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—¡Mamá! —la llamo pero no responde— ¡Estoy en casa!

No consigo respuesta por lo que supongo estará durmiendo en su habitación. Empiezo a recoger todo y a tirarlo a la basura. Botellas, bolsas, envoltorios...

Ordeno el salón, y prefiero no ir a la cocina porque debe estar mil veces peor. Suspiro y hago una mueca de asco cuando encuentro un condón usado sobre el sofá que saco con guantes.

Limpio los muebles, hasta la alfombra. Cuando he terminado, me estiro un poco y tomo mi celular que tiene un par de mensajes de Andrea.

Andreita<3: Charrrrrrr.
16:55 p.m.

Andreita<3: Chase irá a buscarte en una hora y media.
16:56 p.m.

Andreita<3: ¿Estás ahí?
17:04 p.m.

Andreita<3: ¿Necesitas que vaya a tu casa?
17:04 p.m.

Andreita<3: ¡Estaba por salir de casa a escondidas cuando mi hermano le ha dicho a mi madre!
17:12 p.m.

Andreita<3: Pero he llamado a Chase de todas formas, ya va en camino. Respóndeme cuando puedas.
17:13 p.m.

Andreita<3: Te quiero.
17:13 p.m.

Sonrío. Le mando un audio dándole las gracias por preocuparse y explicándole por qué no le he respondido antes a la vez que camino a mi habitación.

Tiro el celular sobre la cama pero pego un salto cuando escucho un agresivo miau.

Miro nuevamente y una cola moviéndose debajo de las mantas me emociona tanto que pego un gritito. Saco la manta y tomo en brazos a mi gato. Un día en el palacio se había escapado y no había vuelto, probablemente haya extrañado su casa.

—¡Pusheen!

Lo abrazo contra mi pecho y él empieza a ronronear y a cerrar sus lindos ojos verdes.

Pego otro brinco cuando escucho un grito a mis espaldas. Me doy vuelta, viendo a mi madre con una botella de alcohol en la mano en el umbral de mi habitación.

—Madre, ¿Cómo estás? —dejo a Pusheen sobre la cama y me dirijo a las cajas que están en el piso, las cuales tomo y llevo a la sala con mi madre observándome en silencio.

—He venido a buscar las cosas que me faltaban —prosigo al ver que ella no habla—, ¿necesitas algo? Si quieres puedo ir a hacer las compras al supermercado, o...

—Engordaste.

Me quedo helada tras dejar la tercera caja y última en el suelo. Mantengo mi mirada en cualquier cosa que no sea mi madre. Aprieto los ojos cuando tira la botella que tenía en la mano al piso, rompiéndola en miles de pedacitos y mojando la alfombra que había limpiado hace unos minutos.

—¿Es que en el refinado palacio comes todo lo que yo no pude darte aquí? ¿Es eso?

Mi respiración está agitada, pero me tranquilizo al escuchar el motor del auto de Chase afuera de casa. Abro la puerta y reprimiendo mis lágrimas saco caja por caja.

Le paso la caja a Chase que me mira extrañado ante mi comportamiento, pero no menciona nada.

Cuando estoy por sacar la segunda caja, mi madre me toma del brazo, haciendo que suelte lo que tenía en las manos. Me lleva hasta el baño donde me obliga a sacarme los tacones y subirme a la balanza.

Y aquí es cuando ya no aguanto las lágrimas.

—¡Subiste casi dos kilos, Charli! —mi madre me sacude por los hombros y sollozando vuelvo a ponerme los tacones.

—¿Charli? —la voz de Chase me alerta, porque no quiero que vea lo que está sucediendo.

—Awww, ¿ya son novios y él se preocupa por ti? —mi progenitora habla con una falsa emoción.

Me limpio las lágrimas y salgo del baño a pesar de sus protestas. Chase ya ha guardado las cajas faltantes, pero cuando lo veo, lo único que hago es abalanzarme a sus brazos.

—¿Estás bien? —susurra en mi odio mientras acaricia mi cabello.

Aunque mi cuerpo diga que no, un si escapa de mis labios. Lo abrazo más fuerte y escondo mi rostro en su pecho a la vez que le pido que salgamos de este lugar.

Besa mi sien y me saca de la casa. Me dirige a su auto, y me sorprende ver a Andrea en los asientos traseros.

—¿Lo hizo de nuevo, verdad? —asiento, pensativa.

Chase, sin importarle que Andrea nos esté mirando, me toma del rostro y me limpia las lágrimas con sus pulgares.

Chase me mira a mí y a mi amiga.

—¿Qué sucedió allá adentro?

Lo miro fijamente a los ojos, pero mi mirada se desvía a la mujer que sale de la casa muy enfadada.

—Pone a partir el auto —le ordeno.

Sin reprochar, lo hace, pero sigue esperando una respuesta de mi parte.

Como puedo, subo mis pies al asiento y abrazo mis piernas contra mi pecho. Suspiro y empiezo a relatar mientras miro por la ventana.

—Mi madre acostumbra a reprocharme cuando subo o cuando bajo de peso. O por cualquier cosa, en realidad —hago una pausa para intentar deshacerme del nudo en mi garganta—. Sufre de trastorno bipolar, y odia sus pastillas. Muy pocas veces las toma desde que mi padre murió, ahora prefiere llenarse de alcohol.

Y no sólo eso. Me gustaría agregar.

—Quizá deberías alejarte de ella por un tiempo —sugiere mi amiga—, te hace mal, Charli.

—Es verdad —concuerda Chase—, será lo mejor, para ambas.

—Supongo.

Bajo el vidrio y saco la cabeza, cerrando los ojos, dejando que mi cabello vaya hacia atrás gracias al viento y a la velocidad en la que Chase maneja.

Cuando ya no siento mi rostro del frío, vuelvo a acomodarme en mi asiento y a subir la ventana. Miro a Chase.

—Gracias por venir.

—No te preocupes, linda. Andrea me ha llamado, bastante enojada la verdad —escucho la risa de la anterior nombrada—, y me ha pedido a que venga por ti, y por suerte, ya había terminado mis deberes en el palacio.

Reprimo una sonrisa y miro hacia el lado para ocultar el sonrojo de mis mejillas ante el apodo. Linda.

—Bueno, tortolos —Andrea ríe—, me he escapado de casa y yo creo que esto amerita un castigo por una salida divertida, y tengo un buenísimo plan.

La miro a través del espejo retrovisor, y niego inmediatamente al ver su sonrisa malévola.

—¡Ni se te ocurra!

Ella carcajea y Chase ríe.

—¡Vamos al parque de diversiones!

—¡Andrea, sabes que odio las alturas, y además, estoy en traje!

—Eres la próxima reina, querida amiga, puedes ir a un parque de diversiones como se te cante. Además, no todos los juegos implican alturas. Así que Chase, acelera.

—Entonces, nuestra próxima parada, ¡el parque de diversiones!

Crown | Chase y CharliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora