Capítulo 33

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Entre sus manos, cayó un yoyo de confecciones similares al suyo, pero no con la misma forma, por lo que le hizo dudar.

Había visto ese yoyo anteriormente en algún sitio, pero no recordaba de donde.

Se lo ató a la cintura al ver que el hombre iba a continuar lanzando ataques, sin importarle el estado de su hijo.

—¿¡Realmente no te importa Adrien?! —preguntó exaltada, intentando ganar un poco de tiempo. Observó como el rubio seguía en la misma posición, y su padre continuaba ignorando el hecho de que él mismo lo había malherido —Porque si a usted no le importa ¡a mi si!

Cuando la chica soltó aquellas palabras, la verdad le pegó de frente a Gabriel Agreste y paró en el acto, pensando seriamente en las palabras dichas por la joven.

¿Realmente valía la pena arriesgar de esa forma a su hijo para intentar tener de vuelta a Emily? ¿Iba a arriesgarse a perderlo? ¿Y si se quedaba completamente solo?

Sabía que había estado reflexionando sobre ello antes de ponerse en marcha con cualquier prodigio, y en su tiempo, al ser reciente, decidió darle más importante a Emily que a Adrien pero, verlo de esa forma, y saber que él había sido el culpable, hizo que el remordimiento lo carcomiera por dentro.

Giró su cabeza, observando a su hijo. Sus ojos estaban cerrados, y no había rastro de sangre, por lo que aunque fuera, un pequeño suspiro de alivio salió de sus labios.

Empezó a temblar al recordar la forma en la que había pegado a su retoño... La culpa se apoderó de él.

¿Como podía haberle hecho eso? Adrien es la prueba del amor que se tuvieron Emily y él, y por culpa de su egoísmo, también estaba a punto de perder a su hijo.

Las lágrimas empezaron a caer de sus ojos, y empezó a caminar hacia Adrien.

Ladybug estaba impactado por lo que estaba pasando, es decir, de un momento a otro pegaba a su hijo dejándolo inconsciente, y luego... ¿lloraba?

Un flashback vino a su mente, asociando por fin el yoyo. ¡Era el de Queen Bee!

Sin dudarlo, al ver que en hombre se estaba empezado a acercar al rubio, lanzó el yoyo de Chloé, que fue directo al cuello, dejándolo paralizado.

Marinette aprovechó esto para ir corriendo, coger el pin en forma de mariposa, y el anillo que pertenecía a Adrien.

—¡Miraculous Ladybug! —chilló, lanzando hacia arriba el yoyo.

Las mariquitas empezaron a volar por todo Paris, arreglando los estruendos, eliminando las versiones akumatizadas de los héroes, pasando por Gabriel Agreste el cual había perdido su transformación, y finalmente, por el cuerpo de Adrien.

Marinette observó como Gabriel cayó inconsciente. Era normal. Tanto poder junto, sin saber cómo usarlo, podría traer grandes consecuencias.

A tiempo, pudo coger al hombre, y dejarlo con cuidado en el suelo.

Después de hacerlo, posó sus ojos en Adrien, cuyo rostro seguía con los ojos cerrados. Corrió junto a él, y empezó a moverlo suavemente, esperando a que abriera los ojos.

Las lágrimas amenazaron con caer de las cuencas de sus ojos, pero una tercera voz, muy conocida para ella, se dejó escuchar en la habitación, retumbando con firmeza.

Ella giró la cabeza, observando al maestro Fu, observarla con orgullo, alegria, y pudo reconocer dejes de tristeza en sus ojos.

Algo no iba bien, eso por seguro.

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