Capítulo 13: La Revelación de Inuyasha.

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DISCLAIMER: Los personajes no son míos pero la historia sí, por lo que NO AUTORIZO para que ésta se modifique o publique en otro lugar. Derechos Reservados.


Capítulo 13: "La revelación de Inuyasha"

Inuyasha le provocaba sentimientos que nunca antes había experimentado. Ese hombre, de alguna forma, también había despertado "algo" dentro de su ser. Y también, la había sacado de la melancolía en que estaba sumergida debido a su soledad. Ni siquiera Kouga había logrado eso.

Pero también, se había visto envuelta en dilemas morales debido a su condición y la de él. Jamás se había sentido tan minúscula, pobre e insignificante como ahora. Inuyasha era el hijo heredero de su Señora, amo y señor de las empresas en Tokio, donde seguramente conocía y había tenido relaciones con las mujeres más hermosas del país... ¿por qué se había fijado en ella? Era lo que muchas veces se preguntaba, a pesar de que él ya varias veces también había dicho sus razones.

Y le creía ¿Cómo no creerle? Era imposible dudar del hermoso ámbar de sus ojos cuando se fijaban con atención y devoción en su mirada. Era imposible no creerle cuando la besaba con tanto amor como sólo él podía hacerlo. Ahora, hoy, juntos en este lugar, estaba completamente convencida que su amor era real. Si había cambiado tanto, tanto. Su tristeza, su rencor inicial había desaparecido y se dijo que había sido gracias a ella, a su amor.

Bien. ¿Por qué no podían ser las cosas así? Dejaría de pensar tanto y sólo amaría, amaría a Inuyasha y correspondería a su amor por completo. Esto, esto no podía ser irreal, ni tampoco podía fallar.

Lo miró y sintió el calor abrasador en su vientre. Sonrió sintiendo una ola de placer y tranquilidad en su cuerpo, de pronto le pareció que su entorno era más hermoso, más brillante, más pacífico que nunca. Entonces supo que estaba demasiado enamorada. No había que darle más vuelta al asunto. Volvió a sonreír aun más y se acercó para posarse tras él. Inuyasha estaba sentado y el agua le llegaba a la altura de la cintura, jugueteaba con sus manos con ellas cuando vio a la muchacha acercarse y quedarse tras su espalda.

Desde la revelación de Kagome, había frenado por completo sus instintos que clamaban una y otra vez adueñarse de ella. No ayudaba el que estuviera medio desnuda, ni su cuerpo pequeño pero bien formado, ni la forma felina en que inconscientemente se movía. Y ahora, que sabía que ese cuerpo estaba intacto y que nadie había osado profanarlo, la tentación fue aun mayor.

Pero se controló. Diablos, costaba pero lo estaba haciendo. Sólo intentaba no pensar en lo que había quedado en su retina y eso era la suavidad de su piel o el aroma de ella. Pero todo se fue a la basura cuando Kagome se acercó a él y quedó tras su espalda. Atormentado, ladeó el rostro e intentó sonreír.

- ¿Qué?- Musitó, manteniendo la sonrisa.

La muchacha lo miró con sus profundos ojos castaños y apretó los labios sin decir nada, hundió sus manos en el agua azul y luego las sacó llenas de lodo que comenzó a deslizar por la espalda del hombre. Inuyasha se sobresaltó ante el calor de la tierra lodosa y cerró los ojos con fuerza dejándose llevar. Ella volvió a hundir sus manos y repitió la tarea, ahora estas se deslizaban suavemente hacia su cintura, Inuyasha tragó fuerte abriendo los ojos y esta vez enfocando su mirada en el frente. Costaba no tentarse con lo que ella estaba haciendo.

- Dijiste que esto te serviría para tus heridas, pero como nunca hiciste nada, me vi en la obligación de hacértelo yo- Dijo al fin Kagome deslizando sus manos en el agua para aclarar sus manos, luego con ellas juntó el cabello del hombre y lo dejó descansar en su hombro. La espalda musculosa y amplia de Inuyasha aceleraba los latidos de su corazón. Sabía que estaba sonrojada debido al incontrolable deseo que sentía. Jamás se había sentido así en su vida. Pero no podía evitarlo, su cuerpo era hermoso, lo admitía.

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