Capítulo 34

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Cuatro años después.

Arregló su top de telas de encaje negro, que de bajaba a la vista su vientre. Alisó sus pantalones del mismo color. Lo combinó con una gargantilla del mismo color y sutiles anillos de plata que vestían sus finos y largos dedos de manera elegante.

Su cabello, corto y azabache, estaba sujetado por una gran coleta de caballo, con largas extensiones. Tenía ligeras ondas en este, y su flequillo adornaba su cara angelical. Se miró al espejo, analizando el sutil maquillaje que llevaba: un poco de colorete para sus pómulos, la ralla del ojo y un poco de rímel.

Se analizó, y dio un vuelta sobre ella misma, posando el conjunto que ella misma había creado.

—Te ves increíble —una voz con acento italiano habló, provocando que una pequeña sonrisa se escapara de los labios de Marinette.

—No soy yo la que se tiene que ver bien, sino tú —afirmó mirando el vestido de color rojo con pequeñas piedras incrustadas que su amiga llevaba puesto —. Hoy es tu día.

La castaña de ojos miel de nombre Chiara Russo, sonrió, dando una vuelta sobre ella misma, mostrando el vestido confeccionado por la gran compañía Dupaing.

—¿Me veo bien? —preguntó con un poco de inseguridad, mirando hacia la diseñadora famosa.

Marinette frunció el ceño, sin poder creerse lo que estaba escuchado. Se acercó hacia la joven, y la cogió de los hombros —¿Qué si estas bien? ¡Te ves increíblemente hermosa! No deberías dudar sobre ello.

Chiara se sonrojó, y dio un abrazo a su gran amiga. Los nervios burbujeaban en su estómago, sin saber que hacer. Se separaron, para inmediatamente la italiana empezar a abanicar su rostro.

Marinette sonrió, cogiéndole los brazos, y parándola —Escúchame Chiara, te he visto tocando ese precioso instrumento, no es nada que no hayas hecho antes; relájate. Pasarás la primera ronda —sonrió con delicadeza transmitiéndole un poco de paz a su amiga.

El concurso Internacional de piano de Chopin se celebra en Varsovia, Polonia (donde se encontraban actualmente). Todos los pianistas del mundo que se hayan podido clasificar, asisten a este maravilloso concurso en honor a uno de los mejores pianistas del romanticismo.

Chiara fue una de las afortunadas que pudo clasificarse. Estos concursos conllevaban grandes galas, por lo que le pidió a su amiga Marinette, —la cual conoció mientras estudiaba música en Paris —, que le creara una serie de vestidos para poder asistir al concurso de una forma elegante y algo más moderna y diferente a los demás concursantes.

De tanto rogarle, consiguió convencer a Marinette para que se diera unos días libres, y fuera a verla al concurso a tocar el piano.

La diseñadora era fan de las piezas que tocaba su amiga, pero ella no era muy entendida de la música. Decidió apoyarla, así que aceptó las pequeñas auto vacaciones, y bueno, ahí estaban en Varsovia, a punto de partir hacia el auditorio en donde se estaba por dar el concurso.

—Espero pasarla —sonrió un poco nerviosa —. Hay muchos favoritos como China, Rusia y hasta Grecia —apuntó contando con sus dedos —. Agradezco que me apoyes a pesar de que tu país sea Francia —sonrió feliz abrazándola.

—Te apoyo a ti, y a las personas que me gusten como tocan el piano —se encogió de hombros.

Se acercó hacia la mesita de noche, de donde cogió su teléfono móvil y las llaves en forma de tarjeta para poder entrar al hotel más tarde, cuando acabara el primer día.

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