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—Me gustaría que todos estén presentes y atentos en este memorable momento, el cual hará que mi vida cambie por completo, positivamente.

—Adelante, hijo —habla el rey, sonriendo—, gustosos te escuchamos.

Chase me extendió una mano para que me parara de la silla a su lado, a la vez que todos los presentes clavaban la vista en nosotros. Éramos el centro de atención. Para todos.

—Como todos saben —empieza—, Charli ha sido mi pareja durante mucho tiempo, cosa de la que no todos estaban enterados porque nos encargamos de que fuera secreto.

Lo miro, y él me mira. Me centro sólo en él, porque sus ojos me dan tranquilidad, sus ojos me dan estabilidad entre tanto caos.

—Me encantaría pasar el resto de mi vida contigo, Charli —se arrodilló lentamente frente a mí, ocasionando que muchos gritaran ilusionados. Sacó una cajita azul de terciopelo, la cual abrió, dejándome ver el hermoso anillo que habíamos elegido hace un par de horas. Esta vez, las lágrimas se acumularon en mis ojos sin forzarlas—, Charli Damelio, ¿te gustaría convertirte en mi compañera de vida, pasar el resto de tu vida a mi lado, en el trono, y casarte conmigo?

Una lágrima cae por mi mejilla y sonrío.

—¡Por supuesto que si!

Chase se levantó y puso el anillo con una flor rosa claro en la parte superior, resaltando en mis delgadas manos.

—¡El beso de los novios! —exclamó un invitado, haciendo que todos los presentes apoyaran la idea.

Chase me miró, pidiendo mi permiso silenciosamente, a lo que yo asentí. Me tomó el rostro y me besó, yo reposé mis manos en su cuello y me aferré más a él.

Toda la gente que se encontraba a nuestro alrededor empezó a aplaudir y a felicitarnos, incluso hasta nos preguntaron si nos gustaba la idea de agrandar la familia, a lo que nosotros sólo respondimos con un todavía no es el momento.

Al cabo de los minutos, llegó el esperado baile, en el cual, nos pidieron que bailáramos nosotros dos en el centro del lugar. Todo el lugar estaba oscuro, excepto una luz blanca que apuntaba a nosotros. Yo vestía un vestido violeta apegado al cuerpo, con unos tacones del mismo color de terciopelo, y unos cuantos accesorios. Chase vestía con un traje blanco y su corbata violeta, estábamos a la par de colores.

Chase tenía ambas manos en mi cintura, mientras que las mías reposaban sobre sus hombros. Nos mirábamos a los ojos y estábamos tan concentrados mirándonos el uno al otro, que era como si fuéramos nosotros dos solos bailando en este enorme salón.

La canción estaba terminando, eso quería decir que el baile también, e iba a hacer algo de lo que probablemente me arrepentiría luego, pero lo hice igual, porque si bien esto de casarnos empezó con un contrato, tengo sentimientos encontrados con Chase.

Así que, por un momento olvidé que todos nos estaban mirando, y lo besé.

—Estamos enfrente de todos, linda —susurró a mi oído luego de separarnos.

—Lo hice porque quise, no porque hay gente mirándonos, Chase.

Ambos dábamos vueltas lentas con las últimas notas de la música, estaba mirando a todos los invitados, hasta que me crucé con una mirada conocida...

Enseguida mis alertas internas se elevaron.

—Chase, debemos salir de aquí. Ahora.

—¿Qué sucede? —me toma el rostro— Estás pálida.

—Diego está aquí y nos está mirando —finjo una sonrisa ante todos cuando el baile finaliza y ambos hacemos una pequeña reverencia—. Por favor, sácame de aquí. No puedo estar en el mismo lugar que él.

Con los brazos entrelazados nos escabullimos por en medio del gentío, dirigiéndonos a la salida.

—¡Charli! —paro en seco cuando escucho mi nombre salir de su asquerosa boca. Me doy media vuelta junto a Chase— ¿Podemos hablar?

—No tengo nada que hablar contigo —tomé la mano de Chase y lo insté a irnos, pero Diego insistía.

—¡Sé madura, Charli! Sólo quiero hablar.

—¡Guardias! —levanté una mano, llamándolos. Estos se acercaron de inmediato— ¿Podrían llevarse al joven, por favor? Al parecer se ha pasado un poco de copas.

—¡No mientas! —gritó.

Apretando los labios, me acerco al guardia.

—Por favor llama a la reina Charlotte —el guardia asintió y se alejó rápidamente—. ¿Qué carajos haces aquí, Diego?

—Linda —Chase me rodea por la cintura desde atrás, intentando tranquilizarme—, vamos a casa.

Diego fijó la vista en mi mano, específicamente en mi anillo.

—¿Comprometida con tan sólo diecisiete años, Charli? Puede que no hayas sabido de mí estos últimos años, pero recuerdo muy bien tu edad.

—¿Ah, de verdad? —bajo la voz— ¿Y te acordaste de mi edad cuando abusaste de mí, Diego? —susurré, con un hilo de voz.

—Bonita —Chase besa mi cabello—, vamos, tranquila.

—Charli —Charlotte aparece en mi campo de visión—, ¿me llamabas?

—Así es, quería presentarle al joven Diego —lo señalo, ella pareció recordarlo todo al escuchar el nombre—, necesita orientarse un poco, ¿podría darle un recorrido?

—Es un gusto —Diego hace una reverencia ante la reina que le extiende la mano—, venga joven, yo encantada de mostrarle el salón real.

—Los dejo a solas —sonrío de boca cerrada, miro a Chase—, ¿vamos?

—Claro, andando.

Salimos al fin del salón, y recién cuando nos encontrábamos en el patio esperando la limusina pude respirar.

—¿Está todo en orden en esa cabecita tuya?

—Si, sólo... ¿Cómo es posible que supiera exactamente dónde estábamos?

Chase me atrajo hacia él, a lo que yo me acurruqué en su pecho mientras me hacía mimos en el pelo.

—¿Qué puedo hacer para que te sientas mejor, linda? Podemos ir a casa de Andrea, o comer helado hasta que nos salga por las orejas.

—Me gustaría llegar y comer todo lo que encontremos en la cocina —reí—. Espera, si nuestros padres nos estaban buscando, ¿quiere decir que mi madre está en el palacio? —asintió— Entonces encontraremos otro plan para lo que resta de la noche.

Pasaron unos segundos hasta que habló.

—¿De verdad me besaste porque quisiste?

Siempre tan directo, Hudson.

Subo la cabeza para mirarlo y asiento.

—¿Estás molesto por eso?

—No, linda. Sólo... me has sorprendido —besa mi frente.

Le agradezco al universo internamente cuando la limusina para fuera del palacio. No sé si hubiera sido capaz de decirle a Chase; oh, si, te besé porque me estoy enamorando de ti, tonto.

Al entrar, mi madre estaba en el living, y no me pasaron por alto sus ojos llorosos.

—¡Charli! Mi niña, estás bien...

—Sí, estoy bien, gracias por preocuparte pero necesito descansar, buenas noches.

—Buenas noches, cariño —seguí avanzando por el pasillo, pero logré escuchar que hablaba con mi ahora prometido—. Chase, cuídala por mí, ¿si?

Simplemente lo ignoré, me puse un pijama y me acosté. Estaba cansada, asustada y enojada. Eran muchas emociones juntas que no sé como explicar...

Crown | Chase y CharliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora