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Le expliqué un poco más a fondo el tema del video a Andrea y quién lo había publicado, ella sabía muy bien la historia con Diego, y nunca olvidaría a quien correspondía ese nombre de usuario.

—¿De casualidad no tienes su número o algo? Tal vez recapacite, no sé, está medio malito de la cabeza la verdad.

—Lo llamaré por instagram.

Lo llamé tres veces, y a ninguna respondió. Teniendo la cuarta vez como última, deseando que no respondiera —todavía me da terror escuchar su voz—, como si mis plegarias fueran escuchadas, respondió.

—¿Sí, diga?

Con esas dos simples palabras hizo que se me erizaran los vellos.

—Quiero que borres ese video, Diego —me encargué de escupir su nombre con el mayor desprecio posible—, y no es una petición, es una puta orden.

Escucho su risa masculina a través de la línea.

—¿Recuerdas lo que te dije la última vez? —mi respiración se acelera—. Te dije que te enseñaría a ser más mujer, y al parecer mi plan ha funcionado.

Cerré los ojos, intentando contener las lágrimas.

—No estoy bromeando, Diego. Borra ese video, ahora.

Silencio.

—¿Y yo qué gano?

—Una patada en el culo, ¿te parece bien?

Cuidado con tus palabras, Charli. Lo haré con una condición.

—Di lo que quieres.

Quiero que seas mía, de nuevo.

Una primera lágrima rebelde bajó por mi mejilla.

—Entonces puedes dejar el video en la plataforma.

Y con eso colgué la llamada. Empecé a llorar, Andrea simplemente me abrazó. También había escuchado la conversación, pero ambas sabíamos que dijera lo que dijese terminaría de esta manera. Llorando y recordando mi pasado que seguía atormentándome.

Todos conocíamos cómo era Diego Miller.

Insensible y miserable.

—Ni siquiera le bastó con la primera vez —me regaño a mí misma, pero al parecer lo dije lo suficientemente fuerte para que un periodista haya reconocido mi voz y se acerque a mí con una gran cámara apuntándome.

—Princesa, ¿se encuentra usted bien? El video del príncipe Hudson y usted está en todas partes.

—Le pido amablemente tranquilidad y privacidad. Respecto al video, es cien por ciento editado. Chase y yo nos respetamos en nuestra relación.

—Gracias por responder, princesa —hace una tonta reverencia—. Buen día.

Excelente Charli, saliste llorando frente a las cámaras.

—Sé que no soy la mejor persona para decirte esto, Char, pero deberías contarle a Chase. Lo de Diego, quiero decir, sabes a lo que me refiero.

—Lo he intentado —admito—, pero no quiero seguir recordándolo, no quiero —sollozo.

Aún así, lo intentaré.

Luego de un rato, Andrea y yo volvimos al palacio. Los nervios me estaban comiendo viva, y los temblores en mis manos y piernas eran la prueba viva de aquello.

Crown | Chase y CharliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora