DISCLAIMER: Los personajes son de Rumiko Takahashi pero la historia es mía, por lo que NO AUTORIZO para que esta se modifique o publique en otro lugar.
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Capítulo 37: "El destino de Inuyasha"
Izayoi, a pesar de su delicado estado de salud, pudo lograr evadir a los matonescos guardaespaldas de su ex marido que desde hacía un par de días custodiaban el departamento de Inuyasha, gracias a la conversadora Kaede que, mientras le hablaba de mil formas para hacerse entender en griego y japonés a uno de ellos, ella logró escapar. Sabía donde debía ir mientras tanto. El mensaje de voz que Toutossai había logrado enviarle días antes decía que debía ir a tal isla en Grecia y quedarse ahí, que eran órdenes de su hijo.
Aunque la mujer y su cocinera sólo escapan de Japón debido a que Inuyasha se los ordenaba y porque sabían que tal vez no regresaría, ninguna de las dos sabía realmente el peligro de muerte que corrían, pues en ese momento no sabían hasta que punto podía ser capaz Inu Taisho de querer a toda costa que se hiciera su voluntad, para la mujer, él seguía siendo un egoísta e insensible hombre... pero no imaginaba siquiera en qué cosas estaba involucrado y de lo que realmente era capaz de hacer con tal de obtener lo que quería.
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Cuando despertó, sintió la tibieza de aquel cuerpo menudo, pequeño y suave entre sus brazos, además de eso, su olfato aspiró y reconoció con placer el aroma a flores y a sal del cabello azabache de ella que acariciaba su pecho desnudo como un manto de seda negra. Inuyasha sonrió y la abrazó más contra su cuerpo, sonriendo y olvidando la realidad, tan sólo quería quedarse así, abrazado a la mujer que hacía revivir su corazón, su espíritu, sus esperanzas, su deseo de vivir.
Kagome se removió y su rostro denotó una mueca de dolor, Inuyasha pudo sentir en su estómago el movimiento sobresaltado de su abultado vientre, era su hijo quien tal vez había despertado, ya que toda la noche había permanecido en completa calma. La joven entreabrió poco a poco los ojos y luego de un par de segundos, alzó el rostro a él, Inuyasha no pudo evitar sonreír enamorado y acariciarle el rostro con su mano.
- Buenos días...- Murmuró y le dio un corto beso en la punta de la nariz.
La muchacha sonrió feliz, se acurrucó más hacia él y le dio un beso corto en su cuello.
- Buenos días.
A pesar de que en un principio se sentía realmente dolida por tener que dejar el lugar que había decidido fuera su hogar y de tener que estar casi obligada junto a Inuyasha, temiendo que en cualquier momento volviera nuevamente a su país de origen, dejándola sola una vez más, ahora ya no sentía lo mismo, era como si todo el dolor, el temor, la desconfianza, se hubiera disipado, es más, como si nunca hubiera existido. Él estaba a su lado y se preocupaba de su condición. Jamás había sido tan mimada, tan amada como aquellos días junto a ese hombre. Era extraño no tener que cocinar o hacer algo de la limpieza, a pesar de estar en un pequeño yate, él lo hacía todo por ella, por el bebé, por querer demostrar que valía la pena y que ella ya no tenía porqué dudar ni desconfiar, él había cambiado, completamente y se obsesionaba con estar a su lado... ¿Cuántos días llevaban en alta mar? ¿o semanas? Pero siempre cerca de las islas y ella aunque no las conocía tuvo la impresión que a veces rodeaban Santorini... había olvidado porqué estaban ahí... casi parecían... vacaciones...
Pero no lo eran... y estar así tampoco la tranquilizaba por completo. Se incorporó en la cama y se sentó mirando con seriedad a Inuyasha quien se encontraba de lado, con el codo afirmado en la colcha y su mano sostenía su cabeza, a la muchacha le parecía que aquella pose era de lo más engreída pero a la vez tan natural en él...
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Por favor, ámame.
RomanceEscapando de intrigas y problemas que aparentemente no tenían solución, Inuyasha busca el descanso y la libertad en tierras muy lejanas, encontrando allí a la joven que conocía desde la infancia y que ahora cambiaría su vida por completo.