DISCLAIMER: Los personajes son de Rumiko Takahashi pero la historia es mía, lo que NO AUTORIZO para que ésta se modifique o publique en otro lugar.
Derechos Reservados.
Capítulo 14: "Aires de Tormenta"
Reían traviesos mientras la motocicleta avanzaba a velocidad moderada por el camino polvoriento de Santorini. La luna apenas había aparecido en el cielo pero este aun estaba claro, sin muchas estrellas que brillaran como siempre, no era muy tarde aun.
Él detuvo la motocicleta y Kagome bajó de inmediato, Inuyasha la siguió riendo e intentando alcanzarla para besarla, pero en el umbral de la puerta ella se detuvo y su rostro cambió a la seriedad, se puso un dedo sobre el labio a modo de mantener el silencio.
- Shhh...
Inuyasha entornó los ojos.
- ¿Qué sucede?
La muchacha se sonrojó y por un instante su labio superior tembló antes que pudiera hablar. Suspiró y le dio una mirada muy seria a él.
- Ay... ya sabes...
El rostro de Inuyasha se volvió duro y frío como nunca. Kagome se sintió mal por ello.
- Perdóname... creo que... - Ella comenzó a juguetear con sus manos y a mordisquearse los labios de los nervios-... no... no creo que sea tiempo aun de... de que tu madre o alguien más se entere... de... de nosotros.
Inuyasha arrugó la frente.
- ¿Me pides que evada esto cuando momentos antes dijiste que lo primero era solucionar lo pendiente??
Había poco a poco elevado la voz visiblemente contrariado y levemente irritado, ella se acercó aun más a él y le tapó la boca con su mano llena de desesperación.
Él vio en sus ojos el pánico y en sus mejillas el reflejo de que la situación le avergonzaba demasiado. Intentó pensar y ponerse en su lugar.
Kagome era la sirvienta de su madre y aunque ésta la quería como a una "hija", quizás Kagome aun se sentía como empleada en la casa.
Bien había ayudado él a hacerla sentir así en un principio.
La culpa era suya. Qué malvado era.
Ella apartó la mano lentamente de su boca y lo miró nerviosa.
- Perdóname... yo... sé que tu madre me estima... pero... a veces me siento avergonzada por... haberme aprovechado de su confianza al estar así contigo...- Se mordisqueó el labio y bajó la vista-... que no lo sepan aun... por favor...
Él sonrió tiernamente.
- Eres extraña... - Suspiró y tomó su mano brindándole en ella un suave y corto beso-... estoy seguro que a mi madre no le molestará que estemos juntos... pero si no te sientes con el valor aun necesario para enfrentarlo y ya que estamos dando oportunidades para enmendarnos pero con tiempo... - Sonrió más haciendo alusión a lo que él tenía pendiente en Tokio-... le contaremos después que vuelva de Japón ¿esta bien así?
La joven sonrió ampliamente, sus ojos se iluminaron incluso más que la luz de las estrellas.
- Oh, sí.
El hombre meneó la cabeza. A veces ella era madura y valiente, con ideas claras y concretas. Otras era una niña temerosa y angustiada. Quizás se debía a su edad, 17 años significaba que no era una niña pero tampoco una mujer... al menos aun. Pensó que debía ser paciente y comprensivo con ella aunque eso le costara... lo que fuera, puesto que no recordaba haber sido así con alguien. Pero al mirar a Kagome y ella sonreír de esa forma tan suave y alegre, Inuyasha pensó que bien valía la pena.
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Por favor, ámame.
RomanceEscapando de intrigas y problemas que aparentemente no tenían solución, Inuyasha busca el descanso y la libertad en tierras muy lejanas, encontrando allí a la joven que conocía desde la infancia y que ahora cambiaría su vida por completo.