Capítulo 1: "El escape"

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DISCLAIMER: Los personajes no me pertenecen pero la historia sí, por lo que NO AUTORIZO para que esta se modifique o publique en otro lugar.

Derechos Reservados.

Capítulo 1: "El escape"

"Centellante ángel, yo creí
que tú eras mi salvador en mi momento de necesidad"

Angels (Within Temptation)

Ginza, Tokio, Japón.

Sí, la vida era un asco realmente. En el momento en que lo pensó casi escuchó la risita burlona de su amigo y socio del alma, Miroku.

- Claro, como ser el futuro dueño de esta naviera y poseedor de una de las más grandes fortunas fuera un asco realmente...

Inuyasha esbozó una típica sonrisa malhumorada y se reclinó más en la silla acolchada en cuero que tenía y en la cual se sentía casi un semi Dios.

Cierto. No podía pensar que su vida era un "asco" desde el punto de vista monetario al menos. Vivía en un departamento exclusivo y de bastantes metros cuadrados en el lujoso Roppongi Hills (frente al Grand Hyatt y al Mori Arts Center), era el segundo al mando de una de las empresas más conocidas del mundo (el cabeza de todo era su padre y tenía un hermanastro que, hasta el momento, se mantenía bien alejado de él), no tenía más preocupaciones que los negocios y decidir qué color de corbata usar y qué extravagante manjar probaría a la hora de almuerzo. Eso era todo. Ni siquiera era casado como para preocuparse de las típicas tonterías de un hogar. No, él era relativamente libre, adinerado, no estaba enfermo, no le faltaba nada... es cierto, los negocios lo estresaban y su vida personal estaba algo estancada pero... ¡Feh! Ese Miroku y su forma de hacerlo meditar...

- ¡Si no te comprometes se lo diré a tu padre!- Chilló la mujer de profundos ojos castaños que parecían casi rojos, rojos que le recordaban al infierno.

El recuerdo repentino lo hizo esbozar una mueca, entonces apoyó los codos en la mesa, con sus manos se tomó ambos lados de la cabeza y pensó, diablos se devanó los sesos, en encontrar una solución a aquel irritante problema. Maldita bruja...

El teléfono sonó provocándole de inmediato una aguda jaqueca. Miró de soslayo y vio que la luz intermitente indicaba que no era una llamada directa, sino de su secretaria. Apretó la mandíbula, los dientes casi le castañearon, el sonido le taladraba el cerebro como si fueran agujas inclementes perforándole el cráneo... ¡diablos! ¡Necesitaba un trago!

Se levantó e ignoró el teléfono. Caminó a la licorera y tomó una botella de cristal bien labrado que contenía un líquido dorado oscuro. Lo vertió sobre un pequeño vaso no más de la mitad y se lo bebió de un sorbo. El licor picó su garganta y quemó su estómago, en segundos el calor se apoderó de su cuerpo, entonces se aflojó la corbata y luego se quitó la chaqueta. El teléfono dejó de sonar, para su tranquilidad.

¿Cómo se había metido en aquel lío? Debería haberlo previsto... las mujeres, las mujeres como esas sólo tenían un propósito en la vida. Casarse con hombres adinerados para asegurar su futuro. Y lo peor... utilizando la más vil de las artimañas femeninas...

- ¡Vas a ser padre! ¡¡Tienes que asumir!!

No era estúpido para comprometerse sin pruebas, por supuesto ella ya las tenía en su mano y los resultados de un embarazo de casi dos meses se los estampó en la cara.

- Maldita bruja...- Masculló con rabia y tragó con fuerza.

Si su padre se enteraba que había dejado embarazada a una mujer con tan mala reputación, que para todo el mundo era una ambiciosa, arribista y lo peor, con un pasado demasiado oscuro, iba a desheredarlo.

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