Había sido una mañana bastante ajetreada para nuestro querido rubio. Nathalie, su asistenta, lo llamó para verificar unos horarios antes de su hora normal, para que le rubio pudiera tener más tiempo libre.
Adrien lo agradecía enormemente, pero odiaba madrugar por el precio de tener más tiempo para él.
Gorila lo llevó al instituto, donde llegó antes de tiempo. Como cuando solía llegar a esas horas no había llegado su amigo Nino, decidía siempre irse a clase a esperar a que estas empezarán.
Y hoy no fue la excepción. Fue saludado por sus demás compañeros con una alegre sonrisa, y emprendió camino hacia la clase. El felino salió del bolsillo del rubio.
—Por favor, dime que hoy no iremos a ver a Marinette de nuevo. —le dijo en modo de súplica a su amigo.
Adrien levantó una ceja en confusión, y apretó más fuerte el asa de su mochila.
—¿Porqué dices eso, Plagg? Sabes que iremos siempre que tenga tiempo.
El gatito rodó los ojos y volvió a meterse en el bolsillo. Cada vez que iban con esa niña, siempre se quedaba mucho tiempo sin comer, y eso era por lo que no le gustaba mucho ir allí.
Pero ver a Adrien feliz, quisiera o no, también le hacia feliz, así que sacrificaría un par de horas sin su preciado queso.
El rubio entró en la clase, encontrándose con su amiga de brazos cruzados, y con la cabeza girada a un lado. El rubio ladeó su cabeza en confusión al ver a su compañera tan pronto y sola.
Rápidamente, su cabeza hizo "click" y vio la oportunidad perfecta para poder hablar con aquella azabache que sin quererlo, le estaba empezando a provocar insomnio por la noche.
Se acercó a ella, y la adolescente abrió los ojos, encontrándose de cara con el chico que la traía aún un poco de cabeza. Sus ojos se abrieron, y Adrien vio la oportunidad perfecta.
—¿Podemos hablar, Marinette? —la azabache se quedó en shock durante unos segundos, hasta que sintió la presencia del rubio al otro lado del pupitre, donde él se había sentado.
Marinette tragó saliva, y cerró por un momento los ojos. «Por favor, que salga libre de esta» fue lo primero que pensó antes de dejar escapar un pequeño suspiro de sus labios, y poner la vista en el rubio.
—Verás... Desde que pasó aquello siento que me odias.... —dijo el rubio bajando la vista a sus manos que jugueteaban debido al nerviosismo. —Marinette, sé que te he hecho daño; también he sido rechazado y entiendo tu dolor, pero no quiero que me apartes de tu lado. —levantó la vista y la posó en los zafiros de su compañera. —Eres muy importante para mí, y te quiero demasiado como para que te alejes de mi.
La azabache abrió los ojos en sorpresa, y desvió la vista hacia el pupitre de madera. Sentía su corazón latir como loco, y sus manos empezaron a sudar. Tragó saliva, y llevó un dedo a su pelo para empezar a acariciarlo.
—No te odio, solo.... Te pido tiempo. —respondió después de unos segundos que parecieron horas para el rubio. —Tengo que deshacerme de estos sentimientos para poder estar como antes contigo. —ella posó la vista en las esmeraldas del rubio, y sintió una corriente eléctrica al ver el brillo que estas emanaban. Carraspeó la garganta. —Y tú también eres importante para mi, no quiero alejarme de ti.
Sintió unos brazos alrededor de su cuerpo, y como estos se apretaba con fuerza. La azabache tardó en reaccionar, y cerciorarse de que en realidad Adrien acababa de abrazarla. Se sorprendió, pero aceptó el abrazo, y puso su cabeza en el hombro del rubio, aspirando su colonia que siempre le gustaba oler cuando pasaba por delante suya.
—Si quieres tiempo, te lo daré, lo prometo. —la voz del rubio salió ahogada de sus labios, pero pudo mantener el tono. —Cuando estés lista de nuevo, me gustaría ir contigo y con demás gente a la pista de hielo como aquella vez, ¿te parece? —propuso el rubio sintiendo la respiración de la azabache en su cuello.
La Cheng pensó en ello durante unos segundos, pero finalmente accedió. No sería tan malo después de todo, ¿no? Habían quedado Finalmente como amigos, y eso es lo que sería: una salida entre amigos.
La azabache sacó energías de su cuerpo para separarse del rubio, y mirarlo a los ojos.
—El viernes, a las seis. —dijo decidida.
El rubio sonrió ampliamente. —A las seis en la pista de hielo.
Marinette asintió con fuerza y con una pequeña sonrisa. Poco a poco, empezaba a tener menos sentimientos por el rubio, y aquello la emocionó.
Escucharon unos carraspeos, y pudieron observar a la pequeña de los Burgeois mirándolos con una ceja levantada. Adrien rápidamente se levantó del sitio de Alya, para dirigirse a su asiento. Chloé miró a Marinette con interrogación, a lo que la chica se encogió de hombros; la verdad, no tenía nada que decir.
Poco a poco, empezaron a entrar los alumnos, puesto que las clases estaban a punto de empezar. La morena de gafas apareció por la puerta sorprendiéndose de ver a su mejor amiga a esas horas de la mañana.
—Chica, que no te ofenda, pero ¿qué haces aquí?
Marinette bufó y rodó los ojos con diversión. —Simplemente hoy si que me he levantado con tiempo.
Alya se acercó corriendo a su sitio, y se sentó al lado de su azabache amiga. Posó una mano en la frente de la chica, y empezó a "medirle la temperatura".
—No, está bien.
—¡Alya! —chilló la azabache con vergüenza.
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Cierto peli azul se encontraba en su clase de biología, sin poner mínimo interés a las diferentes plantas que podía existir en el mundo. Entre sus dedos se encontraba un lápiz que apuntaba en el papel cada vez que una bonita estrofa se le venía a la cabeza.
Tenía claro su inspiración: su Petite.
No podía sacar de la cabeza a aquella chica de ojos zafiro, piel blanca y pelo azabache. Emitió un suspiro, y posó una mano bajo su mentón para apoyar su cabeza. Julen, que estaba a su lado, observaba alternativamente a su profesor de mediana edad explicar de una manera bastante aburrida, y a su amigo, que se encontraba suspirando cada cinco segundos.
—Luka, ¿estas bien? —preguntó en forma de susurro finalmente el oji verde.
Luka finalmente salió de la burbuja en la que se encontraba metido, y observo a su mejor amigo de la infancia.
—Lo estoy, ¿por qué lo preguntas? —Luka se acomodó en su silla, tirando
el cuerpo para adelante.Julen rodó los ojos. ¡Como no se daba cuenta! ¡Hasta él se había dado cuenta! Su amigo aún no se había abierto sobre sus sentimientos de que le gustaba aquella chica del museo, pero era bastante obvio.
—Suspiras cada cinco segundos. Me da la sensación de que en cualquier momento te vas a caer al suelo de no tener aire en los pulmones. —empezó a mover el lápiz que tenía en las manos, observando las reacciones de Luka. —Sé que es por aquella chica del museo, no soy estúpido.
Los ojos azules de Luka se abrieron, y rápidamente giró la cabeza hacia su amigo.
—Pero no te preocupes, no te voy a obligar a que me lo digas, tus razones tendrás. —dijo el de piel morena mientras pasaba una mano por su pelo.
—Yo... En realidad me gusta mucho, Julen. —confesó Luka. Quién lo diría; diciéndole a tu mejor amigo que te gusta tu mejor amiga en la clase de biología. —Quiero ir en serio con ella, pero está hasta los huesos por otro que la ha rechazado.
—Bueno hermano, si la ha rechazado, es una buena oportunidad que debes tomar. —Julen se acomodó en su silla, observando a su amigo.
Luka posó sus ojos azules en los verdes de su amigo. —Créeme que la aprovecharé.
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one last time ✔
Fiksi Penggemar"Solo una última vez... Una última vez déjame dormir a tu lado. Déjame ser quien te cuide en tus noches de insomnio. Quien te apoye cuando nadie más lo haga..." Solo te quiero de vuelta, Marinette... Una declaración que no había salido como a nuest...