Siempre te voy a cuidar.

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Pov Ana

Me dolía el trasero, la noche anterior había sido algo complicada, no pude dormir mucho ya que tenia que estar boca abajo, y eso me impidió descansar bien. Y para colmo Ale no se había quedo a dormir conmigo, estaba con Tamara de nuevo, ella me cae bien ya éramos amigas desde antes, pero ahora ella sabe de Ale, cuando le conté mi historia con ella, me golpeó y me dijo que ere una idiota, y no se lo niego que lo fui pero ya no más, ella prometió ayudarme con Ale, así que tengo a alguien que abogue por mi con Ale.

-Buenos días, ¿Cómo está tu trasero?

-Me duele, de verdad, creo que esta peor que ayer.

-No seas tan llorona seguro Ale vine con tu desayuno.

-No quiero que me cuide porque se siente culpable.

-Sabes que no lo hace por eso.

-Bueno, y a todo esto, ¿A Mafer le gusta Ale?

-Ayer cuando la saqué del cuarto se lo pregunté directamente, y bueno ella no dijo que si, pero tampoco lo negó, amiga creo que tienes competencia.

-Lo que me faltaba, que le estuvieran rondando a mi mujer, no, Ale, no se puede quedar con ella, digo que tiene Mafer que no tenga yo.

-Bueno la trata bien, sabe disparar, tiene actitudes de líder, es justa, es muy bonita, lo tiene todo.

-¿Qué te pasa?, te gusta Mafer, dios no lo puedo creer, pues ya esta, tú conquista a Mafer, así  no se interpone en mi camino con Ale, todos ganamos.

-No es tan fácil Ana yo no se si yo le gusto a Mafer, no quiero que me rechace.

-Nadie te podría rechazar mami, ósea mírate estas hermosa.

Estábamos tan metidas en nuestra conversación que no nos percatamos que Ale había entrado, casi nos escucha armando nuestro plan.

-¿Cómo estas?

-Pues me duele un poco toda vía pero menos que ayer.

-¿Me dejas verte?- me dijo poniéndose roja, yo creo que fue por la forma en que la vi, y es que Ale es la persona más penosa del mundo.

-Tú me puedes ver lo que quieras chiquita.

-Bueno yo me voy, ahí las dejo, cuídala Ale.

-Si yo la cuido Tamara, creo que Mafer necesita ayuda, yo no pude ayudarla, le dije que cuidaría a Ana.

-Ok yo voy a ver que necesita, no te preocupes.

Tamara se fue dejándonos a solas, Ale dejó la comida en la mesita de noche que estaba en medio de las dos camas, y sacó de su pantalón más gasas sabía que iba a curar mi herida de nuevo, pero no quería lo único que quería en ese momento que Ale me apapachara.

-Si te bajas los pantalones será más fácil.- me dijo Ale, estaba preocupada, y su cara cambió más cuando vio mi herida, supongo que el moretón estaba peor que ayer.

-Ya, puedes empezar, no seas tímida, no es la primera vez que me tocas el trasero, tu date mami.

-¿que no te duele?, te puedo traer un analgésico, de verdad solo dime y yo voy por el.

-Ale lo que yo necesito es me des amor, acuéstate conmigo un rato, compartamos el desayuno, te necesito cerca.- le dije haciendo puchero, eso era algo que Ale no resistía era mi arma secreta.

- Esta bien arrímate para que me pueda acostar, pero te vas a comer todo, porque luego tú no comes Ana Cristina.

-No me digas así, para ti soy, Ana Melgar, o mi amor, mi vida, chqui, pero no Ana Cristina.

CuarentenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora