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CHARLI DAMELIO

Despierto un poco desorientada al escuchar los toques continuos en la puerta de la habitación.

—¿Mamaaaaá?

Me remuevo en la cama. Selena está llamando a la puerta.

—¿Qué sucede, Sele? —alcanzo a escuchar la voz de mi mejor amiga afuera.

—Mamá no responde. Llevo llamando a la puerta hace un buen rato, pero no quiero pasar sin permiso.

—Espera aquí.

Levanto un poco la cabeza justo cuando Andrea abre la puerta y se asoma por esta. Selena intenta entrar pero Andrea de inmediato le cubre los ojos.

—¡Charli, por Dios! Selena, vamos afuera. Tú madre está... un tanto ocupada.

Espera que Selena salga del cuarto canturreando para luego decir.

—¡Espero los detalles!

Y con eso, vuelve a cerrar la puerta.

Me acosté sobre mi costado en la cama y abracé a Chase, aún estando ambos desnudos. Era la primera vez que llegábamos a intimar, pero le agradezco que haya sabido esperarme hasta que yo estuviera y me sintiera lista.

Apoyo mi mentón sobre su pecho, mirando su cara y detallando cada rincón de su rostro relajado.

—¿Admirando al Dios Griego que tienes enfrente? —preguntó, aún con los ojos cerrados y la voz ronca— La verdad es que es un privilegio tenerme tal como Dios me trajo al mundo. Si fuera tú, también me quedaría viendo.

—Eres un egocéntrico —dejé un toque en la punta de su nariz, y al fin, abrió los ojos.

—El egocéntrico al cual amas —sonrió y se acercó para besarme.

—Selena casi descubre lo que pasó —le suelto sin más.

Enarca una ceja.

—¿Qué cosa?

Sé que se está haciendo el tonto para que le explique con peras y manzanas. Evado su mirada cuando siento mis mejillas calentarse.

—No me hagas decir lo obvio.

Chase ríe, a lo que yo sólo lo miro mal.

—No le veo lo gracioso —hago una mueca.

—Me gusta cuando te sonrojas.

Nos quedamos abrazados por uno cuantos minutos más en silencio, sin decir una palabra, sólo pasando tiempo juntos.

Bostezo.

—Yo... creo que es mejor ir a desayunar antes de que mi madre sospeche o algo por el estilo.

Media hora más tarde, nos encontrábamos desayunando junto a los niños, Andrea, Kimberly, mi madre y los padres de Chase.

—Mamá —Selena llamó mi atención—, ¿por qué no atendían la puerta esta mañana?

Tomé un sorbo de mi té y carraspee bajo la atenta mirada de todos los presentes, en especial la de mi madre.

—Yo estaba en el baño, y Chase seguía durmiendo. Por eso no te abrimos, cariño.

—¿Pero por qué...?

Crown | Chase y CharliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora