Capítulo 30

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—¿M-Marinette? —susurró con miedo mientras observaba aterrorizada a su amiga.

La azabache estaba en un completo shock. Ni en sus mejores sueños se hubiera imaginado en tal situación, es decir, ¿qué le pasaba a ese hombre por la cabeza para hacer eso?

Sólo tenía un cosa clara: nada de lo que iba a suceder a continuación terminaría con un desenlace bueno.

—Pero, ¿qué demonios? —esta vez, susurró impactada la pequeña Cheng.

—Ese maldito viejo asqueroso... —dijo con rabia Carapace, clavando su mirada en la pantalla en la que había sucedido todo.

—No tiene ningún maldito derecho —esta vez, Rena Rouge se llevo un mano a la frente, sin poder creérselo tampoco —. Qué miserable.

—Y Chat Noir sin aparecer... —dijo muy bajito la hija del alcalde de París, mirando el tejado en el que estaban, con rabia.

—¡No es momento de venirse abajo! —la mirada azul de la chica se clavó en ellos — La situación es la que es, pero no por eso debemos dejar que París termine de esta forma —explicó, tratando de serenarse —. Nuestro deber es encontrar a Le Papillon y coger su prodigio para acabar de una vez con todas con el mal.

Todos se quedaron en silencio, estando de acuerdo con la chica. No podían hacer nada más que seguir adelante a pesar de las circunstancias en las que les había tocado vivir.

—Está bien. Tenemos que planear algo ya de ya —habló Carapace decidido, mirando a Ladybug —. ¿Os habéis fijado en cómo sus ropas han cambiado de color?

—¡Es verdad! —esta vez la abeja, hizo un paso adelante, acercándose a todos a sus amigos —Eran de un color verde...

—Muy característico de Chat Noir —terminó por finalizar Rena Rouge.

Todo volvió a quedarse en silencio. Pero ella tenía razón; no creían que al villano le hubiera dado por hacerse un cambio de look en medio de una batalla seria.

Marinette mordió su labio —Entonces tiene a Chat Noir... —su corazón dio un vuelco.

Maldita sea. Parecía que todo empezaba a ir mejor entre Adrien y ella, y la vida les había puesto no una piedra, sino una colina enorme para superarlo, pero ¿cómo iba a lograr eso?

Su vista se nubló, sin saber por donde empezar a buscar.

—No nos vengamos abajo —la rubia habló, decidida —Si tiene el pródigo de Chat Noir, lo que quiere decir es que Adrien está cerca de él, ¿no? —todos asintieron, poniendo atención a Chloé —Vale, lo más lógico sería ir a casa de los Agreste, y empezar a buscar por ahí, ¿no os parece?

Carapace junto com Rena Rouge dejaron visible una sonrisa muy grande. ¡Esta Chloé sí que era la caña!

—¡Muy bien pensando, Queen Bee! —felicitó Carapace sonriéndole —Es un buen sitio por donde empezar —volvió a posar la vista en Marinette, quien solo miraba al suelo —, ¿verdad Ladybug?

La azabache salió de sus pensamientos, dejando de lado el dolor en su pecho. —Eh... Sí —asintió, si mirar a nadie lanzando su yoyo a un edifico —. Vayámonos ya.

La heroína salió disparada al tejado del otro edifico, y volvió a lanzar su yoyo para seguir hacia delante. Su mente nublada por la conciencia, obvió por completo el hecho de que las personas que estaban pasando aterrorizas por las calles, la miraran con impresión, sorpresa e incluso altanería.

¿Cómo es posible que una adolescente esté encargada de París? Es una responsabilidad demasiado grande.

Mas sin embargo, todos sus demás compañeros también lo obviaron, sabiendo que no tenían ningún derecho a juzgar. Han estado durante dos años luchando contra este villano, siempre salvando la ciudad, dejándose la vida en ello, ¿y de esa forma se lo pagaban a la pobre chica?

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