y muy a mi gusto, muy aparte de todo eso, habia un documento adjuntos cuyo nombre se trataba de la próxima venta de armas que se realizará aquí en Miami para el fin de semana. No le habia comentado a Iana debido a que era un evento que yo mismo llevaría a cabo por petición de cada uno de los adinerados de la ciudad, incluyendo a varios alcaldes.

— Ya estoy lista, ¿Nos vamos? — La miré en silencio. Llevaba un corto top de color amarillo que amoldeaba sus pechos a la perfección, seguido de una falda larga de estapados suelta, la cual conservaba de una apertura en mi pierna derecha muy notable y le caía en su cintura. Con unas sandalias de tacón corto.

— Estás mostrando mucho linda — hable rascando mi barba sin dejar de ver su cintura marcada — Ponte otra cosa — ella se acercó silenciosa tomando mi rostro entre sus pequeñas manos para mirarme con una sonrisa.

— Me veo bien, y no voy a cambiarme — sonrió irónica entrelazandolo nuestras manos en silencio.

Esta jugando a la rebeldía, y fué inevitable no sentirme dominado por su voz.

•••

Entre su melodiosa risa y el tedioso sol de Miami comencé a pensar en lo afortunado que era al tener una mujer fuerte, con un carácter increíble, y una manera de volver loco a cualquier hombre con solo ser ella misma.

Más Que Amor ✔3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora