Una rosa blanca fue lo que cayó en las manos de la azabache. Todos los héroes miraban con los ojos abiertos aquella flor tan delicada caer en las manos de la heroína.
Nadie se atrevía a preguntar nada, solo estaban espectantes a cualquier movimiento o palabra dicha por la ojiazul. Marinette tenía su ojo derecho cerrado por el dolor del cataclysm de Chat Blanc, y su respiración se hacía cada vez más pesada. Tragó saliva y puso atención a su alrededor para poder saber que hacer con lo que le había dado su poder mágico.
Abrió sus ojos al ver que no se iluminaba nada. No podía ser, es decir, ¿cuándo le había fallado el Lucky Charm? Empezó a desesperarse, y mordió su labio para evitar soltar un chillido de frustración.
—¡Ladybug mira! —la voz de Queen Bee la sacó de su ensimismamiento, y está vez, se sorprendió incluso más que lo que le había pasado con su poder.
—¡Que narices! ¿¡No está Le Papillon?! —todos los héroes abrieron los ojos, sorprendidos ante la ausencia del hombre que gracias al poder paralizante de Queen Bee, se había quedado quieto, y ahora, como si fuera un show de magia, había desaparecido.
Una risa malévola se dejó oír por todo el lugar, llamando la atención especialmente de Ladybug, qué cada vez empezaba a ver un poco más borroso. Tosió un poco, pero se recompuso con lentitud, intentando no llamar la atención de ninguno de sus compañeros.
—Idiotas, ¿de verdad creéis que Le Papillon sería capaz de estar aquí? —los ojos morados del gato reflejaron maldad pura, dirigida toda a Ladybug. Levantó un dedo y apuntó a la heroína de puntos. —Tu lo sabías Ladybug, y aún así, has seguido insistiendo.
—¿A qué te refieres? —gritó Carapace, que sin quererlo, su poder de protección desapareció.
Chat Blanc sonrió y cerró los ojos con elegancia. ——¿No sabes qué todo lo que se ve, no siempre es verdad? ¿No es así, Ladybug? —los volvió a abrir a la vez que una sonrisa se postraba de nuevo en su rostro.
La chica de coletas abrió los ojos, y por fin su cerebro pudo conectar todas las piezas del puzzle. Ese malnacido había jugado sucio, y habían caído en la trampa como animales perdidos en el bosque. No podía creerlo... ¡Ese cobarde! De algo estaba completamente segura, haría todo lo que fuera posible para vengar todo el mal que había provocado. Empezó a jadear, y se apoyó en el hombro de Rena Rouge. La castaña al ver a la heroína así, se preocupó.
—¿Ladybug?
Marinette tragó saliva, asintió y puso una sonrisa bastante falsa en su rostro.
—Estoy bien. —se recompuso con todas las fuerzas que le quedaban, y empezó a mover su yoyo con elegancia.
El gato de trajes blancos al verla sonrió con autosuficiencia. —Maldita idiota... ¿No te basta ya con lo que te he hecho que aún continuas? —aquellas palabras fueron como dagas directas al corazón de Marinette. No. Ese no era su Chat Noir. Ese no era su querido gato que siempre estaba para ella. No es aquel gato que conoció aquella noche de lluvia al que ayudó, aquel gato que le había dado ese abrazo tan reconfortante para los dos. No era aquel gato que la había ayudado cuando ocurrió lo de Adrien. No era aquel que le había regalado esa rosa blanca... Abrió sus ojos ante la idea que se le acababa de ocurrir.
Sonrió y miró al gato. Intentó que su dolor no se postrara en su cara, y lo consiguió por unos segundos. —Pues... No sé quién será el peor de los dos. —aquella frase llamó la atención de Chat Blanc. —Si yo por seguir siendo una masoquista, o tú por haber caído tan bajo.
Una mariposa morada se dibujó en el rostro del gato, cosa que aprovechó la heroína para llamar a Rena Rouge.
—¡Haz una ilusión en la que aparezca su mejor momento! —gritó con fuerza, mientras empezaba a rodearlo con el yoyo. —¡Chicos ayudadme! —Carapace y Queen Bee corriendo a ayudar a la heroína, quién poco a poco, sentía que sus fuerzas iban a desaparecer. No se había dado cuenta del tiempo que le quedaba, hasta que escuchó el pitido de sus pendientes. Solo le quedaban dos malditos minutos.
—¡Hay que darnos prisa! —dijeron todos los héroes a la vez.
.
Chat Blanc abrió los ojos, y pudo observar la torre Eiffel. Estaba iluminada por brillantes que parpadeaban. Hacía tiempo que no se paraba a mirarla desde abajo, sentado en el césped del parque. Sonrió como un crío como al que le acababan de dar su juguete favorito, y se abrazó junto con sus rodillas.
—¿Quieres un poco, cariño? —su corazón dejó de palpitar por unos instantes, mientras la piel se le ponía de gallina. No... Eso no podía ser verdad... ¿Había escuchado bien...? ¿Acaso su cabeza estaba jugando con él de nuevo creando un sueño para atormentarlo incluso más? Giró con lentitud su cabeza, encontrándose con el rostro de aquella mujer de ojos verdes y pelo rubio. Sus ojos se abrieron como platos. ¿Era esto real? Frotó sus ojos y parpadeó incontables veces, para ver que la mujer seguía estando ahí, mirándolo con todo el amor del mundo.
—¿M-mamá?
La mujer sonrió cerrando los ojos. Extendió sus brazos, enseñándole la gran tarta de chocolate y nata que tenía en sus manos. Fue cuando se dio cuenta de que realmente estaba de picnic con su madre, delante de la Torre Eiffel. Cogió un trozo de pastel temeroso, y miró de nuevo a la mujer que le había dado la vida. Sus facciones eran limpias, finas y elegantes, parecidas a las de un ángel.
—Mamá, te quiero. —dijo apunto de abrazarla cuando la imagen que tenía delante suya se desvaneció. Sus ojos se abrieron confusos, y empezaron a buscar desesperados a su alrededor, pero no había nadie. —¿Mamá? —preguntó con miedo, mientras se acurrucada con su propio cuerpo. —¿Mamá? —de sus ojos empezaron a ver lágrimas, mientras su voz salía rota, desfallecida. —No me dejes por favor... —dijo en un susurro mientras se acurrucada en sus rodillas, aflojando todo el dolor que tenía en su interior.
—Adrien.... —levantó rápidamente la vista y abrió sus ojos. —Adrien... —sus ojos verdes se posaron en la silueta de una mujer. Se quedó quieto esperando a ver algo a través de la sombra, y fue hasta unos segundos después, que aquella sombra negra se desvanecía y aparecía Marinette delante de sus ojos. —No estas solo... —sus pupilas se dilataron, y su corazón empezó a latir rápidamente. —No estas solo... —la chica extendió su brazo, tendiéndole su mano con una sonrisa sincera en su rostro. —Estoy aquí, contigo.
Cogió su mano templada, y sintió calidez en su cuerpo. No había sentido mejor sensación en su vida.
.
—¡Ahora Queen Bee! —la voz de Ladybug lo sacó de su sueño, viendo como la abeja se lanzaba hacia él. Miró hacia abajo, encontrándose con la azabache cogiéndole la mano, confundiéndole aún más de lo que ya estaba.
Hizo una voltereta y se tiró hacia atrás. Una bola de energía blanca enorme se postró en su mano, y la lanzó hacia el cielo, provocando una gran explosión, y haciendo que todos los héroes del impacto se fueran hacia atrás. Todas las fuerzas de Ladybug se habían ido de su cuerpo, provocándole que no pudiera levantarse del suelo.
Sin ella poder evitarlo, el último pitido de sus pendientes sonó, haciendo que su transformación se desactivara, dejando ver a Marinette Dupain Cheng, una adolescente de 16 años.
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Hola! Feliz Navidad a todos! ❤️
Sé que es corto, pero el siguiente será mejor 7u7. Muchas gracias por todo el apoyo que le estáis dando :3 Me ayudáis a seguir escribiendo 🌚
Nos vemos en el siguiente! 🌙
Au revoir ✨
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one last time ✔
Fanfiction"Solo una última vez... Una última vez déjame dormir a tu lado. Déjame ser quien te cuide en tus noches de insomnio. Quien te apoye cuando nadie más lo haga..." Solo te quiero de vuelta, Marinette... Una declaración que no había salido como a nuest...