Capítulo 10: Celos.

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DISCLAIMER: Los personajes no son míos sino de Rumiko Takahashi, la historia sí es mía, por lo que NO AUTORIZO para que esta se modifique o publique en otro lugar.

Derechos Reservados.

Capítulo 10: "Celos"

Sus labios buscaban los de él con impetuosidad y torpeza, apoyando las manos en el suelo quiso acercarse más al hombre, que ansioso deslizó su mano tras su nuca, entre sus cabellos, sólo para asegurarse que no podía escapar esta vez. Kagome, emocionada y ansiosa por sus besos, se acercó más a él y que provocó que Inuyasha se quejara suavemente, ella abrió los ojos y recordó el estado de su rostro y su boca, quiso separarse pero el muchacho la presionó más contra él obligándola nuevamente a besarlo con una ferocidad casi descontrolada, pero que poco a poco amainó hasta terminar en un beso suave y afirmar su frente contra la suya. El calor de su aliento abrazó el rostro de Kagome provocándole escalofríos, entrecerró los ojos al igual que él intentando recuperar la calma de su corazón.

Inuyasha entreabrió los ojos y ella también lo hizo, sin separar la mano que seguía en su nuca, él comenzó a murmurar.

- Perdóname por ser... tan brusco contigo...- Se separó un poco y la miró buscando algo en los ojos castaños de ella-... no me refiero a lo que pasó ayer... sino a cuando recién llegué a esta isla...

Kagome no podía evitar emocionarse al poder admirar aquellos increíbles ojos dorados que se centraban en ella, sólo en ella y que al hablar de esa forma se tornaban más claros, más brillantes y hermosos. Acercó su mano y la posó sobre su mejilla magullada y algo herida.

- No sé que habrá pasado allá en Tokio... - Suspiró profundamente-... pero... quiero ayudarte...

Él sonrió y la soltó del cuello sólo para tomar su mano que reposaba en su mejilla y besarla en la palma, ella sonrió con suavidad.

- Ya me estas ayudando... no quiero volver a Tokio.

Kagome dejó de sonreír y abrió un poco más los ojos debido a la sorpresa que le causaba escuchar esa revelación.

- Pero... ¿Qué dices? Qué...

Él sonrió y la silenció posando un dedo en sus labios.

- Shhh, recuerda que se supone debes estar durmiendo...- Musitó, y su sonrojo le provocó una sonrisa- Tengo una duda... ¿puedo hacerte una pregunta?

Quitó su dedo de los labios de Kagome y ella afirmó con su cabeza, sin decir palabra, Inuyasha frunció levemente el ceño con seriedad y a la expectativa, contemplándola fijamente como para descubrir la verdad en su mirada antes que hablara. Sonrió.

- ¿Cómo pudiste reconocerme cuando llegué el primer día aquí? Habían pasado... 12 años... - Alzó una ceja-... no creo ser el mismo mocoso de esa edad.

Ella sonrió ampliamente, con ese atisbo de felicidad e inocencia y a Inuyasha eso pareció iluminar no sólo su rostro, sino también la habitación.

- Por tus ojos...- Murmuró, sonrojándose y observándolo fijamente sólo para deleitarse una vez más con el ámbar de su mirada. Lo vio fruncir el ceño en señal de confusión, la joven sonrió aun más-... dorados... los ojos dorados sólo los he visto en la familia Taisho. Pude recordar eso.

Inuyasha tardó un segundo en sonreír.

- Ohh... buena respuesta... los ojos de este color son la marca registrada de un Taisho. Sólo sabemos que somos familia si tiene los ojos del color ámbar.- Se burló.

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