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CHARLI DAMELIO

—Mañana irás al palacio a arreglarte para tu boda, a la cual claramente no vas a asistir.

Me muerdo el labio inferior con nerviosismo. El plan que tienen no es tan elaborado, algún cabo suelto debe haber para poder escapar.

—Y claro, descarta la idea de contar que estás secuestrada.

Se acercó a mí, pasando la pistola por lo largo de mi mandíbula, tornando mi respiración temblorosa.

—De lo contrario, presionaré el gatillo que atravesará tu cabeza, ¿queda claro? —asentí— Bien, te quedarás a dormir aquí, en esta silla. A menos de que prefieras el suelo, pero lo dudo.

Sonrió, se aseguró de que mis ataduras estén bien ajustadas y seguido a eso salió del cuarto, apagando la luz y sumiéndome en una oscuridad que me agobia. La única luz era de la pequeña ventana que estaba ligeramente abierta.

No sentía mis extremidades al estar atadas a la silla, tenía hambre y sueño. Por más que ideaba planes en mi cabeza, todos terminaban mal. No había manera de escapar de aquí por mi cuenta.

Además, ¿de qué me sirve escapar?

Chase pensará qué nunca lo quise tras no asistir a nuestra boda.

Scarlett tomará mi lugar.

Y yo quedaré en el olvido.

[...]

—Despierta, princesa —levanté la cabeza de golpe, haciendo que el cuello me doliera tras dormir toda la noche con la cabeza hacia adelante—. Debes ir a los preparativos de tu boda.

Ahí se encontraba él de nuevo, desatando mis brazos y pies, los cuales masajee de inmediato. Me dolían, tenía las cuerdas marcadas y tales marcas ardían como el demonio.

En el camino al palacio me mantuve en silencio, simplemente moviendo la cabeza si me preguntaban algo.

—Baja aquí —abrieron la puerta de la furgoneta. Faltaban tres cuadras para el palacio—. Y ni se te ocurra desviarte de camino, muñeca.

Caminé hacia el palacio con mi vestido de graduación todavía. ¿Qué excusa inventaría? ¿Dónde se supone que dormí?

Al llegar, en la entrada me esperaba Andrea, Marie, Kimberly y los niños del orfanato.

—¡Char! —Andrea me abrazó— ¿Ya te sientes mejor?

—Claro, no te preocupes, sólo eran los nervios. Bueno, tenemos muchos niños que arreglar y peinar, ¡manos a la obra!

Dejé a los niños en el gran closet con el que contaba el palacio para que ellos eligieran sus vestuarios, mientras que yo me dirigía a mi habitación en busca de Chase.

—Toc toc —bromee, tocando la puerta para luego adentrarme a la habitación. Chase estaba viendo su cajón de las corbatas, supongo que eligiendo alguna.

Se acercó a mí de inmediato, besándome.

—¿Cómo estás?

—Ya estoy bien —lo abrazo por el cuello—, sólo necesitaba un poco de espacio.

Lo besé nuevamente, anhelando que ese no fuera nuestro último encuentro, pero que sabía que lo sería.

—¿Me ayudas a elegir una corbata? —murmuró.

Asiento sonriente.

Me muestra sus dos opciones; una rosada y una celeste.

—Yo creo que será mejor la rosada —opino—, mi ramo de flores es rosa.

Crown | Chase y CharliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora