|73: "Advertencia"|

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Iana Bennett.


La imagen con frase adjuntada era el ejemplo de una advertencia concreta, y el miedo recorrió mi cuerpo al verla. Yo me encontraba despojándome de las prendas enfrente de la cama, no mostraba mucho, pero luego la siguiente salía con la bata de satén,  y en la última estaba inclinada sobre el sillón mientras Max acariciaba mis caderas. Con una frase peculiar, o mejor dicho, con una buena referencia : “¡Todas irán dirigidas a ti maldita Iana!"

Aquello solo me había dejo inquieta y curiosa, ¿Por qué me envían fotos de mi misma? Me pregunté confusa, pero luego aquí en la cuenta de que nos estaban espiando.

— Nos están espiando — murmuré nerviosa viendo a Max dar un respingo sobre la cama para luego levantarse y tomar mi móvil.

— Maldición — exclamó tenso dándome una mirada asombrada — Ve por algo de ropa, rápido — murmuró a lo cual yo asentí yendo hacia el armario mientras escuchaba las persianas cerrarse.

Con nervios tomé lo primero que encontré para vestirme. Zapatillas cómodas, una licra blanca y una camiseta holgada con un suéter liviano. Para Max tome sus habituales zapatos deportivos con una de sus camisetas Polo, y unas pantalones casuales, pero cuando me dirigía hacia la puerta me encontré con su mirada pasiva, y con un ademán me indicó que hiciera silencio.

Entro al armario despacio sin hacer ruido, y me arrebató la ropa de las manos y se la colocó von rapidez sin dejar de mirarme. La preocupación subía por mi cuerpo, no entendía porque me pidió que hiciera silencio, pero una vez que se vistió me acerque a él despacio notando desesperación en sus ojos. Apreté su mano con dulzura llamando su atención.

— Linda — susurró pasando sus manos por mis mejillas — Tal vez este siendo paranoico con todo esto — y un sonido abrupto retumbó en la habitación haciéndome ahogar un gemido. El cristal de la habitación sonó con fuerza indicando que lo habían destrozado por completo — No estoy siendo paranoico — confirmó besando mi frente para luego irse hasta el fondo del armario y comenzar a sacar del fondo armas e implementos de defensa.

Me quedé asombrada, ¿Cuánto tiempos tiene eso allí y porque mierda no me había dado cuenta? Di unos pasos asombrada notando que guardaba un arma detrás de sus pantalones y tomaba otra aún más grande, no tenia ni idea sobre armas. Maldición creo que todavía sigo procesando toda esta mierda.

— Necesito que lleves esto — murmuro agitado extendiéndome un arma a lo que yo trague salive y por respuesta retrocedí unos pasos.

— ¿¡Estas loco!? ¡No pienso llevar eso Max, no soy una asesina! — me miró pasando su mano libre por mi mentón.

— Se que no eres una asesina linda, pero es por precaución — acarició mi barbilla con su dedo dándome una sonrisa — Si llegara irme y te dejara sola puedes usarla para defenderte — lo miré aterrada pero luego la acepté con mis manos sudorosas — Lo siento linda, pero esta será la última vez que haremos esto — murmuró mientras un disparo resonó dentro de la habitación y mi corazón se desembocó. Max me lanzó una de sus sudaderas indicándome que me la colocara a lo cual no dude en hacerlo. Tomo el arma que había dejado fuera y le colocó una especie de tuvo plateado en la punta. Todo esto me está produciendo escalofríos.

Max asintió dándome un ademán para que lo siguiera en silencio. La persiana tenía un pequeño agujero, y esta entreabierta, Max me indicó que fuera hacia la puerta a lo cual a paso apresurado fui. La oscuridad de la casa era increíble y me sentía como si hubiera estado en una película de terror, pero en este caso yo era la perseguida junto a Max.

— No hay nadie allá fuera — espetó serio tomando mi móvil y el suyo de la cama — Debes llamarle a tu hermano, pediré que saquen a Marcela de la casa por los jardines traseros y tú iras con ella — abrí mis ojos confusa.

— ¿Piensas quedarte tu solo? — negué frenéticamente — Ya habíamos hablado de esto Max —

— Iana… Esto no estaba en nuestros planes, las cosas se adelantaron y no quiero correr riesgos — el tono preocupado de Max me alarmó. Y otra vez volvíamos a la misma discusión en momento inadecuado. Tomó mi mano y me sacó de la habitación sin guardar su arma.

Cruzamos por el pasillo, pero sentía aquella sensación extraña muy dentro de mí. Bajamos las escaleras con rapidez pero esa sensación de ser observada me recorría  hasta las entrañas, la casa era inmensa tenia miles de habitaciones y lugares buenos para esconderse.

— ¿En qué tanto piensas? — preguntó en un susurró mientras caminábamos hacia el pasillo de la habitación de Marce.

— Es solo que… siento que algo no va bien… Todo está muy sereno — una sonrisa de dibujó en sus labios.

— Siento lo mismo, pero no van a joderme — esbozó una sonrisa alegre que me heló por completo el cuerpo. Alzo su arma y disparó hacia las puertas de la cocina donde el cuerpo de un hombre desconocido cayó en el suelo. Nunca me acostumbré a esta parte de Max. Jamás.

Se volvió hacia mí con rapidez y comenzó a caminar a pasos rápidos hacia mí.  Mientras corríamos por el pasillo y llegábamos a la habitación de Marce sentía mi cuerpo terriblemente tembloroso. Max cerro la puerta tras su espalda observando la habitación en silencio. Marce yacía acostada y totalmente asustada, a su lado se encontraba Anxo tratando de calmarla. Oh, sabía que vendría a verla.

— Hijo de… — murmuró Anxo serio — ¡Demonios, pensé que les habia sucedido algo! — estaba enojado pero no le presté mucha atención. Me acerque a Marce notando que lágrimas bajaban de su rostro con desesperación.

— Estamos bien, necesito que me ayudes a sacarlas de la casa — ignore el comentario de Max y solo pude fijarme en Marce.

Limpié sus lagrimas viendo que comenzaba a alterarse. Dios estaba desesperada y solo hacía que se me partiera el corazón.

— Debes detener esto — musito entre sollozos ahogados aferrando sus manos a mis brazos — Nadie debe de morir Iana, solo quiere hablar contigo una ultima última vez — trague saliva nerviosa — esto es una cacería recuérdalo, va por ti, no por Max — afirmó y mis labios se separaron para suspirar. Negué frenéticamente alejandome un poco de ella.

Estaba a punto de volverme loca con todo esto. Primero las fotos, luego el arma, después Marce y ahora la cacería. ¿Qué mierda sucede con las personas última? Estoy enojada y furiosa, cansada y con un odio acumulado hacia el causante de toda esta mierda. Gire mi rostro tonando que Anxo se acercaba y tomaba a Marce entre sus brazos.

— Iana debemos irnos — murmuró Anxo y mi mirada se dirigió hacia Max. Me miraba tenso y con un destello de miedo en sus ojos.

Sentía que mi mundo solo dependía de un si y de un no. Max me rogaba con su mirada y el silencio temeroso de la casa solo me provocaba escalofríos extraños. Mi mente indagaba entre todo lo que debía hacer y miré a Anxo.

— Está bien — asentí abriendo la puerta para darle una última mirada a Max y salir con Anxo y Marce hacia el pasillo.

Cruzamos el recibidor hacia la piscina y luego hacia los jardines traseros. Caminamos entre la oscuridad de la noche mientras mi corazón desbocado pensaba en Max y lo solo que se encontraba en éste momento. Mierda mi corazón se oprimió y miles de pensamientos negativos cruzaron por mi mente, me maldije internamente una vez llegamos hacia una de las camionetas de Max donde sus hombres la custodiaban completamente armados.

— Max se quedó dentro y de seguro querrá refuerzos — Anxo subió a Marce a la camioneta mientras le indicaba a los hombres de Max la situación — Deben de estar alertas en todo momento —

Cerré mis ojos suspirando mientras pensaba en todo lo que había sucedido hace apenas unas horas, en lo alegre y feliz que Max y yo nos habíamos encontrado y que ahora solo quede el recuerdo. Una lágrima se deslizó por mi mejilla mientras escuchaba disparos resonar dentro de la casa, mis nervios a flor de piel solo me dejaban claro que Max podia morir allá dentro.

— Iana sube al auto debemos irnos — mordí mi labio inferior dándole un vistazo a la casa y luego a Anxo. Marce me miraba aterrada mientras se quejaba del dolor en el asiento y yo solo negué.

— No puedo hacerlo Anxo, no puedo dejarlo lo siento — murmure con la voz quebrada pasando una mano por mi cabello.

— Iana, no puedo permitirlo, sabes que Max… Él solo quiero verte viva — en su rostro había confusión y arrepentimiento.

— Solo déjala Anxo, ella va a estar bien — él negó asustado.

— No puedo hacerlo y lo sabes Marce, mierda es mi amigo. ¡Le hice una promesa! — exclamó adolorido tomando su cabello con fuerza.

— De igual forma iré Anxo — afirme girándome sobre mis talones para caminar a paso rápido hacia la casa.

— ¡Iana, por amor a Dios, solo vuelve al auto! — grito aterrado pero lo ignore — ¡Te van a matar joder! — apresure aún mas rápido mi paso mientras un frío amenazador golpeaba mi cabello y la piel de mi rostro. La sudadera de Max se sentía liviana en mi cuerpo mientras la briza azotaba los árboles. Una vez dentro de la casa suspiré notando que los hombres de Max habían estado preparándose para un operativo de cacería.

— Aquí estoy Omar — murmure con mis labios temblorosos caminando a pasos lentos por el recibidor — Si quieres hablar, entonces lo haremos — mi instinto me decía que al hablar el iba a saber que le estaba buscando.

Es un puto psicópata,  lo iba a saber absolutamente todo. Y entonces lo vi, con una copa en su mano haciéndome un ademán para que me acercara a él. Se encontraba recostado en el umbral de la sala de juegos con elegancia meneando el liquido de su copa, y sentí un mano fuerte tomar mi brazo y llevarme a rastras hacia él.

Entré a la sala de juego viendo la mesa de billar, el mini bar y la parte del cine en perfecto estado. No había nadie, todo estaba vacío mientras de fondo sonaba una canción sensual que me produjo un escalofrío. Comenzó a caminar tarareando la canción despacio, tragué saliva notando que comenzaba a rodear mi cuerpo examinándolo despacio.

— Puedo sentir tu miedo, es tan excitante — murmuró haciéndome tensar — Hace tanto tiempo no te veía de esta forma; sumisa, aterrada — su voz seguía siendo ronca y completamente asquerosa — pero estas dañada, con un hijo y un marido estúpido como siempre — apreté mi mandíbula.

— ¿Qué quieres de mí? — su dedo tomó un mechón de mi cabello y lo olfateo haciendo un mohín de desagrado.

— Hueles a sexo… Oh, cierto que estuviste revolándote con mi hermanito — una risa ahogada y espeluznante salió de sus labios — Vaya, ustedes son muy activos — me alejé de él con brusquedad.

— Ya déjate de tonterías — hizo una mueca divertida — Quiero que acabes con esto, ahora —

— Tus deseos son imposibles mi querida Iana, ahora empieza lo divertido — murmuro tomando de su copa para luego acercarse a mi con rapidez y estrellarla en mi cabeza, haciendo que perdiera el conocimiento.

***

No me odien, ya comencé a escribir la continuación de éste capítulo 😥❤

Más Que Amor ✔3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora