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CHASE HUDSON

Negué.

—No iré a su maldito funeral, madre. Ve tú, yo me quedaré aquí.

Mi madre me tomó del rostro.

—Cariño, no puedo dejar que te hundas en la tristeza...

Cerré los ojos, deseando que todo esto se tratara de una simple pesadilla.

—Ve.

Asintió débilmente.

—Volveremos en un par de horas. Si saldrás, procura llegar antes del anochecer. Cuídate.

Besó mi frente y se despidió con una caricia en mi cabello. Me entraban ganas de llorar cada vez que recordaba estas últimas semanas.

Hoy era el funeral de Charli.

Hace un par de horas nos han informado su muerte, y mis padres han decidido hacer el funeral hoy mismo para no extender mi sufrimiento aún más.

Todavía no logro procesar todo lo sucedido, es como si mi vida estuviera en pausa ahora mismo.

El plan de hoy es comerme todo el helado que hay en el refrigerador, el cual es bastante.

Perezosamente bajé los pies de mi cama cuando ya fui consciente de que no había nadie en el palacio. Los sirvientes han tenido un día libre por hoy, y los demás... bueno, ya sabemos dónde están.

Tomé rumbo a la cocina, abrí la congeladora, saqué el kilo de helado de chocolate junto a una cuchara grande y me senté en un taburete de la encimera.

Bostecé. No había dormido bien en días, y estaba acostumbrado a dormir mis ocho horas diarias y de vez en cuando hacer una siesta.

Suspiré cuando sentí la puerta de la cocina abrirse a mis espaldas. Necesitaba un descanso.

Seguí comiendo de mi helado, a pesar de sentir dos brazos rodearme la cintura.

Las cosas eran claras, si algo pasaba con Charli, Scarlett tomaría su lugar y ella pasaría a ser mi prometida.

—Scarlett, ya lo hablamos —corté—. No me casaré contigo, basta.

—Ugh, ni menciones a esa maldita hipócrita.

Detuve la cuchara con helado a mitad de camino hacia mi boca.

Esa voz...

¡Charli!

Sonreí levemente pero sacudí la cabeza.

—De seguro me estoy volviendo loco, ya estoy alucinando.

Me quejé cuando sentí un pellizco en el brazo. Me di vuelta, encontrándome con lo que seguramente sea producto de mi imaginación.

—¡Cómo más quieres que te compruebe que soy real! —reclama, poniendo las manos como jarras en sus caderas.

Trago saliva.

—¿De verdad... eres tú?

Con las manos temblorosas toqué su cabello.

—¡Que si! —ya estaba empezando a enojarse— ¿No me darás un abrazo de bienvenida?

—Sólo ven aquí —susurré.

Crown | Chase y CharliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora