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Las calles de Paris estaban desérticas. Las autoridades habían intervenido al ver que los héroes no aparecían por ningún lado, dando la orden de que nadie saliera de sus casas para no tener akumatizados.
Cosa que funcionó a pesar de que la población parisina no estuviera aún un poco de acuerdo en saber que Marinette Dupaing Cheng, hija de los mejores pasteleros de Paris, fuera Ladybug.
Mientras tanto, los héroes planificaban su ataque.
Adrien intervino, dando todos los datos que conocía basándose en lo que le habían contado a raíz de lo que habían visto en aquella pantalla.
Atando cabos, pudo imaginarse que la guarida de su padre, estaba situada no muy lejos de la mansión Agreste, sin ir más lejos, en el tejado abandonado de las tres plantas más arriba de su casa, y el cual siempre estaba vacío y prohibían la entrada desde que fue un crío.
Guiándose en eso, podían jugar con esa ventaja.
Como pudieron, subieron mediante sus armas hasta el piso principal, en donde pudieron respirar con un poco más de tranquilidad, al saber que estaban todos a "salvo".
—Bien, como tenemos planeado, ¿está bien?
Todos asintieron, menos Adrien. Simplemente, habían llegado a la conclusión de que él no podría simplemente entrar a esa guarida. Sería demasiado peligroso para él.
—Creo que debería entrar. Podría servir de factor de distracción, Marinette —volvió a insistir a la azabache.
La chica negó con la cabeza, observando esos ojos verdes que tanto le gustaban —No voy a exponerte de esa forma, Adrien.
—¿Pero porque no? —se giró a ver a sus compañeros, sabiendo que estaban de acuerdo con él en ese sentido —Podría usar cualquier cosa como espada, y utilizar el arte del esgrima.
Marinette se mordió el labio, sabiendo que Adrien tenía razón pero, ¿debería hacerlo?
Ella negó con la cabeza —Sin tu prodigio, te limita a muchas acciones, podrías salir herido, y no puedo ponerte a ese riesgo.
—Los demás podemos cubrirle las espaldas, Ladybug —habló Chloé —. Él tiene razón, puede ser una buena carnada para así entrar y acabar de una vez con todo esto.
—Yo también estoy de acuerdo —habló Rena, apoyando a Chloé —. Así podríamos usar mi poder para otra opción mejor.
—Concuerdo con ellos —Carapace también apoyo su opinión, dándole la razón a su mejor amigo.
La de coletas, se quedó en una encerrona, sabiendo que ellos no iban a dar su brazo a torcer, y que de cierto modo algo de razón tenían.
Suspirando, asintió dando el visto bueno —Esta bien, pero deberemos cubrirle las espaldas. En ningún momento debe quedarse solo. Le Papillon podría usarlo como rehén para intentar manipularnos.
—Eso no pasa, y si pasa, obviad todo lo que diga —habló decidido Adrien —. Como si dice de matarme, no importa.
Todos abrieron sus ojos, pero la mariquita fue la que abrió la boca en desacuerdo —¿Qué? No pienso permitirle que haga eso, así que ni siquiera pienses en eso.
El rubio negó con la cabeza —Es un posible escenario, y quiero aclarar que no quiero que me salvéis. Simplemente-
—Tío, no te vamos a dejarte morir —Carapace habló, decidido.
—Haría ese sacrifico para el bien de Paris.
—Estas loco —habló Queen Bee —. No permitiremos que eso pase.
—Exacto, no podemos dejar a Marinette viuda con 16 años —habló Rena divertida, para quitarle un poco de hierro al asunto.
Todos los héroes se rieron menos Adrien y la joven anteriormente mencionada, puesto que estaban más rojos que unos tomates.
La azabache negó con la cabeza —¡Centrémonos!
Todos asintieron, ya quitándose el cachondeo y poniendo seriedad en el asunto.
Empezaron a subir las escaleras que conducían a la planta en la que estaba la guarida de Le Papillon; donde, de una vez por todas, se acabarían las pesadillas de Paris.
Finalmente llegaron, y pudieron observar la gran puerta de metal que había allí. Antes de hacer cualquier movimiento, las puertas se abrieron como si por arte de magia supieran que ellos estaban ahí, y lo peor de todo, es que eso fue lo más real de la historia.
Le Papillon los observó a todos, con esa sonrisa cínica que estaba pintada en su cara. Adrien no pudo evitar que su estómago diera un vuelco... ¿Cómo demonios había pasado eso?
Se sentía tan solo en el mundo en el que le había tocado vivir.
—Vaya, si al final habéis venido —la risa malvada del villano se dejó escuchar entre los héroes —No sé porque me sorprendo —su vista cayó en su hijo, y el alma se fue de su cuerpo.
«Qué demonios...»
Fue lo primero que pensó Gabriel Agreste, pero no debía mostrar alguna emoción.
No ahora.
Sin esperar nada, Adrien saco el trozo de hierro que había cogido de uno de los marcos que habían por su casa, y empezó a luchar contra su padre.
Las veces que lo había retado, nunca había conseguiros ganarle, pero esta vez sería diferente.
Esta vez intentaría no caer tan rápido.
Gabriel empezó a luchar contra su hijo, y una sonrisa asquerosa salió de sus labios.
—¿No te parece algo malo pegar a tu padre, Adrien? —por el rabillo del ojo, pudo observar como Queen Bee estaba apunto de utilizar su poder contra ella, pero en un movimiento rápido, noqueó por unos momentos a Adrien, y le lanzó a la rubia una ataque no había visto.
Un reflejo de ella su versión akumatizada, pero se podía observar claramente como en su puño derecho contenía una energía negra, que no le daba muy buena espina a nadie combinada con el morado característico del prodigio de Le Papillon.
Todos se quedaron paralizados, sin saber que demonios hacer.
¿Su poder era... Hacer las copias de la versión akumatizada y destruir?
Lo mismo sin dejar que el shock le afectara, hizo con Rena y Carapace, prácticamente obligándolo a salir corriendo por toda la mansión Agreste.
Le Papillon maldijo su vida, puesto que sabía que Ladybug nunca había sido akumatizada, y no crearía a un Chat Blanch. No le haría eso a su hijo.
—Vaya, Gabriel, parece que conmigo no puedes.
Una sonrisa se pintó en los labios del mayor —¿Quién prueba eso?
Él empezó a lanzar bolas negras, que cada vez que tocaban algo, lo pulverizaba.
Marinette tragó saliva. Si no tenía cuidado, lo más probable es que ella pudiera hacerse graves daños.
Le Papillon había derrumbado su plan en menos de lo que cantaba un gallo.
Vio como Adrien se levantaba de la conmoción, e intentó darle por la espalda, pero el hombre por arte de magia le dio un empujón que lo lanzó lejos de donde estaban ellos, provocando que su espalda diera de lleno contra la pared. El rubio soltó un gemido de dolor antes de caer de bruces contra el suelo.
—¡Adrien! —la chica lanzó el yoyo y pasó por encima del hombre, para ayudar al rubio. Había escuchado el crujido que había dado su espalda al impactar contra la pared.
Lo puso entre sus piernas, y empezó a mover sus mejillas, intentando ver si respondía a sus movimientos, pero simplemente pudo observar la cara del chico, con los ojos cerrados, sin expresión alguna en ella.
El ojiverde no respondía; se había quedado inconsciente.
De la rabia, Ladybug dejo con sumo cuidado al joven, y dispuesta a acabar de una vez con lo que estaba ocurriendo, soltó las palabras mágicas:
—¡Lucky Charm!
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one last time ✔
Fanfiction"Solo una última vez... Una última vez déjame dormir a tu lado. Déjame ser quien te cuide en tus noches de insomnio. Quien te apoye cuando nadie más lo haga..." Solo te quiero de vuelta, Marinette... Una declaración que no había salido como a nuest...