Capítulo 10

1.7K 135 21
                                    


Los ojos del rubio estaban puestos en aquella pareja de ojiazules. Su cuerpo radiaba en celos, pero no podía hacer nada.

La azabache disfrutaba la compañía de su mejor amigo, y viceversa. Los dos adolescentes amaban estar el uno con el otro, sin ningún tipo de inconveniente.

Todos hicieron sus dibujos lo mejor que pudieron antes de las 14:15, para poder disfrutar de aquel enorme museo.

Alya y Nino se encontraban juntos mirando las preciosas esculturas de la primera planta. Chloé, cuando terminó su trabajo, decidió ir en busca de aquel moreno de ojos verdes llamado Julen.

Iba a ser suyo fuera como fuera.

Y mientras, Luka y Marinette disfrutaban haciendo el payaso, mientras Adrien iba detrás de ellos. La adolescente no se percataba de la compañia del rubio, ya que toda su atención estaba puesta en su mejor amigo y confidente, Luka.

—... Y lo peor es que me tocó pagarle para que se callara. —el oji azul se encogió de hombros.

La azabache empezó a reír a carcajadas. —¿Y no hubiera sido mejor decir la verdad? —preguntó con incredulidad.

El rubio miraba con atención aquella escena, cosa que no le gustó nada. El músico había ganado la atención de aquella chica en menos de lo que canta un gallo.

—¡Si hombre! Y que mamá se hubiera dado cuenta. —Luka negó con la cabeza. —Si se llega a dar cuenta de que monté un lío enorme en aquel pub, no me dejaría volver a salir de fiesta.

Marinette rodó los ojos divertida, y cogió la mano de Luka.

—Ven, vamos a ver la mona Lisa. —dijo la adolescente arrastrando al chico.

Él miró hacia atrás y vio como aquel rubio los miraba con mala cara. Se notaba a leguas que no le caía nada bien esa situación. Luka paró a la azabache.

—Adelantate, yo iré enseguida. —sonrió con dulzura a su amiga.

—Pero...

—Nada de peros, tengo que ir al baño. —él guiño su ojo. —Ve, petite, enseguida estoy contigo.

La azabache suspiró y asintió. Emprendió camino hacia la sala en donde se encontraba la mona lisa, y el gran cuadro de las bodas de caná.

Él oji azul se acercó al rubio con sutileza.

—Hey, ¿cómo va el dibujo? —preguntó el peli azul al ojo verde.

Adrien ardía de rabia por dentro. —Ya lo he terminado. —respondió borde y frío, como su padre solía hacer constantemente con él.

Luka levantó una ceja. —Tío, relax. Si quieres, te puedo ayudar un poco.

—No quiero que me ayudes. Quiero que te alejes de ella. —respondió con fiereza el rubio.

—Ella me lo ha contado todo... —dijo Luka en toque queda al recordar a su querida azabache llorando. —Y créeme, no voy a permitir que ella vuelva a llorar por tu culpa. —atacó el peliazul.

Adrien abrió sus ojos como platos.

—Tu no sabes nada.

—Oh, créeme que si que lo sé. —respondió. —Te di una oportunidad con ella porque sé lo mucho que ella te quiere. —Adrien se sorprendió ante esas palabras.

Si ya las palabras "me gustas", Le parecían fuertes, ahora con las palabras "querer" se le venía el mundo encima.

Apretó sus puños con fuerza. Él le había dicho a Marinette que también le gustaba, pero que estaba enamorado de otra.

Enamorado de otra.

¿En qué jodido momento se le habría ocurrido decir aquellas palabras?

—Así que ahora tomaré mis cartas en este asunto. —las palabras de su contrario le hicieron reaccionar y salir de sus pensamientos.

Adrien lo miro con furia. Estaba apunto de propinarle un puñetazo por la rabia, pero decidió calmarse. Estaba en mitad de un museo muy importante a nivel internacional, y si montaba un escándalo, sería lo peor, además, contando de que su padre empezaría a tener mala reputación (o eso es lo que le solía decir desde pequeño para que no llamara la atención)

Respiró profundo, y relajo sus músculos. —Ella no caerá tan fácil a tus pies. —soltó con aires de superioridad el rubio.

Luka se encogió de hombros. —Poco a poco, ¿quien sabe?

Adrien dio media vuelta y se fue. Se prometió a sí mismo, que como ahora había arruinado una oportunidad con aquella chica tan maravillosa en su forma civil, la conquistaría por todos los medios como Chat Noir.

Por encima de mi cadáver va a poner una mano en Marinette.

Por otra parte, Luka se alejó de ahí una vez se quedó solo, y se fue en busca de su azabache preferida. Cuando la encontró, la vio observando los cuadros que rodeaban la mona Lisa. Sonrió al verla feliz, no como ayer, y se acercó hacia ella por detrás, abrazandola por la espalda.

La chica dio un respingo, pero cuando se dio cuenta rápidamente de que era su mejor amigo, se acurrucó a él.

Él oji azul empezó a oler el pelo de su azabache. Olía a coco, su fruta favorita. Sonrió sin que ella se diera cuenta, y con delicadeza, depositó un suave y dulce beso en la mejilla de la chica.

Marinette se puso roja al instante, y se puso nerviosa. Se quedó quieta esperando alguna cosa por parte de su amigo, pero no hubo respuesta. Soltó el aire que estaba conteniendo, y decidió coger con fuerza la mano de su amigo.

Él se separó lentamente de la chica, y posó sus ojos en los cielos de ella. Los colores volvieron a subir a las mejillas de la azabache, que empezaba a sentir corrientes eléctricas en sus manos.

El sonido del teléfono de la azabache, cortó aquella conexión que acaban de tener los dos adolescentes. Marinette dio un respingo y le dio la espalda a Luka. Suspiró y sacó su teléfono.

Marinette, chica, ¿dónde estás? —la voz de Alya se escuchó por el otro lado de la línea.

Mm, en la mona Lisa, ¿por? —preguntó la azabache confundida.

Alya suspiró. —Chica, ¡te estamos esperando! Ya es la hora. —Marinette separó el móvil de su oreja y observó la hora en él. Marcaba las 14:30.

Mierda. —susurró. —¡Esperame Alya que en tres minutos llego! —la azabache colgó y se giró de nuevo a Luka.

El peliazul sonrió. —No me lo digas... Se nos ha pasado la hora.

Marinette asintió con la cabeza. Luka suspiró y se acercó a ella. Depositó un beso en su mejilla como forma de despedida.

La azabache sonrío, se despidió de él con la mano y empezó a correr hacia la salida, que, a pesar de que le dijera a la castaña de que en cinco minutos llegaba, era imposible. El louvre era enorme, y aunque corriera, no llegaría en el tiempo que ella había citado.

Corrió lo que sus piernas le permitieron, y por fin llegó al lobby donde sus compañeros la esperaban impacientes. Se disculpó con todos ellos, y se fueron de nuevo al autobús, que los llevaría a casa.

one last time ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora