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El concurso de Chopin había terminado, y por desgracia, ni Italia ni Francia ganó.
El jurado había eliminado a Chiara en la segunda ronda —eran tres —, y Adrien, con su increíble, impecable y sin dudar, el don con el que había sido bendecido, no había podido superar la final.
Al fin y al cabo, por desgracia, aquel concurso era un poco corrupto, y optó por darle el premio al Polaco, Edek Nowak. Era un increíble pianista, y aunque los críticos apostaban por el talento del joven Agreste, finalmente el jurado decidió darle el premio al polaco.
Aunque aquello no hizo que los ánimos del francés se vinieran abajo, al contrario, él había recibido el premio a mejor sonata, mejor pianista más joven, y las tan adoradas mazurkas de Chopin.
Se fue del concurso con un gran sabor de boca. No estaba triste por perder, en todo caso se alegraba de su amigo Edek; estaba feliz porque había ganado experiencia, y para ser su primera vez, se alegraba de haber quedado segundo entre 150 pianistas de grande tallaje.
Se había dado a conocer al mundo por su verdadero yo: Adrien Agreste, uno de los mejores pianistas del mundo, y no por Adrien Agreste, modelo e hijo de Gabriel Agreste.
Sonrió ante las fotos que estaban siendo tomadas hacia él junto con Edek y Lee, el chino que había quedado tercero.
Su corazón saltaba de felicidad, y más al ver aquella joven que estaba entre la multitud aplaudiendo alegremente hacia ellos.
Habían decidido ser algo más que compañeros, pero lo harían de una forma privada. La prensa rosa podía llegar a ser tan hostigante, y más si eras un personaje de alto calibre como lo era Marinette.
Una vez todo acabó, decidió ir a su hotel, en donde en unos dos días, debía abandonar para marcharse a su adorada Francia.
No sabía como lo había conseguido, pero era plenamente feliz. Se tumbó en la enorme cama del hotel, y miró el techo, sintiendo la felicidad en su cuerpo. ¿Cuantas veces había sonreído en los últimos días? No tenía ni idea.
Un sonido en la puerta se dejó escuchar, sabiendo quien era. Se levantó como un resorte, y corrió prácticamente a abrir la puerta con gran fuerza.
Ahí se encontraba la azabache, con una sonrisa enorme en su rostro. Una botella de champán se encontraba en su mano, y Adrien sin dudarlo, le dio el acceso a su habitación.
—No tenias porque haber traído nada —Adrien la cogió por detrás de la cintura, acercándola a su cuerpo, amando los dos la sensación de estar el uno con el otro.
—Tengo la sensación de que te va a gustar este champán —Marinette sonrió, levantando la cabeza hacia el rubio, y sonriendo dulcemente.
Adrien hizo que el cuerpo de la joven diera la vuelta, para que ambos quedaran frente a frente —¿Ah si? —empezó a caminar, haciendo que Marinette caminara también hacia atrás, provocando que sus rodillas dieran con el colchón, y ambos cayeran en él.
La diseñadora rápidamente enredó las piernas con el chico, y se acurrucó junto a él, dejando la botella en un segundo plano.
—Has estado increíble hoy —alabó la azabache, posando su cabeza en el pecho del rubio.
Como pudo, Adrien posó su cuerpo en la cabecera de la cama, y acarició la espalda de la joven. Una sonrisa dulce salió de sus labios.
—Como alguien que no sabe de música dice esas cosas —bromeó, recordando el primer día que se conocieron en el auditorio.
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one last time ✔
Fanfiction"Solo una última vez... Una última vez déjame dormir a tu lado. Déjame ser quien te cuide en tus noches de insomnio. Quien te apoye cuando nadie más lo haga..." Solo te quiero de vuelta, Marinette... Una declaración que no había salido como a nuest...