SOLO TU Y YO

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Llegamos a casa y la satisfacción de haberle ganado a Caroline se desvaneció, la ira y la tristeza se comenzaron a apoderar de mi. Necesitaba calmarme y sinceramente a estas alturas sentía que la única persona capaz de conseguirlo era Kol, por lo que subí a su habitación. Le vi en la cama durmiendo boca abajo, me tumbé sobre él en silencio.

Kol: ¿Todo bien preciosa?

t/n: No. -dije con voz de niña pequeña-

Kol: ¿Qué pasa? -preguntó preocupado-

t/n: Nada. -mentí-

Kol: A mi no me mientes ¿Qué pasa?

t/n: No importa.

Kol: A mi si me importa.

Se dio la vuelta haciendo que yo quedase sentada sobre él, noté que estaba realmente preocupado por mi pero no podía contárselo, y por mucho que lo hiciese sabía que no serviría para nada.

t/n: No es nada, de verdad no te preocupes.

Kol: ¿Qué te ha dicho Klaus como para que te fueses de esa manera esta mañana?

t/n: Me enfadé con él y necesitaba perderle de vista, no le des mas vueltas y consigue distraerme hasta esta tarde. -dije haciéndole pucheros-

Kol: Está bien ¿Qué quieres hacer?

t/n: Estar los dos solos, lejos de esta casa.

Kol: Ya se donde ir.

Se cambió y me llevó al Grill, después de pedir la bebida jugamos al billar. No me parecía la mejor idea ya que no sabía jugar al billar pero lo único que quería era estar con él, por eso no puse ninguna queja.

t/n: Se me da fatal el billar.

Kol: ¿Medio siglo y aún no has aprendido? -preguntó burlándose-

t/n: ¿Tantos años en un ataúd y tu si? -también me burlé-

Kol: Tu ganas, pero no siempre he estado encerrado, hace mucho Klaus me liberó y tuve tiempo para aprender, aunque no tardó demasiado en volver a encerrarme.

t/n: Porque ¿para qué dejar vivir a tus hermanos pudiendo tenerlos encerrados siempre que quieras? -voltee los ojos y observé como Kol tiraba por primera vez-

Kol: Nada de Klaus, ni de Rebekah o Elijah, nada de la odiosa Caroline y sus amigos y tampoco de tus hermanos. Hoy somos solo tu y yo. -se acercó a mi lentamente-

t/n: Aquí no. -dije al notar las intenciones que tenía-. Aún no he hablado con tus hermanos, ni con los míos.

Kol: Pues espero que no tardes mucho en hacerlo.

Me tocaba tirar, pero como ya he dicho era pésima en el billar, se que es algo patético ¿Quien no sabe darle a una bola con un palo? Y por supuesto yo no sabía, por lo que a la primera tirada ya fui incapaz de darle si quiera a la bola blanca.

LA OTRA SALVATOREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora