|F|r|a|g|m|e|n|t|e|d| Weasley Stories. (Bill Weasley)

|Modus| |exceditur|

-Y es grave que Snape le envié una carta a tu padre? –

Serena preguntaba mientras que Jossette se abrochaba las botas sentada al filo de la cama, la vuelta a Hogwarts había sido rápida, y luego de haberle confesado a Bill lo que habían visto sus ojos, él solo hizo una mueca de desagrado para levantarse sin decir nada a su paso.

Jossette tenía muchas dudas y la principal de ellas era la razón de la carta, luego de que su padre la tomase la mañana siguiente fue imposible saber el contenido de ella, pero no tan solo era eso que debía descifrar.

El estar en vuelta en tantos problemas, se había olvidado de algo importante en su vida, algo de lo que Ginny no dejó de hablarle en las vacaciones de navidad, el quidditch.

El quidditch para Jossette era un respiro para lo que su vida representaba, el estar envuelta en líos, intrigas y un amor histérico, la tenían tensa y lo que pensaba todo el mundo al jugar quidditch, esto realmente la relajaba, la alejaba de sus problemas diarios y entre todo eso, era muy buena y eso le aseguró el puesto de cazadora por muchos años, y así vio como Charlie la siguió, teniendo una fama excelente para la familia Weasley.

Muchos decían que ambos serían jugadores de quidditch profesionales luego de salir de la escuela, pero alejar a Jossette de las maldiciones y a Charlie de los dragones era una tarea más imposible que difícil.

Así que la señora Hooch solo los admiraba por su perfecto desempeño, tanto en las clases como en el campo de juego, y se había rendido de insistir, así que solo se limitaba a alagar su perfecto juego en equipo. Aunque sabía que el linaje Weasley le traería más victorias a Gryffindor, por que los hermanos que crecían también estaban intensamente interesados en seguir jugando.

Y Jossette, Charlie y Bill lo habían escuchado todo en los almuerzos familiares desde que Jossette había decidido entrar al equipo, por mera curiosidad, Ginny emocionada por escuchar las hazañas que se podían contar frente a su madre que la escuchaba atenta y orgullosa de su triunfante hija.

Y no tan solo Ginny, Fred y George ya habían decidido intentar entrar en el primer momento que pusieran un pie en la escuela, pero claro, sin antes de recuperar algunas cosas que sus hermanos habían perdido en la terrorífica oficina de Filch.

-No lo sé Serena, pero un Slytherin como Snape jamás se comunicaría con mis padres si no fuera por algo grave – le decía mientras se ponía su chaleco uniforme – No es de su incumbencia la vida de ninguno de nosotros tres, ni tiene la facultad, eso tendría que ser responsabilidad de Mcgonagall, no? – terminaba la preguntaba mirando a Mae que levantaba los hombros.

Las tres salían de la habitación, los ánimos entre las rivalidades se habían calmado desde que Serena había devuelto el mapa del merodeador, y aunque sus actitudes fueran un tanto desagradables, Jossette podría entender el porque era así.

Muchas veces lo pensó con tranquilidad, ella podía descifrar detrás de esos ojos azules que ocultaba, y no tan solo por que podía escuchar sus pensamientos con facilidad sin que se diera cuenta por el don natural de la Legeremancia, sino porque podía notarlo.

Serena no era una mujer fácil, no era fácil quererla, comprenderla, ni entenderla, la empatía no era una cualidad que la tuviera desarrollada, ni la elegancia que solía tener alrededor de ella, era más bien tosca, con una risa escandalosa que podía despertar hasta a Hagrid ebrio.

Pero podía aceptar tenerla devuelta, por que estaba en conocimiento que Serena había recuperado el mapa por lo mismo, por que quería recuperarlos a ellos, no eran un grupo grande, pero era uno suficiente para compartir risas y buenos momentos dentro de la escuela, y ella estaba muy sola, y por lo mismo la entendió, por que cuando murieron los padres de Jossette, ella igual se sintió muy sola y no quiso que, a pesar de los errores que pudiese haber cometido en la ingenuidad, sintiera lo mismo que ella, así que levantando una bandera blanca de paz, todo se había arreglado entre ellas, y no pelearía el último año de escuela por algo que no valía la pena.