DISCLAIMER: Los personajes son de Rumiko Takahashi pero la historia es mía, por lo que NO AUTORIZO para que ésta se modifique o publique en otro lugar.
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Capítulo 15: "Por favor, ámame"
Su mirada estaba fija en el horizonte del mar, un mar azul y tranquilo del cual dependía su subsistencia y así también su vida.
Sus trabajadores, amigos en realidad, observaron y dieron cuenta que el estado melancólico y meditabundo no era algo muy común, en realidad, nada, en Kouga. Fue por eso que dos de sus más leales amigos se acercaron a él para averiguar algo que ya los tenía preocupados desde que zarparon de Santorini, un par de días atrás.
- Kouga...- Murmuró Hakkaku, con su voz lastimera y mirándolo de igual forma.
El muchacho pescador apartó la mirada y despertó de sus meditaciones. Cuando vio a sus dos camaradas que lo observaban con preocupación y tristeza, supo que había sido demasiado evidente y sonrió con fingido sarcasmo para hacer creer que no le pasaba nada.
- Oye Kouga... ¿no será mejor volver?- Dijo Ginta sin muchos preámbulos. Su amigo le golpeó el estómago con el codo y Kouga le dio una mirada feroz.- ¡Auch! Pero qué...
El joven pescador se pasó la mano por el flequillo denotando hastío. Aunque luego pensó que ellos no tenían culpa, sólo estaban preocupados.
- Disculpa Kouga...- Fue Hakkaku quien habló ahora, él era más condescendiente-... pero... estamos preocupados por ti. Has estado sin hablar y demasiado pensativo estos últimos días ¿qué sucede? Puedes confiar en nosotros.
- ¡Arg! ¡Que no tengo nada!- Exclamó, alejándose a paso rápido de ellos con bastante destreza a pesar del vaivén de las olas. Los otros lo siguieron desde atrás, murmurando.
- Esta así por la señorita Kagome ¿ves que ahora le salió competencia?- Musitó Ginta junto al oído de su compañero, sin esperar que Kouga escuchara claramente el comentario.
El joven pescador tensó la mandíbula, volteó violentamente y le dio un golpe en la cabeza a los dos.
- ¡Cállense sabandijas! ¡Mejor váyanse a trabajar!- Bramó mostrándoles el puño mientras tanto.
Pero sus amigos no se atemorizaron, más bien lo miraron con bastante tristeza y desilusión.
- Sólo queremos ayudarte, Kouga ¿es que acaso no te das cuenta que puedes perder a esa persona que tanto amas? Los peces siempre seguirán por ahí, sólo hay que saber buscar, pero alguien tan especial como lo ha sido la señorita Kagome para ti... eso no lo creo, amigo... y si estas razones no te bastan... parece que habrá tormenta en un par de días, mira como se ve allá el cielo de negro.
El pescador casi fulminó con su mirada a Hakkaku por sus palabras. Pero comprendió que era cierto. Y lo que menos quería era perder a Kagome. Menos a manos del bastardo de Inuyasha... ese mocoso engreído "hijito de papá" que más encima trataba tan mal a Kagome. Y aun así... aun así él había visto... había sentido algo entre "esos dos"...
¡¡Qué idiota había sido al preferir ir a pescar en vez de aceptar la cita con ella!!
Miró a ambos muchachos y luego sonrió.
- ¿Saben qué? Tienen razón. Ese cielo negro que se ve allá indica que habrá una gran tormenta... bien... podemos volver después... y si los peces ya no están ahí ¡¡los seguiremos!! Pero lo más importante es volver a Santorini.
Volteó y gritó sus órdenes a quien estaba a cargo del timón en ese momento. Por supuesto no todos se alegraron con la noticia, puesto que la escasez de peces era algo que realmente los aproblemaba sobremanera. Y sin embargo ninguno se atrevió a rebatir al joven pescador ya que tampoco deseaban morir ahogados en medio de la nada y dejando familias enteras sin protección.
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Por favor, ámame.
RomanceEscapando de intrigas y problemas que aparentemente no tenían solución, Inuyasha busca el descanso y la libertad en tierras muy lejanas, encontrando allí a la joven que conocía desde la infancia y que ahora cambiaría su vida por completo.