Capítulo 23: La Maldad de Natsuna

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DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen pero la historia sí, por lo que NO AUTORIZO para que esta se modifique o publique en otro lugar.

Derechos Reservados.

Capítulo 23: "La Maldad de Natsuna"

Era de noche cuando la joven sirvienta llegó a la casa. Lo primero que pensó era ir a disculparse con su Señora por la tardanza, pero en cuanto cruzó la estancia Kaede se asomó desde la cocina y le hizo una seña con su mano.

Kagome suspiró fuerte. No quería otra vez enfrentarse a la anciana, el tener que escuchar tantas cosas para dudar de Inuyasha era demasiado doloroso para ella. Aun así, fue hasta la cocina dando un suspiro cansado.

- No vayas a molestarla, ha estado todo el día con jaqueca.- Le dijo Kaede, mirándola fijamente- ¿Dónde estabas?

- En Thira- Respondió con cansancio y se dirigió hasta la silla que permanecía junto a la ventana, su lugar favorito.

La anciana ya no lucía enfadada ni amenazante como en ocasiones anteriores, más bien ahora su rostro denotaba bastante preocupación y para dirigirse a la muchacha utilizó su voz en un tono más suave.

- Sí, lo sé, Kagome... pero mira la hora que es... estaba preocupada ¿puedo saber qué hacías?- Arrugó las cejas- Niña, algo me dice que no estas bien.

La muchacha dirigió la vista hacia el mar. Cómo deseó ser parte de él y así poder llegar tan lejos para alcanzar a Inuyasha. Inuyasha... Inuyasha...

- Estoy bien, Kaede.- Respondió apenas. Aun quería recordar cada detalle de la conversación mantenida hacía un rato, grabárselo en la memoria, no tan sólo sus palabras, sino el tono, el timbre de ella. Quizás estaba enloqueciendo.

- No lo estas, niña- Le dijo con suavidad, posando una mano en su hombro, la joven volteó el rostro para mirarla, a la anciana se le encogió el corazón de ver aquella mirada que solía ser tan alegre y despierta, ahora opacada y triste, como aquellos días en que la madre de ella ya no estaba en este mundo.- Dime qué sucede...- La muchacha bajó la vista, Kaede insistió, su voz era un susurro-... ¿Extrañas demasiado al amo Inuyasha?...- Kagome suspiró con fuerza, pero no dijo nada, la anciana tragó y apartó la mano de su hombro-... Vas a tener que ser fuerte y aceptar lo que te depare el destino entonces... porque... aunque tu digas que él prometió volver, hay muchas personas que... dicen (trató de no incluirse para ya no lastimarla) no lo hará... y sea cual sea la verdadera, sólo el tiempo nos dirá, vas a tener que aceptarlo y seguir adelante, lo sabes ¿verdad?

Kagome cerró los ojos y pensó en aquella posibilidad que decía Kaede, de que Inuyasha no volviera más ¿Cómo sería su vida? ¿sería capaz de seguir adelante sin él? Si hoy lo extrañaba tanto, entonces moriría después por su ausencia. Abrió los ojos y apretó los labios notando un nudo doloroso en la garganta. No podría seguir viviendo sin Inuyasha... no, realmente no podría.

- Gracias, Kaede- Respondió con suavidad y volviendo el rostro hacia la ventana.

La anciana la observó un momento. Cómo habían cambiado las cosas en esa casa, desde que el niño Inuyasha se había ido, la señora Izayoi casi no se levantaba de la cama y Kagome ni siquiera hablaba. La casa que tanta alegría y tranquilidad hospedaba en ella, ahora su ambiente estaba cargado de melancolía y tristeza.

- Lo peor de todo esto es que no es posible mantener un contacto permanente con Tokio...- Dijo la anciana-... aunque la señora Izayoi tiene a un par de conocidos que cuando vienen a Grecia, le cuentan como andan las cosas allá... es la única forma de enterarse como esta el niño...

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