𝖂𝖆𝖗 𝖔𝖋 𝕳𝖊𝖆𝖗𝖙𝖘 『II』☾⃟ N. Mikaelson [ᴇsᴘᴀɴ̃ᴏʟ ]

Sixty Seven

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Wᴀʀ ᴏғ Hᴇᴀʀᴛs

[𝙲𝚑𝚊𝚙𝚝𝚎𝚛 𝚂𝚒𝚡𝚝𝚢 𝚂𝚎𝚟𝚎𝚗 - 𝕯𝖊𝖛𝖎𝖑 𝕴𝖓 𝕸𝖊]

"now I've got wake
it up, the devil in me"

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Thea estaba sentada en uno de los sofás del complejo Mikaelson, escribiendo una carta mientras su mente parecía trabajar a un millón de kilómetros por minuto. Con los acontecimientos que habían tenido lugar en las últimas semanas, Thea no era capaz de frenar sus pensamientos: la híbrida se había preocupado constantemente por la seguridad de su familia. Y ahora que Lucien tenía un arma que podía matar a un original, estaban en más problemas que nunca.

Así que, en lugar de guardarlo todo en su cabeza, Thea decidió escribir sus pensamientos en una carta. Escribió una para ella, otra para los gemelos y otra para Klaus. No sabía qué pasaría en su guerra actual, especialmente ahora que Aurora también tenía el suero, y quería estar preparada para cualquier resultado. Era algo bastante morboso, escribir cartas a sus seres queridos en caso de que le ocurriera algo terrible, pero con la amenaza de la muerte persiguiendo a su familia como una nube negra no podía permitirse el lujo de no decirles que los quería por última vez.

Sin embargo, la híbrida salió rápidamente de sus pensamientos cuando su marido entró en la habitación, uniéndose a ella y a Freya mientras la bruja Mikaelson esbozaba un borrador de un hechizo en un grimorio vacío. ―Estás revoloteando, ―comentó la rubia con fastidio cuando Thea levantó los ojos para observarlos mientras Klaus comenzaba a pasearse por la habitación. La morena sabía de primera mano lo temperamental que había estado su marido en los últimos días, y aunque su paranoia era completamente justificable, su actitud con su familia no lo era.

El matrimonio había tenido más peleas de lo habitual últimamente, todas ellas derivadas del miedo y la preocupación por la seguridad del otro... y aun así ninguno de los dos escuchaba las advertencias del otro. Los dos eran igual de testarudos, pero procedían de un lugar de feroz protección. Klaus quería ser el escudo que protegía a su familia, impidiendo que nadie pusiera la mano encima de sus hijos o su esposa, pero Thea quería ser la espada, ayudando a matar a todos sus enemigos para no tener que enfrentarse a ellos solo.

Ninguno de los dos quería tener al otro en el campo de batalla si podía evitarlo; pero en ese momento, ninguno de los dos tenía la libertad de tomar esa decisión. Si Klaus iba a luchar, Thea estaría a su lado, un hecho que el original odiaba y contra el que protestaba, pero que pronto se dio cuenta de que poco podía hacer para cambiar. Pero eso no significaba que la dejara caminar libremente hacia el peligro, para disgusto de Thea.

―Estoy supervisando, ―corrigió Klaus mientras miraba a Freya, que seguía esbozando un borrador del hechizo que necesitaban para detener a Lucien. ―¿De qué otra manera acelerar sus esfuerzos? Veamos. ¿Tal vez debería traer a Vincent aquí? ¿Obligarlo a ayudarte quitándole las piernas?, ―amenazó el híbrido, con un tono de irritación que hacía juego con el ceño fruncido de su rostro. Thea suspiró, poniendo los ojos en blanco, mientras se volvía para dirigirse a su marido: ―La violencia no es la respuesta para salir de este lío, Nik, sólo nos meterá en otro, ―reprendió la morena.