Capítulo 6

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Adrien.

Después de ver salir corriendo a Marinette por la puerta, mi corazón se rompió en pedazos. Yo sé lo que duele ser rechazado, y lo peor es que sé que no querrá hablarme tras lo ocurrido.

Suspiré, y me acerqué hacia mi taquilla. La abrí, y Plagg salió del bolsillo de mi camisa. Empezó a revolotear y sin previo aviso, abrió mi mochila y sacó el último camembert que tenía. Cogí mi mochila, y miré a Plagg.

El felino me miró, y rápidamente empezó a comer su camembert.

—Que seas un rompecorazones no quiere decir que lo tengas que pagar con mi camembert. —dijo indignado.

Rodé los ojos. —Come rápido, no estoy de humor. —dije cerrando la taquilla y sentandome en los bancos.

—Oh vamos, ¿no me digas que estas así por Marinette? —dijo Plagg comiendo queso. —Has sido cruel. Decirle que te gusta pero que estás enamorado de otra...

Lo miré con tristeza. —Yo quiero a Ladybug.

Plagg rodó los ojos y cruzo sus pequeños brazitos. —Ladybug no te da ni la hora. Además, creo que hubiera sido mejor que le hubieras dicho que si a ella. —Plagg me miró mientras seguía comiendo su queso.

Suspiré y me levanté. Apreté los puños con fuerza y cerré los ojos de rabia. Plagg tenía razón, he sido demasiado cruel diciéndole eso a Marinette, pero tenía que ser honesto con ella. Sería incapaz de mentirle, no a ella.

—Vamos Plagg. Tengo clase de piano y luego chino. —dije abriendo un poco mi camisa para que el entrara.

Él felino se acercó a mi, y se tiró un pequeño erupto. Solté una risa que hizo alegrarme un poco la tarde y emprendí camino hacia la salida donde gorila ya estaba listo con el coche.

Me metí en él, y de inmediato, el coche arrancó. Puse el codo encima del apoya brazos, y puse mi cabeza en mi mano. Observé lo que había por la ventana. Pasé por los preciosos campos elíseos, por el arco del triunfo, y finalmente pasé por delante de la torre Eiffel.

Era espectacular. Simplemente sencilla. No tenía palabras este monumento, y además, significa tanto para mí... Por desgracia, el coche siguió avanzando, llevandome directo a casa.

Cuando llegué, Suspiré y bajé de él. Me despedí de gorila y fui corriendo a mi casa, por que seguro que mi profesor ya se encontraría allí. Y no me equivoque. Ya se encontraba allí, sentado, tocando una preciosa melodia de Chopin.

—Buenas tardes, messier Ford. —dije con dificultad para respirar por correr y subir las escaleras tan rápido. —Estaba con una amiga y...

Él señor Ford dejó de tocar el piano, y se fue a mi mesita de noche. Levanté una ceja de confusión, y cuando se giró, pude observar que llevaba una botella en la mano. Se acercó a mi con ella, y me la extendió.

—Buenas tardes, Adrien. —dijo Ford. Nunca le había preguntado por su edad, pero yo le echaba más o menos unos 28 años. Se le notaba en los rasgos de la cara.

Cogí la botella, Sonreí y empecé a beber de ella.

—Y dime, ¿que hacías con tu amiga? —preguntó poniendo camino hacia el piano que se situaba en el centro de mi habitación.

Escupí el agua que tenía en la boca ante tal pregunta. ¿Como le iba a decir eso al señor Ford? Seguro que se lo diría a mi padre, y mi padre me haría un interrogatorio de como era Marinette, y el por qué la habría rechazado.

Negué con mi cabeza un par de veces, y me inventé la escusa más tonta que se me vino a la cabeza.

—Estaba ayudándola a encontrar a su hamsters. —dije nervioso, esperando que él se creyera eso.

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