𝖂𝖆𝖗 𝖔𝖋 𝕳𝖊𝖆𝖗𝖙𝖘 『II』☾⃟ N. Mikaelson [ᴇsᴘᴀɴ̃ᴏʟ ]

Fifty Nine

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Wᴀʀ ᴏғ Hᴇᴀʀᴛs

[𝙲𝚑𝚊𝚙𝚝𝚎𝚛 𝙵𝚒𝚏𝚝𝚢 𝙽𝚒𝚗𝚎  - 𝕾𝖆𝖑𝖛𝖆𝖙𝖎𝖔𝖓 ]

"i never meant to fall for you
 but i, was buried underneath,and all that i could see was white"

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La antigua habitación de Rebekah había sido completamente revuelta, toda la habitación en pedazos excepto la cama, donde Klaus había movido los cuerpos de Noah y Cami, y la mesita de noche. Thea estaba desconsolada, aunque ya no lloraba, se negaba a hablar con alguien mientras simplemente se sentaba, mirando fijamente los cadáveres de sus amigos cercanos.

Noah había sido como un hermano para ella. Desde el momento en que entró en Nueva Orleans, él había estado a su lado, al principio en forma de lobo, y luego como un amigo. La había visto a través de sus problemas y siempre había sido alguien en quien ella sabía que podía confiar. Era un inocente atrapado en la locura de su vida, y ahora se había ido. Porque eso es lo que pasa cuando gente inocente se mezcla con el drama de Mikaelson.

Aunque Thea y Cami no habían empezado con el mejor pie, las dos se habían acercado tanto como ella y Hayley. Cami no sólo había sido la confidente de Klaus, sino que también se había convertido rápidamente en la de Thea cuando sentía que no tenía a nadie con quien hablar, la rubia siempre estaba ahí. La rubia siempre ponía a todos por delante de ella, viendo lo bueno de la gente que no veían. Era una verdadera amiga que Thea siempre llevaba consigo.

Klaus también estaba de luto. Raramente dejaba entrar a alguien, pero había dejado entrar a Noah y a Cami. El lobo se había convertido en el primer amigo de verdad que Klaus había hecho en más de un siglo... el primer amigo que no era tan asesino y conspirador como él. Klaus raramente sentía que podía confiar en alguien, pero sabía que siempre podía confiar en Noah.

¿Y Cami? Cami fue en parte responsable de la redención del híbrido. Ella fue un soplo de aire fresco en medio del nebuloso drama de Nueva Orleans. Le ayudó a superar sus preocupaciones y problemas y le ofreció soluciones en lugar de echarlo a la calle. Siempre estuvo ahí para 

ayudarlo, sin importar las consecuencias. Y esta vez había conseguido que la mataran.

―Oh Dios mío, tenemos que decírselo a Hayley, ―declaró Thea de repente mientras intentaba levantarse débilmente del suelo, sus ojos frenéticos se posaron en Klaus que estaba de pie cerca de la ventana de la habitación, mirando al Barrio sombríamente. ―¿Qué? ―preguntó el original mientras se volvía hacia su esposa con las cejas fruncidas, mirando como ella sacaba su teléfono del bolsillo con manos temblorosas.