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CHASE HUDSON

Llevamos menos de una hora en el parque, nos hemos subido a cuatro juegos, que claramente, no incluyen alturas demasiado altas.

Y nuevamente, Andrea ha sido mi compañera de crimen.

Tenemos dos planes.

El plan A consiste en acceder a subirnos a los juegos que ella quisiera, pero luego, intentariamos que se subiera a uno con muchísima altura, porque bueno, tampoco queremos divertirnos sin ella.

Si, somos pésimos amigos.

Y el plan B... Esperemos no usar el plan B.

—Char —la llama su amiga—, ¿eres consciente de que nos hemos subido a juegos donde juegan niños de cinco años?

—No seas exagerada —ríe—, admitan que también fue divertido ir a los autitos chocadores.

—Pero ya se nos han acabado los juegos aburridos —empieza—, pero con Chase se nos ha ocurrido subirnos a uno muy genial.

—¿Cuál?

—Aquel —señaló el que es un palo gigante hacia arriba que sube a las personas lentamente, pero que el descenso es agresivamente rápido.

—Ah, bueno, ustedes vayan, yo les sacaré fotos desde aquí —se encogió de hombros y sonrió mostrándonos su celular.

—¡Pero vinimos a divertirnos los tres, juntos!

—Tranquila, me divertiré viendo sus caras.

Andrea me miró.

—Chase, es momento de usar el plan B.

Bueno... El plan B es básicamente tomar a Charli en brazos y llevarla a la atracción. Y ahora que pienso todo de nuevo, sonamos como unos amigos terribles.

Rápidamente me acerco a Charli y pega un gritito de asombro cuando paso un brazo por su espalda y otro por detrás de sus rodillas para cargarla.

—Chase, más te vale bajarme —negué con la cabeza— ¡bájame!

—Te gustará la atracción, lo prometo.

—¡Está bien, me subiré! Pero primero bájame.

Enarqué una ceja.

—¿Y arriesgarnos a que salgas corriendo? Ni lo sueñes.

—Si no me bajas ahora mismo gritaré pidiendo ayuda.

Reí negando con la cabeza. Habíamos llegado a la atracción.

—Chase, déjala en un asiento y abróchale el cinturón a esa bestia.

Dicho y hecho, dejé a Charli en uno de los asientos, me aseguré de que estuviera bien sujeta y me senté a su lado.

—Me voy a morir de un paro cardíaco a mitad del juego —alegó—, juro que los voy a asesinar cuando baje de esta cosa.

—Entonces trata de no morir en el intento si quieres matarnos —sonreí.

La gente que hacía fila para el juego empezó con la cuenta regresiva. Al terminar, el juego empezó a subir a una lentitud tortuosa. Siento la calidez de la mano de Charli en la mía, apretándola.

La miré, a mi lado, con los ojos cerrados y apretando cada vez más mi mano. Bajé la mirada a nuestras manos enlazadas, y un sentimiento de paz se extendió en mí.

Crown | Chase y CharliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora