Capítulo 5: Un Hombre Impredecible.

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DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen pero la historia sí, lo que NO AUTORIZO para que esta se modifique o publique en otro lugar. Derechos Reservados.


Capítulo 5: "Un hombre Impredecible"

- Es increíble la recuperación del niño ¿verdad?- Kaede sonreía complacida ante Su Señora mientras sacaba del horno una bandeja de galletitas que habían preparado ambas- Aquí esta... pero parece que no le gustan mucho los dulces...

Izayoi observó las galletas y se tentó con una, aunque estaba caliente, aún así se la llevó a la boca y se la comió.

- Si a él no le gusta las comeremos nosotras...

Kagome se encontraba mirando por la ventana desde hacía bastante rato, el sol estaba a punto de ocultarse tras el mar y muy pronto anochecería. Inuyasha entró en ese momento caminando muy despacio. Habían pasado tres días desde que se había insolado y a estas alturas ya se encontraba bastante mejor. Al menos tenía fuerza porque la piel aun seguía tan delicada y roja que vivía untándose crema que aliviaba sus quemaduras.

- Oh, querido, ya cenaremos, mira, estas las comeremos mañana al desayuno- Dijo su madre mostrándole la bandeja de galletas aun humeantes que Kaede comenzaba a vaciar a un recipiente.- ¿Te gustan espolvoreadas con azúcar? Cuando eras niño era una de tus favoritas.

El hombre se cruzó de brazos e hizo una mueca.

- ¡Feh!... en realidad... me gusta más el chocolate.

Su madre puso cara de desilusión, pero sólo duró un instante, ella sólo deseaba complacer a su hijo.

- ¡Oh! Claro... - Sonrió a la anciana cocinera-... él era fanático del chocolate.

En ese momento, mientras las dos mujeres comentaban, Inuyasha disimuladamente ladeó el rostro para ver a Kagome, que se encontraba sentada junto a la ventana, sumergida en sus pensamientos. No la veía desde la vez en que le llevó hielo para su bebida. Recordaba haberla sujetado fuerte del brazo confundido ante la imagen de Kagura y cuando observó que la sirvienta llevaba una venda alrededor de su muñeca le remordió la consciencia.

- Sí, recuerdo que Naomi preparaba unos pasteles únicos de crema y chocolate... cuando estabas enfermo ella te mimaba con eso... ¡te los devorabas en un segundo!

El hombre volteó el rostro hasta las mujeres y alzó los hombros a modo de restarle importancia al asunto.

- Eso era antes, ya no soy un niño, madre.

En ese momento Kagome despertó de sus pensamientos y ladeó el rostro hacia el grupo. Las últimas palabras hicieron reaccionar a la joven que meditó una vez más el asunto. Eso era cierto, las cosas no eran como antes... Inuyasha evitó mirarla y para ignorarla, se bebió un vaso de agua fresca. La joven sirvienta suspiró y volvió el rostro hacia la ventana, aunque había un hermoso atardecer, ella no estaba interesada en eso precisamente.

- Lamentablemente ese era un secreto de los Higurashi...- Dijo la anciana que sacaba los platos de la despensa-... le pedí que me diera la receta pero se negó... - Miró a la Señora Izayoi que puso cara de tristeza-... pero... quizás le alcanzó a enseñar a Kagome... - Agregó elevando la voz- Kagome ¿sabes hacerlo?.... – Todos miraron en dirección a la muchacha la cual no reaccionó-... ¿Kagome?- ¡Ey! ¡Niña! ¡Despierta!

Despertó otra vez de sus pensamientos y los miró. Kaede alzaba una ceja, Su Señora fruncía el ceño e Inuyasha la miró con seriedad oculto tras un vaso de agua.

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