Capítulo 2: Lo que él encontró.

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DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen pero la historia sí, por lo que NO AUTORIZO para que se modifique o publique en otro lugar. Derechos Reservados.


Capítulo 2: "Lo que él encontró"

"Centellante ángel, no pude ver
tus oscuras intenciones, tus sentimientos por mi
ángel caído ¿dime porqué?
¿Cuál es la razón? ¿La espina en tu ojo?"

Angels (Within Temptation)


Él hizo una leve mueca al escuchar esa voz llamándolo "Amo", se llevó ambas manos a los bolsillos mientras observaba a la joven que mantenía la vista baja, pero en visible estado de turbación. Analizó rápidamente ¿Cómo era que ella lo conocía? Y según lo visto en un primer instante eran algo... cercanos... o lo habían sido en la niñez... ¿Quién podría ser? La observó arrugando el ceño casi de forma escrutadora... piel pálida... ojos castaños... de edad muy joven... cabello algo rebelde, negro y brillante como el azabache... frunció más el ceño al no recordarla. No podía ser alguien cercano... esa niña... debía ser una simple sirvienta y si era así entonces no tenía la menor importancia.

La joven alzó un poco la vista y notó que él la observaba con clara evidencia de no recordarla. Ella sonrió suavemente en estado aun de emoción. Suponía que no debía acordarse, después de todo, la muchacha sólo tenía 5 años cuando él se marchó de la isla.

- Veo... que no me recuerda...- Respondió sin rencor alguno, pero entonces borró la sonrisa al notar que él se mantenía frío, severo e indiferente. Quizás no le importaba quien fuera realmente-... soy... soy Kagome... era muy pequeña cuando se marchó... soy... la hija de Naomi...

- Ah... eres... ¿Kagome?... - La joven lo miró, sorprendida al escuchar su voz tan profunda y adulta, entonces asintió-... la pequeña Kagome... me había olvidado de ti.- Agregó sin entusiasmo.

La muchacha tragó con fuerza y bajó la vista, la emoción contenida cedió, embargándola un sentimiento de desilusión.

- Eh... es una... sorpresa...- Entonces Kagome se dio valor y lo miró a los ojos. Sus mejillas se ruborizaron y para evitar sentirse nerviosa y conmocionada como estaba, sonrió con suavidad-... perdón... pase por favor.

Se apartó a un lado y evitó mirarlo a la cara otra vez. Él entró indiferente, sus ojos se dedicaron a observar el vestíbulo de la casa, tan luminoso, tan elegante, tan cálido y tan hermoso. A pesar del calor sofocante de allá afuera, cuando la puerta se cerró tras su espalda el aire fresco de algún lugar lo envolvió mezclado de aromas que recordaba desde la infancia y que de inmediato trajeron a su memoria recuerdos felices. Pero el lugar, físicamente, había cambiado, ahora que observaba bien. Antes, la decoración era más mezquina, de colores en tonalidades azules y grises, ahora sin embargo predominaba el café tierra, durazno, amarillo y blanco, los colores del mediterráneo. También habían muchos adornos y cuadros que llamaban su atención, colgantes que se mecían junto a la brisa que entraba por la ventana y provocaban un canto semejante a un arroyo en medio de un profundo bosque.

- Esto... - Musitó, aturdido por los recuerdos, complacido por el bienestar que provocó en su alma. De pronto reaccionó al ser consciente de la presencia femenina que estaba a su lado. Ladeó el rostro y la observó, la muchacha bajó un poco la vista, como si le costara mirarlo a la cara.

- Ehh... eh... le... le diré... ella... ella estará muy feliz...

- ¿Mi madre? ¿Dónde esta?

Entonces Kagome lo miró directo, estática. Esta vez la joven se detuvo en su rostro sin vergüenza, pareció estudiarlo ahora, con seriedad e incluso a la defensiva. Inuyasha notó como una pequeña arruguita se formaba en su frente.

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