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-Sí, de acuerdo.-Tras asentir levemente y desaparecer por el pasillo, Sergio dejó a Raquel sola, confundida y frunciendo el ceño.

-¿Qué le ocurría a su marido?-Se preguntaba una y otra vez, Sergio parecía triste, desdichado. -Quizá hoy no es el mejor momento para darle la noticia.-Pensó, mientras iba al espejo de la sala a comprobar su aspecto. Lo había invitado a cenar a un prestigioso restaurant, Sergio creía que era para celebrar su ascenso en el bufete, pero había varios motivos ocultos tras aquella invitación.

Raquel retocó un poco su maquillaje, colocándose un poco más de brillo en los labios, para después inspeccionar su atuendo. El hermoso vestido azul marino tenía unos finos tirantes, llegándole a la rodilla con unos bordes irregulares, era algo ajustado a su cuerpo, dejando así en evidencia sus caderas y senos redondeados. Su melena rubia que le llegaba hasta el pecho, tenía unas suaves ondas. Siempre le había gustado aquel peinado pues fue cuando vio por primera vez a Sergio en la universidad. Ella acababa de cumplir diecinueve años, estando a cuatro semestres de graduarse como abogada. Él era hijo de uno de los tutores que impartía clases allí. Su padre daba unos cuantos cursos tres veces a la semana, Raquel se había mostrado interesada en aquello porque creía que sería una experiencia totalmente enriquecedora, que la ayudaría a lo largo de su vida profesional, para esa época él contaba con veinticinco años, y de vez en cuando escuchaba las clases de su padre e incluso la ayudaba con algunos deberes. Ella recordaba lo que había sentido al verlo por primera vez, era como si el tiempo se hubiese detenido, y sabía que para él no había sido diferente.

Poco a poco una cosa llevó a la otra y Sergio terminó enseñándole algo más que leyes. Él había sido el primer hombre en su vida... El primero y el único, de eso estaba segura, pensó con una sonrisa. Raquel había estado totalmente enamorada de él, y había sufrido unas cuantas veces al pensar que Sergio solo la había querido para ser su amante, pero, una noche él le había manifestado sus deseos de hacerla su esposa, e incluso de formar una familia juntos. Al principio Raquel había estado totalmente sorprendida ¿Cómo era que ella, una simple estudiante, había llamado la atención de un hombre como Sergio? Hasta la fecha no lo sabía.

Después de aquello Sergio había pedido la mano de Raquel a sus padres, los cuales se negaron rotundamente, alegando que su hija era muy joven para contraer matrimonio. A final de cuentas, Sergio logró convencer a sus, ahora, suegros, de casarse con Raquel en cuanto ella terminara la universidad. Por lo que apenas Raquel obtuvo el título de abogada, a los veintiún años, se casaron.

Ahora llevaban cuatro años de un excelente matrimonio, no todo era miel sobre hojuelas, eso era obvio, como todo matrimonio tenían sus diferencias y unas cuantas discusiones, pero aquello nunca opacaba su felicidad... Felicidad que se vería agrandada después de esa noche.

-¿Nos vamos?- Sergio interrumpió los pensamientos de Raquel, quien se giró a verlo, estaba tan impecable y atractivo como siempre. Cargaba un traje de chaqueta y pantalón negro, con camisa blanca. Su chaqueta no estaba abotonada, y su camisa estaba abierta ligeramente, lo que permitía observar aquel pecho fuerte cubierto por un ligero vello. Su cabello estaba muy natural y húmedo por la ducha que recién se había dado.

-Claro, cielo.- Raquel se acercó al mueble, tomando su bolso, para después agarrar del brazo a Sergio. Frunció el ceño. Él estaba muy... tenso.

Bueno, se dijo, quizá era porque al ser abogado, algún caso lo tendría estresado en aquel momento.


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Engaños de un amor (Serquel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora