|38: "El auto"|

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Iana Bennett.

Las caricias en mi piel, y los movimientos constantes de la cama me hicieron soltar un gruñido bastante molesto.

Al abrir mis ojos note una dulce sonrisa de Mase, quien al verme se abalanzó sobre mí, comenzó a reír dándome un abrazo fuerte a lo que no me negué y comencé a mimarlo. La luz del día entro por la ventana de la habitación. Había una fuerte brisa que azotaba las flores del balcón de la casa.

- ¿Quién te trajo Mase?

Sonreí viendo como balbuceaba la palabra papa y luego sonreía señalando la puerta. Lo acosté a mi lado dejando un beso en su pequeña frente para luego comenzar a jugar con el bajo la sabana de seda. Extraño la forma en que solía compartir momentos especiales con mi hijo, aunque no había llegado en un momento muy bueno para él, de mí se merecía toda la felicidad. Estaba próximo a cumplir un año meses, y sin darme cuenta notaba que cada día estaba más grande, pesado y fuerte.

Hoy iba a ser un día lindo. Lo presentía, estaba en mi casa, en mi hogar, del lugar donde comenzó todo, y nada iba a impedir que hoy disfrutara de un lindo día junto a mi pequeño Mase.

- Iana, vamos levántate, en media hora debemos irnos.

La voz gruñona de Max hizo que retirara la sabana de mi cabeza y dejara de jugar con mi hijo.

- Max quiero pasar este día con mi hijo, así que agradecería que no me incluyeras en tus planes, al menos no hoy.

Me sonrió acercándose a nosotros, se sentó en la orilla dejando un beso en mis labios y luego para besar la pequeña frente de Mase. Entonces me fije en su apariencia, traje formal, zapatos de vestir, saco, camiseta blanca, un Rolex en su muñeca, y cabello totalmente perfecto. Solté un quejido volviendo a cubrir mi rostro.

- Apenas y llevamos un día Max... solo un día.

- Si no fuera importante te dejaría aquí con este pequeño.

Mase comenzó a reír ante las cosquillas de Max y mi mirada cambio a una de total ternura. Tenía a dos hombres guapos enfrente de mí. Max trataba a Mase con aquel afecto que era inevitable no sentirme bien a su lado. Sabía que había descuidado mucho a Mase durante estos meses, solo por estar discutiendo con Max sobre cosas que al final no sirvieron de nada. Y de ahora en delante de mí hijo me encargare yo misma.

- Pero de verdad te necesito a mi lado Iana.

Hice un puchero cuando Mase se recostó sobre mi estómago y lo abrace con fuerza. Al que yo no quería que me fuera, miro a Max con enojo y acaricie su cabello.

- Mira pequeño de papa, te adoro muchísimo Mase. Pero habrán ciertas reglas ahora que estas grandes. Tu madre es mi esposa, yo la conocí primero, así que no te hagas ilusiones y ve despidiéndote que me la llevo.

Abrí mi boca ofendida al ver como discutía con Mase. Aunque él no entendía que lo su padre decía lo mirada con esa mirada igual a la de Max, son tan idénticos que ambos se observaban fijamente, y entonces Mase se aferró más a mi cuerpo.

- Tendremos serios problemas Mase.

- No seas tonto Max... Mi pequeño Mase quiere estar con su madre.

Se cruzó de brazos.

- Y yo necesito a mi esposa hoy, debemos irnos Iana por favor levántate esto es urgente.

Su insistencia hizo que me levantara de la cama para observarlo detenidamente. Era obvio que no podía dejarlo solo, así que me levante de la cama y camine hacia la puerta. La corta y ajustada bata de seda dejaba mucho que desear por lo que quise hacer enojar a Max.

Más Que Amor ✔3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora