Capítulo 27: La Decisión de Kagome

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DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen pero la historia sí, por lo que NO AUTORIZO para que ésta se modifique o publique en otro lugar.

Derechos Reservados.

Capítulo 27: "La decisión de Kagome"

Cerró los ojos y cruzó ambos brazos sobre su pecho, meciéndose sentada sobre la colcha de su cama, sin atreverse a salir de la habitación. Aquel día había hecho un esfuerzo sobre humano aparentando en casa que todo estaba igual. Le preparó el desayuno a su Señora Izayoi y estaba a punto de inventar una excusa como el salir a Thira a comprar algunas cosas cuando Natsuna volvió de la sala diciendo que la señora no bajaría a comer.

Fue un leve alivio, porque no estaba segura si podría mirarla a la cara después de lo que ahora sabía a cerca de su condición. Nerviosa y pensando en mil cosas sin sentido, se equivocó en los mandados, se resbalaron de sus torpes manos algunos vasos de cristal y olvidó encargos que debía cumplir. Aunque recibió el regaño de Kaede por todo eso, no hubo mayor consecuencia y la cocinera tampoco estaba muy pendiente de la joven.

Aliviada, finalmente la muchacha pudo salir de la casa en la tarde y vagar sin rumbo por la isla, pensando en su incierto futuro y en lo que debía hacer. Las cosas no estaban del todo claras, sólo de algo estaba muy segura, pronto se iría de la casa de Izayoi, pero entraba en pánico al imaginarse sola y embarazada ¿cómo sobreviviría? Podría trabajar aun, tal vez en alguna otra casa o en alguna tienda o restaurant... pero luego... cuando ya no fuera capaz de moverse... o después que tuviera al bebé... ¿y quien lo cuidaría mientras volviera al trabajo? Tendría que llevárselo con ella... bien, bien, eso tendría que hacer, las cosas quizás iban a resultar difícil, pero saldría adelante, como fuera...

Había caminado y meditado demasiado, la cabeza le dolía y el sol lastimaba sus pupilas, exhausta, se sentó en la orilla del pequeño malecón que había en la caleta, hasta donde había llegado. Pocas personas se encontraban allí a esa hora de la tarde, miró a su alrededor y tuvo una sensación escalofriante de soledad y melancolía que la hizo estremecer, a pesar del calor que aun había. Se sobó los brazos y tragó con fuerza. Se sentía demasiado sola, confundida, temerosa y abandonada ¿por qué? No quería sentirse así, necesitaba fuerzas y confianza para salir adelante pero a pesar de que lo meditaba y se convencía así misma que lo haría, y tenía fe en ello, de pronto volvía a caer en un abismo oscuro y sin esperanza que sólo la atormentaba y deseaba ya no seguir más con la vida que llevaba.

Inclinó sus piernas y las enrolló con sus brazos, sus ojos castaños observaron el mar tranquilo y azul, ella se dejó llevar, así serenaría su propio corazón y espíritu.

De pronto fue consciente que el sol estaba a punto de esconderse tras el horizonte, pestañeó varias veces sorprendiéndose que el tiempo hubiera pasado tan deprisa, o quizás, ella estaba tan sumida en sus pensamientos que no se había dado cuenta de ello, el viento sopló más frío ahora, trayendo al fin el clima que correspondía ya a esa época y que tardaba en aparecer, algo pesado cayó sobre sus hombros y de inmediato alzó el rostro sorprendiéndose de ver a Kouga que no la miraba, sino que mantenía la vista fija en el frente, con su postura algo arrogante y despreocupada, la de siempre.

- Seguro tienes frío.

Ella miró la chaqueta que él había dejado sobre sus hombros y se arropó más en ella, buscando calor, entonces se puso de pie lentamente, lo miró y entonces él finalmente lo hizo, su rostro dejó de ser burlón para pasar a uno preocupado.

- Gracias, Kouga.

- ¿Por qué estas tan pensativa?- Preguntó él en cambio.

Ella bajó la mirada de inmediato. No sabía qué decirle. Buscaba desahogarse, pero algo como esto no podía revelárselo a Kouga. Él sin duda querría matar a Inuyasha... de paso la odiaría.

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