DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen pero la historia si, por lo que NO AUTORIZO para que esta se modifique o publique en otro lugar.
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Capítulo 6: "Reconociendo lo evidente"
Así que Kouga era el novio de ella. Debía haberlo imaginado, si los tres solían jugar mucho en la infancia.
Inuyasha esbozó una sonrisa malhumorada. Kouga. El engreído y estúpido Kouga ¿por qué esa niña se había fijado en él? Ese chico apenas era un pescador, de un humor horrible y un trato desagradable... ¿Qué podría llamar en ella la atención?
Alzó los ojos al cielo estrellado y se maravilló una vez más con el espectáculo tan brillante, cristalino y misterioso que era el cielo en aquella isla. Abrió la ventana dejando que la brisa nocturna entrara a su habitación y aspiró el aroma que ya era parte de él. Pensó en la motocicleta que había comprado aquella tarde e imaginó las aventuras que podía tener recorriendo la isla, se sentía como un niño travieso al cual le habían hecho el mejor regalo de Navidad. Sonrió satisfecho pero en seguida recordó la conversación con Miroku. Su cuerpo se tensó de inmediato y la sonrisa se borró de su rostro. Las cosas se estaban volviendo peor allá en Tokio y tenía que idear algo muy bueno si es que quería cobrar venganza y recuperar todo lo perdido.
Suspiró. A veces, se sentía cansado de esa vida tan estresante y a la vez monótona, llena de responsabilidades y en donde todos los días eran iguales, con un cielo muchas veces gris y un frío horroroso en invierno, moviéndose en grupos en donde sólo se hablaba de negocios y dinero, en donde no se sabía si la persona que se tenía en frente era sincera o no, si era confiable o no. Hizo una pausa y frunció el ceño ¿Qué estaba pensando? ¿Acaso le desagradaba la vida que llevaba?
- Tonterías...- Masculló, burlándose de sí mismo. Quizás estas "vacaciones" estaban aprovechándose de su cerebro y haciéndolo que se acostumbrara a la pereza y al ocio.
Volteó y caminó apenas vistiendo el pantalón de su piyama y sin un atisbo de sueño. La casa a esa hora se encontraba en penumbras y mientras la recorría con lentitud su mente se pobló de recuerdos de esa misma noche. En la cena, su madre había preparado junto a Kaede una comida especial para "ella", Kagome, ya que había terminado sus estudios. Supo que casi se había visto obligada esta vez a compartir la mesa, se notaba bastante incómoda por estar ahí sentada junto a él, pero ni siquiera lo miró o le dirigió la palabra.
En ese instante el muchacho frunció el ceño ¿por qué tenía que estar recordando aquello que no tenía ni la más mínima importancia? Meneó la cabeza esbozando una sonrisa irónica. Debería pensar en un plan, un muy buen plan para acabar con la farsa de Kagura... ¡¡su vida dependía de eso!!
- Sshhh, ssshhh- Silenció una voz muy suave de mujer.
Inuyasha se detuvo y escuchó con atención. Ahora él se encontraba en el jardín, entre una estatua del poderoso Zeus y un par de viejos olivos. Esa voz la conocía perfectamente y de inmediato imaginó quien era su acompañante, al acercarse para escuchar sintió rabia otra vez... pero ahora era por ella ¿Cómo podía estarse viendo a escondidas nuevamente con ese idiota?
- Yo no sé porqué no vienes conmigo y punto- Clamó Kouga haciendo una mueca de fastidio.
Kagome suspiró y se afirmó en la pared de la casa.
- Sería mal visto para la Señora Izayoi si fuera a tu casa tan tarde, Kouga, lo sabes.
- Nos ahorraríamos el disgusto de tu Señora si aceptaras mi propuesta- Clamó con fervor.
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Por favor, ámame.
RomanceEscapando de intrigas y problemas que aparentemente no tenían solución, Inuyasha busca el descanso y la libertad en tierras muy lejanas, encontrando allí a la joven que conocía desde la infancia y que ahora cambiaría su vida por completo.