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—¿Por qué no te tapas todavía? —pregunto con los puños contra las caderas.

—Tengo un poco de calor —murmura—, pero ya me tapo ahora.

Asiento.

—Está bien. Iré a bañarme y vuelvo -aviso.

Luego de una ducha tibia, me pongo un pijama de short con manga larga en la parte superior. Al volver a la habitación, me sorprendió ver a Chase sonrojado en demasía, incluyendo su cuello, además, se encontraba sudando.

Me acerco a él, preocupada.

—¿Te sientes bien? Estás rojo.

—Sólo tengo un poco de dolor de cabeza —sonríe débilmente—, ya se me pasará.

Poso una mano sobre su frente, abro los ojos con demasía, ¡está hirviendo!

—Chase, tienes fiebre —muerdo mi labio inferior, sin saber qué hacer.

—No te preocupes, dormiré y mañana despertaré mejor.

—Ni lo sueñes, espérame aquí, y no te duermas.

—Sí, mamá Charli.

Saqué una toalla pequeña de la cajonera, la mojé y la puse sobre la frente de Chase. También, le di una pastilla para bajar la fiebre. Al cabo de una hora aproximadamente, se quedó dormido, pero yo me quedé a su cuidado, pensando en todo mientras veo un punto muerto de la habitación y acaricio el cabello de Chase.

Hace poco Andrea me ha hecho una pregunta que no he sabido responder, pero de la que poco a poco formulo una respuesta.

¿Por qué no te estresa el hecho de que te casarás al cumplir los dieciocho?

Pues, es raro. Me gustaría tener algo con Chase, pero no casarme. Yo pensaba en casarme luego de obtener mi título en la universidad, pero mis planes se fueron directito a la mierda.

A las 8:36 de la mañana, sin haber dormido en toda la noche, me levanté en silencio, vestí uno de los oufits más normales que tengo aquí; un traje blanco con unos tacones negros. Quiero salir a tomar aire, no parecer una empresaria.

Dejé una nota sobre la mesita de luz debajo de un vaso de jugo de naranja junto a una pastilla.

Caminé hasta el parque que hay a un par de cuadras del palacio. Me escondí detrás de un árbol al ver tres guardaespaldas corriendo, quizá de trataba de un ladrón.

Tapo mi boca para no gritar cuando casi caigo de bruces al pasto tras ser empujada por alguien.

Me toman por los hombros, dándome vuelta. Mis ojos ubican a una chiquilla que se ve de mi edad, con lágrimas cayéndole por las mejillas.

—Ayúdame, por favor —pide desesperada.

—¿Qué sucede? ¿Esos guardias te persiguen a ti?

Asiente frenéticamente.

—Ellos... Ellos quieren llevarme, me obligan a casarme con alguien mayor que yo. ¡Por favor, ayúdame!

Algo parece hacer click en mi cabeza, y no dudo ni un segundo en ayudarla, porque estamos en situaciones similares y me veo reflejada en ella.

—¡Hey! —escucho una voz masculina a mis espaldas y la chica pega un salto—. Denos a la mujer, ¡ahora!

Tomo una bocanada de aire y doy media vuelta. Los tres grandulones quedan helados al reconocerme.

Crown | Chase y CharliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora