Tras la sopa y tomarme la pastilla, me quedé completamente dormida sin darme cuenta. Así que, cuando desperté, pensé que Fabrizio se habría ido, pero como tenía esa costumbre de despertar antes de abrir los ojos, pude escuchar que había voces a mi alrededor.
—Supongo que bien. Está tranquila ahora al menos —dijo Daniela.
—No puedes ni imaginarte cómo estaba de pálida cuando me abrió la puerta. Se me cayó el alma a los pies.
—Te importa mucho, ¿eh?
Fabrizio respiró hondo y con ese movimiento supe que estaba tumbado a mi lado en la cama, porque rozó la tela de su camisa mi mejilla.
—Mucho, Dani. Es que... No lo sé. Te prometo que cuando la vi por primera vez me llamó la atención por ser tan diferente a ti, pero en esa fiesta, después en el parque, luego en el teatro, finalmente en el coche... Hay tantas facetas de Sole que estoy descubriendo según la situación que se dé que no puedo evitar sentir que es una caja de sorpresas y que me tiene completamente embobado —susurró de tal manera que casi pude imaginar que lo decía con una sonrisa, como si la escuchase a ella también—. Sabes que me suelen gustar las mujeres en plan modelos para una sola noche, pero ella... ella no, es que Sole es una mujer para darle toda la vida, no tan solo una noche y unas horas en una cama.
Mi corazón se aceleró con esas palabras de manera dolorosa. Fabrizio sentía algo demasiado fuerte por mí en muy poco tiempo y no parecía estar Daniela escandalizada por lo que le decía ni mucho menos, al contrario, era como si fuese lo normal, como si no se esperase otra cosa, porque podía imaginarla allí, asintiendo y dándole la razón en todo.
—Tienes que cuidarla mucho. He sufrido demasiado y si la haces sufrir...
—No pienso hacerla sufrir, Daniela. Quiero enamorarla y curar cada pequeña herida que tenga de su pasado. Estoy loco por ella y si le hiciese daño sería como hacerme daño a mí mismo.
Quizá fue el instinto por no haber escuchado jamás palabras tan bonitas, pero sentí la necesidad de acercarme a ese cuerpo caliente que se había tumbado a mi lado buscando estar cerca de mí o poder cuidarme mejor. ¿Quién se negaría a disfrutar de ese refugio que parecían estar construyendo para uno?
—¿Se ha despertado? —preguntó Daniela mientras que Fabrizio me rodeaba con un brazo.
—Creo que no —dijo en susurros también dejando un beso en mi frente—. No tiene fiebre ahora.
Una parte de mí quería responderle que si estaba bien no era por otra cosa que no fuese él. Fabrizio había logrado calmar cada pequeño dolor de mi interior en ese momento. Sí, hubiese saltado de la felicidad de haber sido Felipe el que hubiese dicho esas palabras, pero también sabía que no había hombre en la Tierra con posibilidades de hacerme olvidar aquel estúpido enamoramiento, salvo Fabrizio. Con él había aceptado perderme en el placer en un coche, con él había perdido mis inhibiciones, con él había descubierto que había partes de mí misma que ni tan siquiera conocía y que me gustaba explorar. Eso, tan solo en los pocos días que habíamos logrado estar juntos, encontrarnos y vivir intensamente. Ahora, el abanico de posibilidades era inmenso.
Sonreí escuchando los latidos del corazón del hombre que se pondría entre una bala y yo misma. Abrí mis ojos y Daniela me miró, indicándome con la mirada que sabía que estaba despierta y que había escuchado todo, pero fingió que no lo estaba, me dejó escuchar todo lo que el florentino tuviese que decir de mí, que sintiese sus caricias y sus atenciones, y eso era algo que todo mi ser ansiaba con fuerza.
Diez minutos después, cuando me había perdido en sus temas de conversación, me desperecé fingiendo que acababa de despertarme. Daniela me hizo un gesto para que no me olvidase de los rasgos típicos de un recién levantado.
—Sole, ¿cómo has dormido? —preguntó Fabrizio encantado de verme despierta y no pude evitar que su alegría se me contagiase. Admitiría, tan solo en secreto, que permanecer en su pecho era uno de los placeres de la vida que había descubierto tan solo por seguir haciéndome la dormida—. Te aviso que no tienes fiebre ya. Así que, pronto te pondrás mejor, al menos eso espero.
—He dormido bien —admití antes de levantar mi mirada hacia su rostro.
—Me alegro, preciosa. Has despertado justo a tiempo para tomarte la próxima pastilla.
Parecía de esos hombres precavidos. Más valía seguir tomando antitérmicos que no hacerlo y que la fiebre subiese sin control alguno. En una parte estaba de acuerdo, no quería sentirme fatal como aquella mañana, pero algo me decía que ahora era mucho más difícil que antes.
Fabrizio se levantó para ir a por la medicación y ese tiempo lo aprovechó Daniela para acercarse a mí.
—Dime qué ha pasado.
—Ayer estuvo aquí Felipe después de que te fueses.
—¿Qué? —dijo gritando, pero realmente de su garganta solo escapó un susurro un poco más alto que los demás.
—Le dije todo lo que sentía por él y también le dije que no volveríamos a vernos más.
Daniela entonces comprendió porqué había terminado así. Ella me había visto en mis peores momentos tras la ruptura con mi ex y sabía que mi cuerpo era el chivato perfecto de todos mis males. No podía ocultarle a nadie que me encontraba fatal, lo único que sí podía guardarme para mí era el motivo. Con Daniela, en cambio, esa última opción no era posible.
—Sole...
—No te preocupes. Lo superaré.
Si inclinó ligeramente hacia mí y dio un beso en mi frente como también había hecho Fabrizio antes justo en el momento que el mismo entraba por la puerta con un sándwich, un vaso de zumo y la pastilla en una bandeja.
—Chica, tienes una suerte que ni tú te la crees.
La miré sin comprender.
—Lo que darían un montón de mujeres porque un hombre así les trajese algo a la cama cuando están enfermas.
Los tres nos reíamos porque no estaba alejado de la verdad. Tenía mucha suerte de tener a un hombre que no le importaba si tenía algo contagioso o no, solo quería cuidarme. Así que, empecé a ver a Fabrizio como se merecía, como ese hombre guapo, apuesto, pero con un corazón de oro mientras me comía el sándwich escuchando sus risas ya que habían empezado a meterse el uno con el otro como si fuesen niños.
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Por accidente
RomanceSole no es la misma que era. Después de su ruptura se niega a intentar vivir la vida, pero tiene a Daniela a su lado, una chica que se niega a aceptar que su amiga se hunda en la miseria. Así que usa su influencia para sacarla de su zona de confort...