Al día siguiente fui a por mi celebración. Siempre que iba a trabajar andando, pasaba por una pastelería que hacía unos bollos deliciosos. Me gustaba especialmente uno que tenía canela. No sabía bien cómo se llamaba, pero estaba para chuparse los dedos. Así que, opté porque ese sería mi desayuno.
Ya había contestado a Fabrizio asegurándole que íbamos a vernos cuando ambos tuviésemos un tiempo y él me había dicho que aquella noche estaría encantado de cenar conmigo si a mí me parecía bien. No era como si fuese a negarme, pero me había hecho un poco la difícil al principio, por eso que siempre había leído en las revistas de chicas cuando era una adolescente y que había terminado calando hondo en mí, pero había accedido esperando que aquella noche fuese inolvidable.
Con mi bollo de canela en un pequeño sobre, me di media vuelta para salir del establecimiento y me encontré con Felipe de cara. Noté que el corazón me latía con demasiada fuerza, más aún cuando sus ojos se fijaron en mí y me sonrió con la misma alegría que el primer día. ¿Cómo podía ser posible que me hubiese colgado a primera vista de un tío que estaba casado? Era su culpa, por ser adorable. No, era mi culpa por haber sentido a saber qué tonterías con ese baile.
—¡Sole!
—Hola, Felipe. Te veo bien.
—Lo estoy, por suerte, lo estoy —dijo con esa sonrisa antes de acariciar suavemente mi brazo en un gesto que no le hacía bien a mi corazón—. ¿Qué haces por aquí?
—Voy de camino al trabajo.
—¿En... en este colegio de aquí? —preguntó señalando en dirección al edificio.
—Sí. ¿Por?
—Es el colegio de mi hija. —Aquella matadora sonrisa de sorpresa casi consigue romperme el corazón en mil pedazos por ir acompañada de la palabra hija—. No sabía que era este. Ahora estoy mucho más seguro entonces de que no le va a pasar nada. Ya sabes, las neuras de padre.
—No te preocupes, que yo te la cuido.
Bajé la mirada al bollo de canela que tanto me había apetecido antes y que ahora me daba hasta ganas de vomitar. ¿Por qué era tan doloroso cuando te atraía alguien y tú a esa persona no le gustabas? Resultaba horrible no, lo siguiente.
—Quizá podríamos tomar un café o...
—No, no puedo. Entro un poquito tarde, pero tengo que ir a trabajar y hoy he quedado con alguien.
Mis ojos se fijaron en los suyos marrones, expresivos, que demostraron cierta sorpresa ante la nueva noticia.
—¿Tienes una cita? Vaya, eso es fantástico, Sole. Sabía que antes o después ibas a encontrar a un chico que dejase a la altura del betún a ese idiota que no te merecía para nada.
Volvió a sonreír. Era casi una sonrisa perenne. No le afectaba ni lo más mínimo que tuviese pareja porque, ¿había razón para que le pudiese afectar? Si él tenía esposa, querría que todo el mundo fuese feliz. Tan solo había sido yo esa idiota que había sentido algo inexplicable porque era mucho más sencillo vivir en el mundo de yupilandia que en la vida real donde los chicos de los que yo me enamoraba no se enamoraban de mí. Ahora mismo no quería pensar en Fabrizio, pero era realmente mi única esperanza para poder mandarle de paseo a ese absurdo y ridículo sentimiento tan fuerte que no tenía ni pies ni cabeza.
—¿Cómo se llama?
Miré la hora en mi móvil y viendo que tenía un nuevo mensaje de Fabrizio, me sentí en cierto modo liberada.
—No puedo hablar ahora mucho, Felipe, pero si quieres podemos quedar un día a tomar café como la otra vez, ¿vale? Llego tardísimo al trabajo y me van a matar —expliqué de manera atropellada intentando hacerle entender la urgencia cuando, en realidad, si él se paraba a mirar el reloj podía saber que aún había tiempo más que suficiente para que llegase al colegio y de sobra.
—Sí, sí, claro... Perdona no me he dado cuenta. —Se llevó una mano a la cabeza como si estuviese regañándose a sí mismo por su propia falta y por haberme retenido más tiempo del que podía quedarme.
Tampoco era de ese modo, pero prefería que lo creyese a sí porque era más sencillo para mí mantenerme alejada de un hombre que con su simple forma de decir las cosas se estaba abriendo paso a codazos en mi corazón. El corazón no entiende de lógicas y estaba claro que el mío, además, adoraba ser masoquista. Había que buscar un remedio cuanto antes a todo aquello y si ese remedio tenía de nombre Fabrizio, probablemente iba a ser mucho más fácil poder engatusarle. En fin, no había ni punto de comparación entre ambos. El florentino era más parecido a un galán de cine que el hombre que tenía delante de mí.
—Ten un buen día —dijo dándome un beso en la mejilla.
Cerré mis ojos durante unos segundos mientras me despedía de una manera torpe y sin sentido. Suspiré notando aún el beso, el roce de su bello facial, la forma en la que parecía irse conmigo aunque se había quedado dentro del establecimiento. Si algo pasaba con Fabrizio tenía que pasar pronto para que pudiese dejar de dar vueltas en la cabeza a ese hombre que era propiedad privada, alejado de todo lo que estaba a mi alcance.
Saqué el bollo de canela y le di un buen mordisco de frustración mientras mis pasos seguían marcando un ritmo considerable de camino al colegio. A un par de manzanas me esperaban un montón de niños, incluida aquella hija de Felipe que me haría pensar en él durante toda la mañana si lograba encontrar alguna similitud en sus facciones y las de su padre.
¿Por qué diablos tenía tan mala suerte?, pensé antes de tirar la bolsa de papel en la que había estado el bollo que me había sentado tan mal como lo haría una patada en el hígado. Lo que debía ser una maravillosa celebración se había convertido en una indigestión futura cuando tuviese ante mis ojos al fruto del amor de Felipe con su mujer.
¿Acaso no se daba cuenta de lo que me pasaba? ¿Era la única que había podido sentir esa conexión? Probablemente sí, porque no había existido, porque no existiría y porque estaba más para allá que para acá.
Respiré un par de veces antes de entrar a clase porque el día iba a ser muy largo.
![](https://img.wattpad.com/cover/253109996-288-k295828.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Por accidente
RomanceSole no es la misma que era. Después de su ruptura se niega a intentar vivir la vida, pero tiene a Daniela a su lado, una chica que se niega a aceptar que su amiga se hunda en la miseria. Así que usa su influencia para sacarla de su zona de confort...