|Odore|

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«Un experto fabricante de pociones puede generar un poderoso enamoramiento, pero nadie ha conseguido todavía crear el único sentimiento verdaderamente indestructible, eterno e incondicional que merece ser llamado amor.»

Si quería quedarse, por que esa mañana estaba particularmente fría y su cama, con sus escasas frazadas eran un cobijo de calor especial. Se sentía en las nubes guardando aun en sus labios el tacto del beso prohibido, una relación inesperadamente esperada, la muerte anunciada de su corazón estaba a punto de sucumbir ante las amenazas de unos profundos ojos azules.

El mar intenso, entre sus criaturas más extrañas, ni siquiera en ellas podría encontrar el azul perfecto para poder pintar sobre el oleo de la realidad, porque el retrato de su mente lo sabía perfectamente, hasta la arruga más perfecta de su rostro.

Pero la realidad no es aquella de los libros, esos que dejan a la imaginación lo que sucederá luego del beso, esa historia no contada por los creyentes empedernidos del amor romántico, esa que sucede bajo la mínima vista de los seres vivientes, la culminación del amor, la ternura y la pasión. Contar lo que había sucedido luego era un desperdicio de tiempo, porque no era nada más que risitas nerviosas de adolescentes viviendo su primer amor, la adrenalina cursi que suele confundirse con mariposas, aunque en ese mundo, ya todo era posible. La escapada fue más sencilla que fácil, porque el ultimo beso que se dieron en el pasillo despidiéndose, era lo más duro que debían de afrontar hasta la mañana, donde simples mortales debían mirarse sin la necesidad de besarse con locura, porque así lo habían decidido en el silencio profundo de sus almas, donde debían permanecer como siempre lo habían hecho, una familia encarcelada detrás de las rejas del amor inmaculado de la intimidad compartida.

"Charlie no lo soportaría"

Jossette pensó antes de levantarse, la comodidad de la cama no fue suficiente, ya nada lo era en realidad, y en sus pensamientos cotidianos, seguía estando la extraña aparición, y las preguntas volvían a llegar a ella.

Cuando el zapato izquierdo estuvo en su pie, Mae se acercaba a ella queriendo acariciar a Calica, aunque la gata le rehuyó, ella insistió.

Calica no era una gata fácil de domar, y eso le agradaba a Jossette que, dentro de todas las cosas, su alma era tan libre como un pájaro, un cuervo negro, que sobrevolaba sobre las personas buscando alguna presa, así era ella, así era Calica que, escondida detrás de unos ojos verdes, escondía una sádica personalidad, la misma que Jossette la mantenía viva. Las dos eran la una para la otra, y si por separado eran peligrosas, juntas, eran la muerte.

Luego de responder unas preguntas cotidianas de Mae, ambas salían de la habitación. Le pareció extraño que no volviese a ver a Serena, ni siquiera esa noche cuando volvió la notó en su cama, que estirada hasta arriba, permanecía intacta.

-Que fue lo que te dijo Bill? – Mae rompía el silencio de la mañana.

Jossette desvió su mirada del sol que, aunque estuviera despejado, no dejaba de hacer un frío penetrante, y ese sol tenue, era la fuente de calor más cercana.

-Nada en especial, tú sabes...

Mae, muy dentro de ella, sabía que le mentía.

-Al final nunca me contaste que sucedió ayer y porque llegaste tan... agitada – Mae quería desviar el tema, pero aun así le hizo referencia.

Y le resultó, Jo en su intento de ocultar su emoción, levantó la mirada y la llevo hacia un lado en silencio, sonrió como casi no queriendo y se mordió su labio inferior.

-A que te refieres Mae? -

-Ayer llegaste nerviosa, dijiste que tenías algo que contarme – se apoyó en la baranda – ¿que era?

|F|r|a|g|m|e|n|t|e|d| Weasley Stories.           (Bill Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora